"Salvo por el nombre geográfico, África no existe", decía Ryszard Kapucinski. Y sí, desde Europa, acostumbramos a simplificar su realidad hasta hacerla una y pobre, catastrófica y dependiente. Pero África es un continente: 55 países, mil millones de personas, multiplicidad de mundos, etnias, voces, culturas... África heterogénea y rica contada desde allí y desde aquí. Un blog coral creado y coordinado por Lola Huete Machado.
Hoy nos acompañan artistas que llegan desde Kenia, Etiopía, Sudáfrica, Camerún y Togo. Todos ellos tienen en común que intentan rescatar estilos tradicionales y mezclarlos con nuevos ritmos, y el resultado es muy satisfactorio. Como siempre, tenemos un poco de todo para que cada uno encuentre lo que más le gusta y disfrute.
Afro Simba es un grupo keniano que nació en 2012 y está liderado por Kombo Chokwe Burns, un compositor y músico nacido en Malindi, un pueblo de la costa de Kenia y que en 2005 decidió mudarse a Nairobi para empezar su carrera musical. Años más tarde, Kombo se encontró con una serie de músicos residentes en la costa (Walter, Morris, Eddy, Ndune y Happy) que tenían en mente explorar las posibilidades de la música mijikenda moderna y de las melodías swahilies. El término mijikenda se refiere a un grupo de nueve tribus que habitan la costa keniana. Es así como nació esta formación musical. que define la música que hace como mijikenda fusion.
El primer álbum del grupo se titula Pandizo y de él nos llega un sencillo titulado kazi, que en swahili quiere decir “trabajo”.
Cartel promocional del primer Festival de las artes negras, Dakar 1966
El mes de abril de 1966 no puede pasar desapercibido en los manuales de historia africana y de cultura universal. La ciudad de Dakar, recién nombrada capital de Senegal, acogía el primer Festival Mundial de las Artes Negras, una cita que también fue considerada como el primer encuentro cultural panafricano de tamaño internacional.
Las recientes independencias de una gran parte de los países africanos, los movimientos cívicos en Estados Unidos en contra del segregacionismo institucional, y el hecho que el evento transcurriera al mismo tiempo que las fiestas religiosas de Aid-el-Kebir, contribuyeron notoriamente a la efervescencia de este episodio cultural sin precedentes.
Durante más de tres semanas, la capital senegalesa pudo presumir de ser uno de los mayores epicentros culturales del planeta. Bajo el patrocinio de la Unesco, y gracias a una escrupulosa organización del gobierno en funciones y la Sociedad Africana de Cultura (una red estructurada entorno a la prestigiosa revista Présence Africaine), centenares de eventos –exposiciones, espectáculos, muestras de baile, conferencias, conciertos, y fiestas callejeras– anunciaban una nueva etapa esperanzadora en la vida africana.
Mujeres preparando attieké en Jacqueville, Costa de Marfil / Foto: Ángeles Jurado
Respuesta: No lo sé, porque las definiciones varían tanto que hay ciertas feministas que te dicen directamente que el feminismo se concibe tal como tú misma lo entiendas.
Desgraciadamente, esta definición me lleva a desconfiar de la persona que la hace. Me hace pensar en esos cristianos que para subsanar el vacío de sus iglesias responden a sus posibles fieles: "Dios es la forma de concebirlo". Si eres inteligente, puedes ver el monólogo interior que se desarrolla en sus cabezas: "Sólo entra. Lo demás, lo arreglamos".
Pero a mí no me "arreglan" después. Me gusta conocer los hechos y desde hace unos tres años ahora, de manera consciente, leo mucha literatura al respecto y reflexiono sobre ello. Algunas personas, más que otras, me han ayudado a comprender lo que es el feminismo. Entre ellas, la feminista y activista Bisi Adeleye-Fayemi. No obstante, si alguien me preguntara si soy feminista, respondería de manera negativa.
No soy feminista.
Antes de que algunos -sí, hay hombres feministas- me lancen piedras y vociferen que no me importa la realización de la mujer porque, sacrilegio entre los sacrilegios, no soy feminista, les pido que se calmen. Los debates intelectuales no se hacen gritando. Deseo de corazón la realización de la mujer, y sobre todo la de la mujer africana. Soy africana, vivo en un país africano y veo a diario todos los matices de las relaciones hombre-mujer. Al menos, en mi país.
