"Salvo por el nombre geográfico, África no existe", decía Ryszard Kapucinski. Y sí, desde Europa, acostumbramos a simplificar su realidad hasta hacerla una y pobre, catastrófica y dependiente. Pero África es un continente: 55 países, mil millones de personas, multiplicidad de mundos, etnias, voces, culturas... África heterogénea y rica contada desde allí y desde aquí. Un blog coral creado y coordinado por Lola Huete Machado.
Como casi todas las cosas hermosas, el encuentro tuvo lugar en otoño. Los miembros del entonces poco conocido grupo español Ketama se encontraban en Londres en 1987 para dar una serie de conciertos y allí coincidieron con el músico maliense Toumani Diabaté, que tenía poco más de veinte años y era el hijo del gran maestro de la kora, instrumento musical conocido como el arpa africano, Sidiki Diabaté. Cuentan que la chispa saltó durante una fiesta, que se pusieron a improvisar y que el resultado fue tan maravilloso que decidieron dar un concierto en un club londinense y luego grabar un disco en Madrid, al que pusieron de nombre Songhai. Ahora, casi treinta años después, dos de aquellos entonces jóvenes flamencos, hoy con algunas cicatrices en el alma, han decidido devolver la visita a Diabaté y viajan a Malí y Senegal en una minigira que además de dos conciertos incluye una clase magistral y hasta un encuentro con griots. Es lo que tiene la buena música, que nunca muere.
Estamos habituados a hablar de África Subsahariana refiriéndonos a los países del continente africano que no forman parte del Magreb. Para determinar las naciones que están en un lado u otro de la línea imaginaria que divide al continente, y que teóricamente marca el Desierto del Sáhara, es normal echar mano de la lista del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que sitúa en esta categoría a 46 países de los 55 que forman África, excluyendo: Marruecos, Argelia, Túnez, Libia, Egipto, Somalia y Yibuti. Este elenco deja fuera al Sáhara Occidental, reconocido como estado por la Unión Africana, que, probablemente, debería formar parte del Magreb.
La lista contiene algunos errores geográficos que no tienen sentido. Por ejemplo, Eritrea es clasificada como país subsahariano, mientras su vecino del sur, Yibuti, no.
Pero lo que nos ocupa aquí es que algunos investigadores están tildando de racista, además de inútil, a este término.
Camerún, Malí, Etiopía y Sudáfrica son los países que visitamos hoy gracias a la música que nos traen algunos de sus artistas. En esta entrada reunimos a un grupo de gente joven que hemos descubierto no hace mucho y que se caracteriza por estar buscando formas nuevas, fusión de estilos y, sobre todo, por tener muchas ganas de divertirse.
A Skidi Boy lo conocimos hace un par de semanas cuando cantaba junto a su colega Askia al barrio donde viven, Kwala. Él mismo nos ha enviado el vídeo de su primer sencillo en solitario que está teniendo muy buena acogida por parte del público. Se titula Yaounde y en él, el rapero y compositor fusiona ritmos afros y de hip hop, consiguiendo un sonido muy fresco y urbano. La letra del tema, cantada en el pidgin que se habla en el oeste de Camerún mezcla humor, ironía y argot callejero para denunciar una realidad de su país donde siempre hace falta llegar hasta la capital, Yaundé, y conseguir conectarse con alguien importante para poder solucionar cualquier problema.Viene acompañado de un vídeo muy original que quiere mostrar la vida diaria de las calles de Camerún.
Barbie Savior existe, tiene una larga melena rubia, es escocesa y responde al nombre de Louise Linton. Realizadora, modelo, actriz y ahora novelista, es plausible que no pudiera imaginarse que un pequeño extracto de su obra In Congo's Shadow, publicado a principios de junio en The Telegraph, pudiera montar un revuelo internacional vía redes sociales con epicentro en el país del que habla, Zambia, y por extensión, en la región y el continente africano. Un revuelo que la desacreditó como autora y la obligó a desaparecer del mundo editorial y de las redes sociales.
La historia comenzó cuando Linton pasó un año de voluntaria en Zambia, siendo apenas una adolescente. Una experiencia breve y quizás intrascendente que magnificó vía novela aubiográfica, confirmando el adagio que bastantes africanos repiten en medios sociales con frecuencia: basta que un blanco extranjero se pase una temporada en algún punto del continente africano para que se convierta en un experto en él y pueda escribir novelas, dar conferencias y montar exposiciones con su experiencia con autoridad.
Magatte Wade creció en un pueblo de Senegal con toda su familia, criada por su abuela. Más tarde, se reunió con sus padres que habían emigrado a Francia, donde cursó estudios de gestión de empresas.
