Este es un blog internacional no siempre madrugador; una revista de prensa de medios tradicionales y no tan tradicionales que circulan por Internet, incluyendo las redes sociales. El objetivo es guiar al lector de lunes a viernes entre las informaciones relevantes del día sin descuidar el contexto.
Sobre el autor
Nací en otro siglo, en Venezuela, mitad español, mitad inglés. Siempre me gustaron las noticias internacionales. Con El País he viajado a guerras en medio mundo. He aprendido mucho, sobre todo a escuchar.
Bahréin. Una mujer fotografía delante de un cartel que reza: "No detengan a los periodistas". Las imágenes independientes son la única arma ante la propaganda oficial. / HASA JAMALI (AP).
Actualizado a las 18.54 /
-Avanzan las fuerzas antiGadafi hacia Trípoli y los muertos empiezan a cambiar de bando. Los vivos también; los vivos libios desertan y los vivos diplomáticos modifican sus simpatías y apoyan con entusiasmo retroactivo a los aparentes vencedores. Lo ha hecho Hillary Clinton; también, la UE.
El asunto de los muertos preocupa mucho a las organizaciones humanitarias. Temen los ajustes de cuentas cuando el régimen se desmorone. También temen por los inmigrantes negros que pueden ser (y son) confundidos por mercenarios prorrégimen. Hay noticias de que varios de estos soldados de la fortuna, en este caso, de la mala suerte, han muerto en combates o asesinados.
Rodando profundadamente, Adele; lo importante es la voz, la emoción con la que canta.
Cantar y escribir ante un mundo aparentemente vacío, cubierto por plásticos que nadie desvela. Arena y plástico, casi jaima. Vasos que se colman en espera de la última gota, que se derraman. El agua hierve a 100 grados. Cuando hierve todo el mundo sabe que está hirviendo. El mundo árabe se ha sido calentado ante nuestros ojos. Nadie miraba, nadie sabía lo que estaba pasado. Ni los gobernantes ni los políticos ni los periodistas. Ahora que el Magreb y Oriente Próximo hierven todos saben que el mundo árabe hierve. Pero seguimos sin saber por qué.
Conocí hace años a un hombre que presumía de tener una vida portátil. Su lema era: si cabe en un taxi soy libre. Medía la riqueza en la escasez, en la ausencia de necesidades. Cuanto menos se tiene, menos se pierde. Acumulamos porque en esta sociedad del Primer Mundo poseer mucho es sinónimo de éxito. Se trata de un síndrome de diógenes colectivo. Hay países y situaciones que permiten una estabilidad geográfica: uno llega de joven a una ciudad y se queda en ella toda la vida apilando trastos inservibles. En otros mundos, el nomadismo no es una opción, es una forma de supervivencia: pastores que van y vienen como aves; unos, en busca de pastos; otras, de tierras cálidas.
De Libia llegan imágenes de derrotas. Más allá de los muertos y heridos, conmueven los expulsados: desplazados, refugiados, trabajadores que regresan a casa sin quererlo, y que regresan sin sueldo, sin presente, sin pasado. No son hombres libres, personas que eligen, que miden la riqueza en la escasez o en lo que cabe en un taxi. Los que aparecen en esta foto son naúfragos. En la maleta abombada no hay joyas ni objetos de valor... En esa maleta negra solo viajan los sueños perdidos. El hombre que carga con ella avanza encorvado, aplastado; los sueños abandonados le pesan como pesadillas. Le imagino arrastrando los pies sobre una arena sucia de frontera, la de Ras Jdir en Túnez, donde una marca invisible separa dos revoluciones, una que se sangra, otra que la roban.
Muamar el Gadafi se ha aparecido supuestamente a sus seguidores en la Plaza Verde de Trípoli y les ha dicho que es uno de ellos y les ha invitado a vivir la vida con dignidad y luchar contra el imperialismo italiano. También ha prometido armar a las tribus en una lucha por la independencia frente a las potencias extranjeras. La promesa de armas llega tarde: en el Este ya se las han apropiado. Sorprende su rápido olvido del amigo Silvio Berlusconi.
