Los apagones en redes sociales se están convirtiendo en un instrumento más de control de la población, aparte de un método de manual de las autoridades de diferentes países para escamotear su realidad del panorama mediático de la aldea global. O, al menos, "borrarse del mapa" de manera temporal, hasta que el interés internacional por su situación se difumine.
Este verano, los apagones en redes sociales se han convertido en tendencia en el continente africano.
La práctica ha alcanzado nuevas cotas de refinamiento y obstinación en Gabón, además de protagonizar episodios más o menos surrealistas, como el que se vivió en Mali, donde no se podía acceder a Facebook ni Twitter tras una protesta popular en la calle que acabó con tres muertes a mediados del mes de agosto. #MaliOffline hizo su aparición en Twitter el día 17 por la noche, pespuntando los mensajes de la diáspora maliense. Compartía protagonismo con #RasBath, un hashtag en honor al rapero y activista cuya detención había provocado dichas protestas y muertes. En este caso, los tuits se ilustraban con vídeos de movilizaciones y fotos de una supuesta represión policial. Ras Bath había convocado a los jóvenes malienses a manifestarse ante el tribunal donde le juzgaban precisamente a través de las redes sociales.
Mali es el penúltimo eslabón de una práctica que ya funcionó en la Uganda de las elecciones presidenciales de febrero de este año y también en Burundi durante la contestación ante el tercer mandato de Pierre Nkurunziza y las elecciones. Chad y la República del Congo son otros dos ejemplos contrastados de la práctica. El último caso es -repetimos- el de Gabón, extirpado cuidadosamente del mundo virtual durante casi todo septiembre tras unas elecciones contestadas.
La campaña Keep It On documenta estos apagones en seis países africanos en 2015: República Democrática del Congo, Níger, Togo, Argelia, República del Congo y Burundi. Argelia reincide en el primer semestre de este año, acompañada por Chad, Uganda y Etiopía. Pero la impresión que uno recibe al consultar las hemerotecas es que el ritmo de los apagones se ha acelerado este verano y que, en un contexto en el que se acepta con normalidad la práctica, Gabón oposita a campeón de la desconexión, tras las elecciones que se celebraron a finales de agosto.
La mayoría de los apagones se producen en contextos electorales, puesto que las elecciones africanas son un territorio especialmente proclive a la utilización de hashtags, las movilizaciones que conectan lo virtual y la calle, el control al poder y la participación ciudadana. Un activismo que provoca una reacción contundente por parte de cada vez más gobiernos, en forma de apagones de WhatsApp, Twitter o Facebook.
Los africanos utilizan las redes de una forma mucho más politizada que otros ciudadanos del planeta y el intento de control en unos universos tan efervescentes como los virtuales es una tentación demasiado fuerte a veces. Una tentación en la que también se fracasa, como ya sucedió este verano en Zimbabue, donde la huelga general se organizó entre las redes sociales y la calle a pesar del apagón de WhatsApp. Algo que las autoridades pretenden evitar en el futuro fijándose en el ejemplo chino y creando sus propias redes sociales.
Un estudio de Portland Communications subrayaba en 2015 la fuerte carga política de las redes sociales en África. El porcentaje de tuits políticos en ese año superaba el 8 % en el continente y apenas llegaba al 2 % en Reino Unido y Estados Unidos. Aunque –al igual que sucede en el resto del planeta– los temas más frívolos y el uso lúdico de las redes sociales imperan en África, con un 20 % de los hashtags del año, la política motiva uno de cada diez hashtags populares en el continente. El volumen de tuits geolocalizados en África se ha multiplicado por 34 en apenas tres años.
Además del caso gabonés que ponía la puntilla al estío y el exótico caso maliense, este verano se rumoreó que se había conseguido establecer el bloqueo de WhatsApp en Gambia, país que celebrará elecciones en diciembre y en el que triunfa la contestación etiquetada con el hashtag #JammehFacts. También se denunciaron cortes en el servicio de internet en la pacífica Zambia, que testimonió protestas ciudadanas en el marco de las últimas elecciones, celebradas el mes pasado y en las que triunfó Edgar Lungu.
Por si fuera poco, se sumó al carro del debate sobre la necesidad de estos apagones la muy democrática Ghana, ejemplo de estabilidad política para la región. El presidente John Dramani Mahama tuvo que desmentir este verano al inspector general de policía, John Kudalor, que propugnaba ese apagón durante unas horas en la jornada de las elecciones del próximo mes de noviembre, a fin de evitar la desestabilización del país a través de informaciones falsas. Uganda y Nigeria ya habían adelantado su intención de controlar las redes sociales de una manera más seria durante 2016.
Expertos como Tecla Mbongue, analista en Ovum, explican los gobiernos no tienen la capacidad física o técnica para bloquear páginas, teléfonos o textos, así que transmiten unas órdenes muy precisas a las compañías proveedoras de internet en sus respectivos países. Así sucedió con MTN y Airtel en la República del Congo, por ejemplo, aunque no pudo lograrse en la primavera egipcia por la variedad y multiplicidad de empresas de este tipo.
Hay formas de saltarse los apagones y la censura gubernamentales, como las Redes Virtuales Privadas (VPN por sus siglas en inglés). En países como Uganda, que lleva dos bloqueos de redes sociales en el plazo de apenas tres meses, se han dado casos como el de un líder de la oposición recomendando la descarga de una de estas aplicaciones, Tunnel Bear, el día de las elecciones presidenciales. Las doce aplicaciones más descargadas en el país en los días inmediatamente posteriores a esas elecciones fueron precisamente VPN. El sistema redirige al usuario a otro país donde no exista un bloqueo y triunfó en el caso ugandés. Sin embargo, también es cierto que países como la República del Congo o Chad pudieron "apagar" internet y las redes telefónicas para evitar sorpresas. Completamente y sin dejar alternativas a sus ciudadanos.
La excusa tradicional de los países que se decantan por los apagones en redes sociales -Uganda, Etiopía, República del Congo- es la seguridad y la lucha contra el terrorismo, obviando el hecho de que la movilización ciudadana ha servido, en casos como #NigeriaDecides o #sunu2012, para que las elecciones y el juego político se desarrollen de manera limpia, pacífica y transparente.
También se obvia la disrupción para la economía y pérdidas que, en el caso de Uganda, por ejemplo, y según Access Now, llegaron a 25 millones de dólares en un sólo día de bloqueo de las redes sociales y la telefonía.
En cualquier caso, parece que los apagones en redes sociales y mensajerías están aquí para quedarse. Sobre todo, cuando en el horizonte se perfilan nubes de tormenta en países como la República Democrática del Congo y más motivos de contestación social, ya sean cambios constitucionales, terceros o cuartos mandatos, elecciones o ausencia de ellas.
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