Je n’en sais rien moi-même, juste parce que les définitions varient tellement qu’il y a certaines féministes qui te disent carrément que le féminisme, tu le conçois comme tu l’entends.
Malheureusement, cette définition m’amène à me méfier de la personne qui l’émet. Ça me fait penser à ces chrétiens qui pour combler le vide dans leurs églises répondent à des fidèles prospectifs : «Dieu, c’est ta manière de le concevoir». Et si tu es intelligent, tu vois le monologue intérieur qui se déroule dans leurs têtes.
Hoy es la capital mundial de la violación, donde una mujer es violada por minuto. La República Democrática del Congo, asolada por un conflicto pronto a cumplir los 20 años, es víctima paradójicamente de su virtud, ser una mina de recursos naturales, en donde sobresale el tan preciado coltán, necesario y tan requerido para la fabricación de teléfonos móviles en el mundo. Se trata de un conflicto silenciado que ha cobrado con seguridad más de 3 millones de víctimas en los últimos 15 años. Pero entre fines del siglo XIX y principios del pasado, otro horror tuvo lugar en ese territorio tan castigado.
Un monarca excéntrico
Desde los primeros contactos con europeos, la Trata esclavista se fue asentando como negocio lucrativo y los congoleños fueron una de las tantas víctimas. En el siglo XVII, 15.000 esclavos eran embarcados hacia América por año, desde el Reino del Kongo, el primer contacto portugués con una estructura política africana sólida. Pero lo que sigue tuvo un responsable, un hombre, un aristócrata de fines del siglo XIX.
Es la primera vez que El hombre que camina de Giacometti cruza el Estrecho y llega a África.
Y llega como símbolo del adelantado, antecediendo en la comitiva nada menos que al presidente del Centro Pompidou de París, Serge Lasvignes, que ha llegado a Rabat a poner la firma al acuerdo de colaboración entre ese centro francés y la Fundación Nacional de Museos de Marruecos. Lasvignes lo presenta, en diálogo con Africa no es un país, como "una colaboración durable en términos de apoyo, de formación y de programación".
Dos acontecimientos que se hacen coincidir en estos días para celebrar el arte contemporáneo.
'El hombre que camina' (1960), de Alberto Giacometti, lidera la marcha de una de las salas del Museo Mohammed VI de Arte Moderno y Contemporáneo de Rabat.
Alberto Giacometti (1901-1966) desembarca en el museo rabatí inaugurado hace poco más de un año, en una retrospectiva concebida especialmente para el espacio africano. De hecho, se ha dedicado una de las secciones a las influencias y el deleite que el arte de este continente produjo en el escultor suizo-italiano, que se formó con los cubistas, inspiró a los surrealistas y voló con impulso propio, después de Arp, Picasso, Dalí, Breton y otros amigos parisinos.
Manifestación el pasado 16 de abril en Banjul, Gambia. / AFP
La muerte de un opositor la pasada semana a manos de la Policía cuando estaba detenido (y la sospecha de que pudiera haber otras dos jóvenes en coma o también fallecidas) ha vuelto a mostrar la ferocidad represiva del régimen de Yahya Jammeh y, de paso, ha sacado de las catacumbas informativas a Gambia, un pequeño país africano de apenas dos millones de habitantes situado en la costa atlántica famoso por sus playas y su turismo sexual. Y sin embargo en los últimos años los gambianos son actores principales del éxodo africano hacia Europa, movidos tanto por una economía agarrotada como por un régimen opresivo y asfixiante que persigue a opositores, homosexuales y periodistas críticos con igual inquina, tal y como recoge el último informe de Human Rights Watch sobre este país.
Amanecemos de luto este domingo con noticias que nos llegan desde Abiyán, Costa de Marfil. Horas después de perder a Prince y todavía en duelo por David Bowie, nos toca el turno de llorar a Papa Wemba, el rey de la rumba congoleña y creador de la SAPE. El año se nos está virando a los melómanos en una sucesión de esquelas que nos arruinan la jornada y con las que se entierran parte de nuestras vidas y nuestros recuerdos más queridos. Los sapeurs de todo el planeta, los amantes de la sensual cadencia de la rumba y los que tenemos memoria de haberlo gozado, ya sea en su directo feliz y explosivo o en una de las listas musicales elaboradas por Chema Caballero o enmarcado en el discurso cansino del pinchadiscos que reina en una discoteca en África occidental, nos sentimos un poco huérfanos esta mañana.