Durante la retransmisión de la televisión oficial, la cámara ha enfocado un reloj con la intención de demostrar que la alocución era en directo, aparentemente a las siete de la tarde hora local (seis en la península en España). Miles de personas le han vitoreado armados de fotografías de su héroe y banderas revolucionarias, las verdes. El realizador no ha ofrecido una perspectiva completa de la plaza. Ya sabe: las cámaras las carga el diablo. No sabemos quiénes son los que le han aclamado. ¿Seguidores? ¿Mercenarios? ¿Profesionales del entusiasmo? ¿Fieles traídos del sur? A un régimen que ha dado muestras de maestría en el arte de la manipulación no se le puede conceder el beneficio de la duda.
Esta es la versión de TeleSur, la antiCNN creada por Hugo Chávez:
Actualización a las 16.00/ Los viernes, día de rezo en el mundo musulmán, tienen desde hace un mes y medio un valor laico añadido: son también días de hartura, de la dignidad, de exigir derechos; días de impulso para millones de descontentos. Si la crisis devora empleos en Occidente, en el Segundo y Tercer Mundo devora esperanzas.
-La revolución libia se está contando a golpe de imágenes grabadas por teléfono. Los periodistas extranjeros, considerados por el régimen agentes de Al Qaeda, se abren poco a poco paso desde el Este. Empiezan a llegar las versiones independientes y contrastadas. El diario italiano Corriere della Sera ha colocado a un reportero en Trípoli; pertenece a un grupo de informadores italianos invitado por la embajada libia en Roma. Pese a ser VIP, Fabrizio Caccia tuvo un incidente ayer: fue golpeado por fuerzas pro Gadafi. Su crónica en ingles está en The Guardian.
Muamar el Gadafi no se rinde. No puede rendirse porque le va la vida. Con los dictadores que juran luchar hasta la última gota de su sangre nunca se sabe. Los hay que no esperan y en el último instante deciden salvarse y saltan del barco que se hunde o al avión que escapa. Otros apuran tanto su suerte que acaban colgados, como Benito Mussolini. Es esencial medir los tiempos, los amigos y el compás de los acontecimientos. Un dictador listo muere en la cama.
En Libia hay revolución y guerra civil. La situación cambia de una aldea a otra. Fluyen las noticias contradictorias y comienza la competición mediática por alcanzar el mayor número de muertos. Es necesario no precipitarse y recordar el error de Timisoara. En Egipto y Túnez hubo revueltas que pueden alcanzar la categoría de revolución; todo dependerá de las urnas. Una revolución necesita un cambio real de régimen para ser una revolución.
La batalla de Trípoli podría ser el título de una película; de momento, es la realidad que se cierne sobre la capital de Libia, una ciudad fantasma dominada por mercenarios y policías por Gadafi. Para saber más de lo que sucede, la crónica de Robert Fisk, corresponsal veterano del diario The Independent en Oriente Próximo. Por la lectura de su texto, muy centrado en el caos del aeropuerto, entró en un avión destinado a evacuar extranjeros y tras una pequeña vuelta por la ciudad salió en el mismo avión: Tripoli: a city in the shadow of death.
El ministro de Justicia de Muamar el Gadafi, Mustafa Abdel-Jalil, asegura tener pruebas de que el líder libio ordenó el atentado contra el vuelo 103 de Pan Am que explotó sobre Lockerbie: 270 muertos. Más en esta pieza en la web de Al Jazeera.
Interesante análisis de AllGov sobre derechos humanos e intereses económicos. Sostiene que Bahréin es el único país de los cuatro de mayoría chií en el que esa mayoría no está en el Gobierno.
El rey Abdullah, a su llegada ayer a Ryad. HAMAD OLAYAN (AFP).
¿Es todo fruto de la hartura de los jóvenes árabes, de la pérdida simultánea y colectiva del miedo? ¿Es Mohamed Bouazizi la mecha que prende un incendio global televisado por Al Jazeera, una cadena con auctóritas en la calle musulmana? Fidel Castro es de los que ven una mano negra, es decir, estadounidense, detrás de las revueltas y sostiene que EEUU se dispone a invadir Libia para defender sus intereses petroleros. Los amantes de las teorías conspirativas han encontrado en estos acontecimientos un filón. Los hay que apuntan a un plan judío-norteamericano cuyo objetivo final es Irán.