Después de terminar sus estudios universitarios se marchó a San Francisco, ciudad en la que funda, en 2004, Adina World Beat Beverages, su primera empresa. Es una compañía que se dedica a la venta de tés y bebidas tradicionales senegalesas como el bissap, fabricado a base de flores de hibisco. Todos sus productos proceden de la agricultura biológica y se venden en tiendas especializadas o en cadenas de tiendas de delicatessen en los Estados Unidos. Sus productos conquistaron rápidamente a los consumidores americanos y fueron todo un éxito. En la actualidad, la empresa factura más de 3,2 millions de dólares y emplea a más de 25 personas.
Zimbabue es otro de los territorios que desmienten la pasividad que se achaca a los africanos en el terreno de la contestación social. Una huelga masiva en julio hizo temblar las certezas del régimen de Robert Mugabe y los cimientos del país parecieron resquebrajarse cuando se unieron a la protesta los veteranos de la independencia, un colectivo con el prestigio ganado en la pelea contra los británicos en los años 70 del siglo pasado, que siempre apoyó al dirigente y que ahora es objeto también de las amenazas del líder nonagenario.
#Zimshutdown2016 es el hashtag que hizo furor en Twitter este verano a la par que la huelga se extendía: un desafío público a un partido y un presidente que ya llevan más de 35 años en el poder y que han conducido al país al estancamiento social, la decepción y la corrupción generalizadas y la ruina económica.
“Ya no tenemos miedo. Estamos preparados para derrocar al dictador”, decía Promise Mkwananzi, líder del movimiento #Tajamuka (“Nos levantamos/Nos rebelamos”) en plena huelga, lanzada por funcionarios sin pagar y que se extendió a cierres de comercios y "ciudades muertas" (huelgas generales). Médicos, enfermeras, profesores y otros funcionarios encontraron el apoyo del resto de su sociedad (conductores, comerciantes, vendedores callejeros, jóvenes) y endebles excusas de Mugabe, que achacó la demora de los salarios a problemas temporales. Los veteranos llegaron a organizar una rueda de prensa en la que solidarizaron con los huelguistas, acusando al gobierno de mala gobernanza y corrupción endémica y pronosticando la destrucción del tejido de la nación a sus manos. Los veteranos se han unido a algunos miembros del ejército para solicitar un cambio al frente del país en las elecciones del año que viene. Un viraje significativo, puesto que Mugabe tenía en ellos un escudo protector, sin fisuras, desde los años 80.
No hablamos de Zimbabue con frecuencia, pero lo cierto es que éste parece el colofón de un largo y accidentado proceso de toma de conciencia y movilización de sus ciudadanos. Sin alejarnos mucho del momento presente, hace apenas dos años que el activista y periodista Itai Dzamara se lanzó al ruedo de la protesta en la Plaza de la Unidad de Harare, poco antes de desaparecer supuestamente secuestrado y asesinado por agentes de seguridad del estado. Su hermano Patson lidera también el movimiento #Tajamuka y las acciones de protesta que continúan en el mismo sitio donde se manifestó Itai Dzamara antes de su desaparición. El año 2015 fue pródigo en pequeñas protestas sofocadas por la policía. Entonces llegó el salto cualitativo y cuantitativo denominado internet.
La protesta zimbabuense tiene hoy la cara del pastor Evan Mawarire, creador del hashtag #ThisFlag y que se ha convertido en un auténtico líder para miles de descontentos en redes sociales y calles.
La historia de Mawarire ya es conocida: puso su cámara a grabar, envuelto en la bandera de Zimbabue, y filmó cuatro minutos describiendo su desengaño y amargura por las promesas rotas y los fallos del gobierno Mugabe. “Cuando miro la bandera, no es un recordatorio de mi orgullo e inspiración, parece que sólo quiera pertenecer a otro país”, confesó entonces. Con 120.000 visitas en un sólo día y hashtag adjunto, se convirtió en trending topic y aglutinó y etiquetó la decepción de muchos de sus compatriotas.
Mawarire ha marcado el camino para otros también dentro del partido en el poder, ZANU-PF. Acie Lumumba siguió el ejemplo del pastor, utilizando el hashtag #digdeeper. Tras salirse de la estructura política gobernante, continúa la labor de zapa del régimen con vídeos en redes sociales, al tiempo que lanza un nuevo partido opositor, Viva Zimbabwe. Hoy florecen otros grupos de la oposición, como #Asijiki (“no retrocederemos”), que actúan en la Red y en las calles. A pesar de las amenazas, los asaltos, las intimidaciones y las detenciones, las protestas y los hashtags continúan.