Papa Wemba murió sobre el escenario, como Miriam Makeba. Ambos, en teoría, a causa de un infarto. Ambos, en el extranjero. Papa Wemba lo hizo ante las cámaras de la Radio Televisión Marfileña (RTI), en directo, mientras participaba en el Femua, el festival de las músicas urbanas de Anumabo fundado en Abiyán por el grupo marfileño Magic System. Sucedió anoche. Tenía 66 años.
Papa Wemba / MusicinAfrica.net
Jules Shungu Wembadio Pene Kikumba, Papa Wemba, será recordado como fundador de la banda y del sello Viva la Música, que funciona desde 1977 y al que se incorporaron estrellas actuales como Koffi Olomidé o King Kester Emeneya. Ejerció de una de las figuras más enormes de la música africana, descubridor de nuevos valores y gran influencia para miles de músicos en todo el globo. Además, alegró la vida e inspiró a intelectuales y artistas de su continente y otros, como sucedió con Alain Mabanckou, que narra en su novela Mañana cumpliré 20 años la fuga de su protagonista, el pequeño Michel, para ver a escondidas un concierto de Wemba.
Nacido en 1949 en Lubefu, en lo que entonces se llamaba Congo belga, Papa Wemba no creó la rumba, pero se convirtió en uno de sus pilares, igual que contribuyó a la popularidad del soukous y trabajó otros ritmos como el ndombolo o incluso el rock.
Wemba aprendió los ritmos africanos de su madre, plañidera profesional a la que él acompañaba desde muy pequeño a las ceremonias fúnebres. Su padre, que combatió durante la II Guerra Mundial con las tropas belgas y se desmovilizó como cazador, se negaba a que su hijo se dedicara a la música y soñaba con una carrera en la abogacía o el periodismo.
Durante los años sesenta, Papa Wemba descubrió los ritmos occidentales y se convirtió en Jules Presley. Conocer a James Brown le reconcilió con la negritud, incorporándole a la formación de Zaïko Langa Langa, un grupo que cofundó en 1969 y que se especializa en la rumba africana,mezclando ritmos africanos, influencias cubanas y rock. Es el segundo artista congoleño, tras Tabu Ley Rochereau, que firmó con un sello internacional, Real World de Peter Gabriel, con el que publicó tres álbumes: Le Voyageur (1992), Emotion(1995) y Molokaï (1998). En 1980, saca su primer éxito panafricano, Analengo. En 1986, se instala en Francia y debuta como actor en La vie est belle, de Ngangura Dieudonné Mweze y Benoît Lamy. Participa en otras películas como actor y como compositor de la banda sonora. Precisamente en 1999, sus temas Maria Valencia y Le Voyageur obtuvieron éxito internacional cuando Bernardo Bertolucci los incluyó en una de sus películas, Paraíso e infierno. Publica discos regularmente desde 1970 hasta 2014.
Sin embargo, lo que marcó la carrera de Papa Wemba y por lo que pasará a la posteridad es por su contribución a la rumba, la música urbana congoleña por excelencia.
Nacida en Pool Malebo, la curva del río Congo que separa Kinshasa de Brazzaville, la rumba se alimenta de los viajes trasatlánticos que conectan Europa, África y América desde que comienza la trata negrera hasta hoy y del carácter de las sociedades donde echa raíces y crece, igualitarias y hedonistas. A su expansión se ligan nombres como el de Radio Brazzaville, la radio colonial que aireaba chachachás, charangas y rumbas por toda el África francófona, y voces como las de Joseph Kabasele y Franco Luambo. El primero, autor del famoso Indépendance cha-cha, conecta estos ritmos con la política en 1960 y pone música a las independencias africanas. La rumba se crece con el jazz y el soul americanos, con la convulsa historia del siglo XX y se enrala en Colombia, convertida en champeta.
Por cierto, ¿dijimos ya que Wemba también fue el creador de la Societé des Ambianceurs et des Personnes Élégantes (SAPE)? ¿Que la rumba es el ritmo que se une, de manera indisoluble, a las evoluciones de los sapeurs por las calles de Brazza y Kinshasa? ¿Que los sapeurs no son una simple excentricidad de cuatro pobres que quieren sentirse reyes por un día, si no una contestación política en kilt y elegantes cortes a medida?