La realidad es casi siempre menos sofisticada.
La anterior Administración, la de W. Bush, se sacó de la manga una mano negra bien larga y guerrera para expulsar del poder a un dictador infiel, Sadam Husein. El precio fue alto en vidas civiles en destrucción de un Estado. Aunque uno de los argumentos para defender la guerra era la democratización en cascada de Oriente Próximo no hay, de momento, un solo dato que pueda avalar este resultado. ¿Es Irak una democracia? Casi ocho años después de la invasión, el país resultante tras pasar una guerra civil entre chiíes y suníes con miles de muertos está más cerca de los intereses estratégicos de Irán que los de Washington.
No parece que los extraordinarios acontecimientos que estamos viviendo tengan que ver con aquella invasión. Están sucediendo a pesar de la invasión.
Actualizado a las 23.10 / Muamar el Gadafi es un tipo excéntrico. A muchos dirigentes occidentales les gustaba porque tenía petróleo, se disfrazaba, era efusivo y prefería una jaima a un hotel de cinco estrellas. Cuando Gadafi está en Libia sucede lo contrario; allí, sin cámaras de televisión, le gustan menos las jaimas y más los palacios ajaimados. Libia es un país doblemente rico: rico en petróleo y rico en pobres: el 30% de su fuerza laboral está en paro y un tercio vive por debajo del umbral de pobreza. El Gadafi excesivo se sentía fuerte: había pagado muchos millones de dólares por limpiar su hoja de conducta. Se creía inmune, hasta la semana pasada.
Su ideología no es verde ni revolucionaria ni de tercera vía. Su ideología pertenece a la vía más transitada por los dictadores: aferrarse el poder a cualquier precio. El precio de sangre lo están pagando desde el jueves 17 de febrero cientos de libios. Saif el Islam Gadafi, cuyo único cargo y mérito en el organigrama del Estado es ser hijo de quien más manda, del mandamás, elevó el domingo el envite del régimen: sumisión o guerra civil. La calle respondió: derrocamiento o muerte.
La represión de la revuelta de Libia es brutal y desprorcionada: ametralladoras, helicópteros... Gadafi está políticamente muerto tras 42 años en el trono. Los dictadores políticamente muertos son mucho más peligrosos de los dicatdores que se creen políticamente vivos: saben que pelean por su supervivencia; los segundos están en Babia.
La UE parece que ha aprendido de los acontecimientos revolucionarios que se viven desde enero en el mundo árabe y hoy ha aprobado el texto de una condena tan firme como ineficaz a corto plazo. Ineficaz para los que aún van a morir hasta lograr el cambio.
Es arriesgado hablar en tiempos de tanta mudanza súbita. Es difícil averiguar por dónde soplará el viento y quién será el ganador. Toda una vida política de sumisión o un acuerdo comercial ventajoso jugados en la ruleta. Hay señales subyacentes que dibujan una tendencia: el ministro de Justicia libio y los embajadores en China, Bangladesh, India, Reino Unido, Indonesia, Polonia y Liga Árabe, entre otros, han presentado la dimisión en protesta. Es una huida, como la de los pilotos de los Mirage a Malta. Cuando todos sienten la urgencia de distanciarse es la prueba de que al régimen le queda horas, o días. No más.
Pío Cabanillas, gallego y exministro de UCD en los tiempos de la Transición en España, pronunció una frase célebre: "Estamos ganando pero aún no sabemos quiénes", que sirve para Libia. También para Bahréin, Yemen e Irán.
Música del desierto: aire cargado de arena que arranca el disfraz a los histrónicos, a los que sobreactúan y payasean, a quienes se recibe con sonrisa, jaima y pleitesía. Un viento que deja al descubierto al impostor mediático. De Lookerbie a Bengasi, desprecio. No hay sinómimos para quien dispara contra su propio pueblo.
Música rai odiada por los radicales, por los islamistas argelinos, música de libertad y esperanza. Música para los que salen a la calle en Manamá, Argel, Rabat, Aden o Wisconsin porque perdieron el miedo al miedo y a la gente que vive de darse importancia y boato.
Música para un buen domingo. Feliz Día de la Dignidad.