La contaminación del aire se ha convertido en el cuarto factor de riesgo de muertes en todo el mundo. Las principales víctimas son los niños y los ancianos, pero también tiene una repercusión directa en en el detrimento de ingresos para las mujeres y los hombres en edad laboral. La pérdida de vidas es trágica. El coste para las economías es grande. Es en África donde el problema es más grave debido a la falta de escrúpulos de las compañías de distribución de carburante y a la falta de normativas que las controlen.
Un nuevo informe del Banco Mundial y del Institute for Health Metrics and Evaluation (IHME) titulado The Cost of Air Pollution: Stengthening the economic case for action, publicado a principios de septiembre, trata de estimar el coste de las muertes prematuras relacionadas con la contaminación del aire para fortalecer la toma de decisiones que puedan evitarlas en el actual contexto mundial de escasez de recursos. Se estima que 5.5 millones de personas perdieron la vida en 2013 debido a enfermedades asociadas a la contaminación del aire causando mucho sufrimiento humano y grandes pérdidas económicas, las cuales se calculan en unos 225 mil millones de dólares de pérdidas a la economía mundial solo en ese año.
La polución del aire es un problema que amenaza el bienestar humano básico, daña el capital natural y físico y limita el crecimiento económico. La solución a este problema estaría en ofrecer más apoyo a las ciudades y dedicar más recursos a las fuentes de energía limpias para mejorar la calidad del aire. Así se reducirían las emisiones peligrosas, se frenaría el cambio climático y se salvarían vidas.
Las muertes relacionadas con la contaminación del aire han aumentado en las grandes urbes que están grandemente contaminadas. No olvidemos que África es el continente donde la urbanización crece a un ritmo más rápido, por lo que presenta mayor peligro que otras regiones del mundo.
Las partículas de azufre emitidas por un motor diesel son consideradas como uno de los mayores causantes de la contaminación del aire, que la Organización Mundial de la Salud (OMS) estable como uno de factores de riesgo más altos para la salud. Se asocia a enfermedades del corazón, cáncer de pulmones y problemas respiratorios.
La OMS dice que la contaminación es particularmente nociva en los países de bajo y medio ingresos. Por tanto, disminuir los contenidos de azufre en el diesel ayudaría a reducir los peligros que la contaminación del aire produce.
Coincidiendo con la publicación de este informe se ha conocido que el combustible que se considera demasiado sucio para Europa es exporta a África. El pasado 15 de septiembre, la organización Public Eye (anteriormente Berne Declaration) lanzaba un informa titulado Dirty Diesel. How Swiss Traders Food Africa with Toxic Fuels, en el que critica a empresas suizas por sus vínculos con el comercio de diesel con niveles de azufre que son ilegales en Europa con África. Para ello se aprovechan de las débiles regulaciones existentes en esta materia en el continente.
Este tipo de combustible hace tiempo que fue prohibido en Europa y está contribuyendo a la rápida contaminación del aire en las ciudades africanas, al mismo tiempo que pone en peligro la salud de millones de personas. Por eso, Public Eye y sus socios en África Occidental piden a las compañías responsables de esto, que tienen sede en Ginebra, que solo vendan combustible que se ajuste a las normativas europeas en sus operaciones en todo el mundo.
El informe cita de manera explícita a Vitol, Trafigura, Addax and Oryx y Lynx Energy, todas ellas accionistas en el negocio de distribución y venta minoritaria de combustibles.
Cuando Public Eye contactó con estas empresas, todas contestaron que cumplían con las leyes de los países en los que operan y que no tenían ninguna intención de alterar lo niveles de azufre.
Es verdad que las leyes de los países donde se venden estos combustibles permiten esos altos niveles de azufre, pero también lo es que pueden aumentar el riesgo de las enfermedades relacionadas con la contaminación.
La pregunta es por qué las regulaciones de esos países son tan permisivas. El informe dice que la situación está cambiando en todo el mundo, pero que en África todavía hay países que permiten la venta de diesel con un contenido de azufre mayor a 2.000 partes por millón (ppm), con algunos que consienten que se llegue a 5.000 ppm, cuando en el estándar europeo es de menos de 10 ppm.
En declaraciones a la BBC, Rob de Jong, del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Unep), dijo que existe una falta de conciencia entre los legisladores sobre lo que el contenido de azufre en el diesel significa.
Hay tres elementos a tener en cuenta para comprender por qué la mayoría de los países africanos son reluctantes a cambiar sus legislaciones:
- Durante mucho tiempo, los países se basaron en las normas de la época colonial, que solo se han empezado a revisar en los últimos años. Por ejemplo, en 2015, la Comunidad de África del Este introdujo una nueva regulación por la que el diesel no puede tener más de 50 ppm en Kenia, Uganda, Ruanda, Burundi y Tanzania.
- Otro problema es que los países que tienen refinerías son incapaces de reducir los niveles de azufre a los aceptados por las normas europeas. Eso significa que las leyes del país se mantienen en el nivel al que las refinerías pueden funcionar.
- El tercer factor que entra en juego es que algunos gobiernos están preocupados de que un diesel más limpio sería más caro lo que provocaría una aumento en el precio del transporte. Esto no parece ser así, ya que la diferencia sería mínima y que la fluctuación del precio del petróleo tiene mayor impacto en el precio del diesel que la reducción del azufre.
Lo cierto es que las compañías distribuidoras de diesel se aprovechan de esta situación y, según Public Eye, violan el derecho de la población africana a la salud. Un estudio de Naciones Unidas afirma que la población africana de las grandes ciudades sufre el aumento más rápido de todo el mundo de los niveles de contaminación del aire.
El International Council on Clean Transportation (ICCT), estima que para 2030 en África se producirán tres veces más muertes por partículas en el polvo relacionadas con el tráfico que en Europa, Japón y Estados Unidos conjuntamente.
Para poner fin a esta situación, los gobiernos de los países afectados necesitan establecer normas más estrictas. Pero también, las compañías distribuidoras de diesel deben respetar los derechos humanos en todos los países donde operen.
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