El despacho de hoy de Efe sobre la muerte de Wemba habla de una malaria cerebral que sufría y que ya lo mantuvo varios días hospitalizado en un centro de París el pasado mes de febrero, obligándole a suspender varios conciertos. Costa de Marfil y el resto del continente africano sufren hoy un choque similar al que Occidente experimentó con Prince esta misma semana. Una tristeza espesa, con nombre, musicada.
Hoy elegimos dejar a un lado las críticas de los opositores jóvenes de Kabila en la diáspora, que acusan a la rumba moderna de colaboracionismo con el régimen, de superficialidad, de vacío. También las historias menos dulces sobre la leyenda, a la que se vinculó a la inmigración irregular hace un par de años.
Miriam Makeba falleció en Italia, tras participar en un concierto contra la Camorra y de apoyo al escritor amenazado Roberto Saviano. Makeba, de 76 años, cantó ante apenas unas pocas decenas de espectadores y cayó fulminada al piso cuando ya se despedía del público junto a los demás participantes. Trasladada en ambulancia a la clínica, falleció allí, en Castel Volturno, hace poco más de siete años.
Ayer (o esta madrugada), Papa Wemba cayó también cantando sobre un escenario. Aparece derrumbado en el suelo en las imágenes que hemos preferido evitarnos en esta entrada, mientras su coro continua bailando, sonriente, y la música sigue sonando. Trasladado de urgencia al hospital, como Miriam Makeba, Papa Wemba falleció. Hoy le esperaban en Korhogo, en el norte de Costa de Marfil, para poner punto final al Femua, que se ha suspendido en señal de luto por su muerte.
Hoy queremos recordarlo vivo sobre un escenario, cantando, lanzando destellos de alegría y provocando emociones felices en los corazones de su audiencia.
En esta entrada coinciden una serie de artistas ya consagrados, que parecen haberse puesto de acuerdo para sacar nuevos sencillos casi a la vez, a lo largo de las últimas semanas, junto a un par de desconocidos que empiezan su carrera. Temas muy diversos y con pretensiones muy distintas son los que nos acompañan hoy, desde reivindicaciones políticas a ritmo de dance music a temas de de lo más triviales. Todo, como es habitual, para que cada uno se quede con lo que más le guste. Hoy viajamos por Ghana, Nigeria y Burkina Faso, se trata de un corto pero muy intenso paseo.
Ya está aquí el vídeo del tercer sencillo de RedRed, How far. El artista ghanés M3nsa y el productor residente en Budapest, Elo, vuelven a unirse esta vez para un tema bastante serio y profundo. La canción fue lanzada coincidiendo con el 59 aniversario de la independencia de Ghana, el 6 de marzo, aunque el vídeo haya tenido que esperar un poco más, con la intención de cuestionar cuántas cosas realmente han mejorado desde que se puso fin al gobierno colonial hasta el presente.
Las imágenes experimentan con lo que el dúo ya ha etiquetado anteriormente como Electronic Dance music africana. Mientras, el vocalista recorre Accra, la capital, ejerciendo diferentes oficios: entre los que hay una persona que pasea por la ciudad, un predicador, un profesor, un soldado o un doctor. La letra habla de corrupción política y del deterioro de las infraestructuras para terminar preguntándose qué clase de fundación estamos poniendo para pasar a los niños del futuro. M3nsa también critica la religión como un medio de pacificar la disidencia popular y arremete contra los líderes por abusar de su posición de poder: “ya han pasado los días en que hablando inglés me pudieras engañar / no te mandamos al parlamento para vayas allí a roncar, ¿de qué nos sirves?”. Como se ve, un tema que no tiene desperdicio.