Como sucede en Kenia o Costa de Marfil, no hablamos sólo de “clictivismo”: los hashtags traspasan las barreras virtuales para agrupar y organizar a la gente en la calle. Zimbabue tiene una penetración móvil de más del 95 % y acceso a internet de casi un 50 %, así que la batalla online es prioritaria también para el gobierno. Tras lanzar el contra-hashtag #OurFlag, el ejecutivo de Mugabe ha acusado directamente a Estados Unidos de ser el inductor de las huelgas y protestas ciudadanas, “como antes hizo en Túnez, Egipto y Libia”. Mugabe también ha amenazado con controlar los medios sociales, siguiendo el ejemplo chino. Hubo acusaciones de bloqueo del servicio de WhatsApp durante la huelga y las movilizaciones de este verano.
En cualquier caso y quizás porque se huele que el miedo cambia de bando y no hay barrera que contenga el hastío ciudadano, parece más posible que nunca la llegada de un cambio al gobierno de Zimbabue. Y las protestas prosiguen con un llamamiento a vestir de negro cada viernes...
Remember to take out your black outfits for tomorrow. Mourning the destruction of our beloved country #IWearBlackThisFriday#ThisFlag
El río Dja en el margen sur de la reserva / Chema Caballero
La reserva de la biosfera del Dja, en el sur de Camerún, es un paraíso natural rico en plantas y animales en el que los pigmeos baka han vivido durante cientos de años, pero es posible que en muy poco tiempo no quede nada de todo esto.
Los casi 20 millones de hectáreas de bosques tropicales que cubren más de la mitad de la superficie de Camerún representan el límite norte de la vasta extensión que supone la cuenca del río Congo, un área que ocupa el segundo lugar, tras la Amazonía, en tamaño y valor medioambiental a nivel mundial.
Parte de esto es la reserva del Dja, cercada casi en su totalidad por el río que le da nombre, que alberga una rica biodiversidad, incluyendo aproximadamente unas 10.000 especies de plantas tropicales y 107 de mamíferos, de las cuales cinco están en peligro de extinción. Además, es famosa por la gran variedad de primates que viven en ella.
Desde hace algunas décadas, la reserva del Dja está sufriendo una presión muy fuerte que hace temer por su degradación e incluso posible desaparición. Según la UNESCO, las mayores amenazas son la caza furtiva, las prospecciones mineras, la construcción de una presa sobre el río Dja, en Mekin, al norte del parque, y el establecimiento de plantaciones de palmeras de aceite, de caucho y otros monocultivos en sus bordes.
Mujer víctima de violencia de género en Sierra Leona / Salone Monitor
Según el último Índice Global de la Paz (GPI, por sus siglas en inglés) Sierra Leona es el quinto país más pacífico de toda África y el 43 a nivel mundial, de los 162 estudiados. El informe detalla que los 10 países menos violentos del mundo son Dinamarca, Austria, Nueva Zelanda, Portugal, República Checa, Suiza, Canadá, Japón y Eslovenia, (España está en el número 25), entre los cuales no hay ningún africano, cosa que no sucede entre los diez más violentos: Libia, Sudán, Ucrania, República Centroafricana, Yemen, Somalia, Afganistán, Irak, Sudán del Sur y Siria.
Los detalles de este estudio se pueden ver más detenidamente en el artículo “Un mundo menos pacífico”, porque aquí vamos a centrarnos en el caso de Sierra Leona, cuya posición en el ranking nos ha sorprendido considerablemente, al igual que a algunos analistas sierraleoneses.
Es verdad que desde el final de la guerra en 2002, los diferentes gobiernos que se han sucedido en el país han ido estabilizando la situación política del mismo, y, quitando periodos electorales, la violencia ha disminuido considerablemente en él, aunque actualmente algunos temas como la campaña “More Time” o la rampante corrupción denunciada por algunos artistas, puedan llevar a pensar que esta convivencia pacífica se pueda ver alterada en un futuro cercano.
Sin embargo, hay un dato que este informe, elaborado por el Institute for Economics and Peace, no parece tener en cuenta: la violencia de género. En Sierra Leona, las mujeres constituyen el 60 % de la población y muchas de ellas son víctimas de diferentes formas de este tipo de violencia: doméstica, sexual, incluyendo la violación de adultos y menores, dentro del matrimonio y en las escuelas, y mutilación genital femenina.
Hoy nuestro viaje es corto, nos movemos solo por Sudáfrica, Togo y Nigeria. Curiosamente, la mayoría de los artistas que aparecen en esta recomendación musical que os proponemos cada semana, llevaba tiempo sin sacar nada nuevo, estaba viviendo de las rentas de éxitos anteriores. Pero parece que ahora estos músicos ya se han puesto las pilas y han regresado con más fuerzas.
