Cerca de la zona de exclusión de Chenóbyl. SERGEY PONOMAREV (AP).
Diez escolares de una escuela de Rudo realizan un ejercicio de simulación de una emergencia nuclear. Veinticinco años después de Chernóbyl, la seguridad descansa en unas viejas máscaras herederas de un imperio que se desmoronó como un castillo de naipes, piedra a piedra en la frontera ideológica de Berlín.
La clase de los alumnos está semivacía. Muestra unos pupitres demasiado limpios. Parece más un escenario para una fotografía de aniversarios que un centro de estudio. Los alumnos posan, parecen soldados en posición de firmes que miran al objetivo del fotógrafo. Todos, menos uno que observa a los que están a su lado. En primer plano, un joven con jersey de surcos mira a la cámara. Él es la prueba de que la máscara produce distorsiones en el cerebro: chicos normales se convierten en maquiníes, en témpanos fabricados en vieja la URSS.
Es probable que esta alteración fotográfica de la realidad muestre la realidad que no se ve, la que discurre silenciosa cuando el fotógrafo no está. Alumnos con máscara antigás y unas bandas que cruzan sus pechos. Son bolsas para guardar las máscaras. No se muestran otros elementos de seguridad: un traje, unas botas especiales; tal vez su única seguridad sea un mapa con ruta de escape. ¿Mapas soviéticos para sobrevivir en la nueva Ucrania?
Al fondo de la clase, dos carteles; el de la izquierda parece tratar de personas, de grupos, de geografía humana; el segundo, de armas, en el que sobresale el célebre Kaláshnikov.
Máscaras, armas, accidente nuclear. Hoy, con el de Fukushina aún en marcha, todavía se escuchan voces que sostienen que la energía atómica mata menos que los terremotos. Las estadísticas de Chernóbyl, les desmienten. Las fotos de los supervivientes, también. Más que los muertos, cuentan los vivos, como aquellos liquidadores que se jugaron la vida, y muchos pagaron con ella, y a los que el nuevo Gobierno ucraniano quiere recortar los beneficios sociales. En 25 años no desparece la contaminación, solo la memoria.