Por: Sonia Fernández Quincoces| 22 de
abril de
2016
Este 2016 se conmemora el IV Centenario de la muerte de dos genios literarios: Cervantes y Shakespeare. Ambos tuvieron, en mayor o menor medida, alguna relación con el continente africano. Cervantes, quien pasó cinco años cautivo en Argel como esclavo, se inspiró para varias de sus obras en el mundo argelino. Su Don Quijote de La Mancha ha sido traducido a más de 50 idiomas, entre ellos al árabe en cuatro ocasiones. También Shakespeare ambientó algunas de sus obras en el norte del continente y ha sido representado en múltiples países de África en diversas lenguas como el swahili, el yoruba o el shona. Traducido por primera vez al swahili por el que fue presidente de Tanzania, Julius Nyerere, un nuevo libro, Shakespeare in Swahililand (Collins, 2016), escrito por Edward Wilson-Lee, descubre la importancia del escritor inglés en África oriental y el trabajo de traducción al amárico de su obra llevado a cabo por el poeta etíope Tsegaye Gebre Medhin.
El 23 de abril de 1616 parece que no murieron ni Cervantes ni Shakespeare. Pero así lo creemos, año tras año, al celebrar el “Día del libro”, un acontecimiento promulgado por la UNESCO. Fecha arriba fecha abajo, el cierto cuarto centenario sirve para homenajear a ambos escritores, es una excusa para celebrar todo tipo de eventos, además de prometer más publicaciones y estudios sobre ellos (como el arriba mencionado). Y es también un día (mientras esperamos la próxima Capitalidad Mundial del libro que se celebrará en 2017 en Conakry) en el que los libros tendrán el máximo de protagonismo.
Imposible no ceder a la tentación de sugerir en una fecha como esta las últimas novedades, libros que hagan que este día (¿y si lo hacemos año?) sea muy africano.
Lola Huete Machado. Redactora de El País y El País Semanal desde 1993, ha publicado reportajes sobre los cinco continentes. Psicóloga y viajera empedernida, aterrizó en Alemania al caer el muro de Berlín y aún así, fue capaz de regresar a España y contarlo. Compartiendo aquello se hizo periodista. Veinte años lleva. Un buen día miró hacia África, y descubrió que lo ignoraba todo. Por la necesidad de saber fundó este blog. Ahora coordina la sección Planeta Futuro.
Chema Caballero. Llegó a África en 1992 y desde entonces su vida giró en torno a sus gentes, su color y olor, sus alegrías y angustias, sus esperanzas y ganas de vivir. Fue misionero javeriano y llevó a cabo programas de educación y recuperación de niñ@s soldado en Sierra Leona durante dos décadas, que fueron modelo.
José Naranjo. Freelance residente en Dakar desde 2011. Viajó al continente para profundizar en el fenómeno de las migraciones, del que ha escrito dos libros, 'Cayucos' (2006) y 'Los Invisibles de Kolda' (2009), que le llevaron a Marruecos, Malí, Mauritania, Argelia, Gambia, Cabo Verde y Senegal, donde aterrizó finalmente. Le apasiona la energía que desprende África.
Ángeles Jurado. Periodista y escritora. Trabaja en el equipo de comunicación de Casa África desde 2007. Le interesa la cultura, la cooperación, la geopolítica o la mirada femenina del mundo. De África prefiere su literatura, los medios, Internet y los movimientos sociales, pero ante todo ama a Ben Okri, Véronique Tadjo y Boubacar Boris Diop, por citar solo tres plumas imprescindibles.
Chido Onumah. Reputado escritor y periodista nigeriano. Trabaja como tal en su país y en Ghana, Canadá e India. Está involucrado desde hace una década en formar a periodistas en África. Es coordinador del centro panafricano AFRICMIl (en Abuja), enfocado en la educación mediática de los jóvenes. Prepara su doctorado en la Universidad Autónoma de Barcelona. Su último libro se titula 'Time to Reclaim Nigeria'.
Akua Djanie. Así se hace llamar como escritora. Pero en televisión o en radio es Blakofe. Con más de tres lustros de carrera profesional, Akua es uno de los nombres sonados en los medios de su país. Residente en Reino Unido, fue en 1995, en uno de sus viajes a Ghana, cuando llegó su triunfo televisivo. Hoy vive y trabaja entre ambos países. La puedes encontrar en su página, Blakofe; en la revista New African, en Youtube aquí o aquí...
Beatriz Leal Riesco. Investigadora, docente, crítica y comisaria independiente. Nómada convencida de sus virtudes terapéuticas, desde 2011 es programadora del African Film Festival de NYC. Sissako, Mbembe, Baldwin y Simone la cautivaron, lanzándose a descubrir el arte africano y afroamericano. Su pasión aumenta con los años.