Mashayabhuqe KaMamba / Youthvillage
Mashayabhuqe KaMamba llevaba tiempo sin publicar nada nuevo; prácticamente desde que compuso uno de los mejores temas de 2015. Luego parece que se tomó un tiempo de descanso antes de emprender una gira por Europa que acaba de concluir hace poco. Una vez de regreso en Sudáfrica nos ofrece un nuevo tema titulado Sun City Flow. El vídeo que lo acompaña es una auténtica obra de arte, como suele suceder siempre con este artista. En este caso, se mete en el mercado negro y explora los elemento del odio y la explotación entre personas de una misma etnia y lo hace a través de un personaje de ficción llamado Zamalek Japan, un hombre perseguido por el sistema por defender su arte. Ante tanta incomprensión acude a un lugar sagrado a pedir a sus ancestros una respuesta.
Julio se instaló en Costa de Marfil dejándose lavar por los aguaceros intermitentes que barrían mansamente las calles de la capital económica del país, Abiyán, empujando a los marfileños a quejarse del frío en taxis y mercados. Parecía que #los200, el colectivo de ciberactivistas que denuncia ante el gobierno la carestía de la vida y la cesta de la compra y el sufrimiento del marfileño medio, había logrado hacer llegar sus quejas hasta la cabeza del estado, Alassane Ouattara, y que se reculaba para dar un respiro a la población. Ouattara responsabilizó a sus 43 ministros de la impopular decisión de subir la tarifa eléctrica, afirmó haber escuchado las protestas de sus ciudadanos y prometió reembolsos a los usuarios que se sentían saqueados por la compañía eléctrica. Pacificados por el discurso presidencial del Día del Trabajador y sin elecciones a la vista, todo se desarrollaba con normalidad en la Tierra de la Esperanza.
Lola Huete Machado. Redactora de El País y El País Semanal desde 1993, ha publicado reportajes sobre los cinco continentes. Psicóloga y viajera empedernida, aterrizó en Alemania al caer el muro de Berlín y aún así, fue capaz de regresar a España y contarlo. Compartiendo aquello se hizo periodista. Veinte años lleva. Un buen día miró hacia África, y descubrió que lo ignoraba todo. Por la necesidad de saber fundó este blog. Ahora coordina la sección Planeta Futuro.
Chema Caballero. Llegó a África en 1992 y desde entonces su vida giró en torno a sus gentes, su color y olor, sus alegrías y angustias, sus esperanzas y ganas de vivir. Fue misionero javeriano y llevó a cabo programas de educación y recuperación de niñ@s soldado en Sierra Leona durante dos décadas, que fueron modelo.
José Naranjo. Freelance residente en Dakar desde 2011. Viajó al continente para profundizar en el fenómeno de las migraciones, del que ha escrito dos libros, 'Cayucos' (2006) y 'Los Invisibles de Kolda' (2009), que le llevaron a Marruecos, Malí, Mauritania, Argelia, Gambia, Cabo Verde y Senegal, donde aterrizó finalmente. Le apasiona la energía que desprende África.
Ángeles Jurado. Periodista y escritora. Trabaja en el equipo de comunicación de Casa África desde 2007. Le interesa la cultura, la cooperación, la geopolítica o la mirada femenina del mundo. De África prefiere su literatura, los medios, Internet y los movimientos sociales, pero ante todo ama a Ben Okri, Véronique Tadjo y Boubacar Boris Diop, por citar solo tres plumas imprescindibles.
Chido Onumah. Reputado escritor y periodista nigeriano. Trabaja como tal en su país y en Ghana, Canadá e India. Está involucrado desde hace una década en formar a periodistas en África. Es coordinador del centro panafricano AFRICMIl (en Abuja), enfocado en la educación mediática de los jóvenes. Prepara su doctorado en la Universidad Autónoma de Barcelona. Su último libro se titula 'Time to Reclaim Nigeria'.
Akua Djanie. Así se hace llamar como escritora. Pero en televisión o en radio es Blakofe. Con más de tres lustros de carrera profesional, Akua es uno de los nombres sonados en los medios de su país. Residente en Reino Unido, fue en 1995, en uno de sus viajes a Ghana, cuando llegó su triunfo televisivo. Hoy vive y trabaja entre ambos países. La puedes encontrar en su página, Blakofe; en la revista New African, en Youtube aquí o aquí...
Beatriz Leal Riesco. Investigadora, docente, crítica y comisaria independiente. Nómada convencida de sus virtudes terapéuticas, desde 2011 es programadora del African Film Festival de NYC. Sissako, Mbembe, Baldwin y Simone la cautivaron, lanzándose a descubrir el arte africano y afroamericano. Su pasión aumenta con los años.