David Cameron, el joven primer ministro del Reino Unido, solo 15 meses en el Gobierno, tiene problemas. Empieza a sentir el calor del incendio que está devorando directivos, jefes policiales y parte de los negocios periodísticos de su aliado y amigo Rupert Murdoch. Las relaciones entre Cameron y el poderoso imperio murdochiano, sus relaciones concretas con Rebekah Brooks y Andy Coulson, ambos directores del ya difunto 'The News of the World' en los tiempos de las escuchas, están por aclarar.
'The Independent', un periódico de calidad, ofrece algunos datos para el debate: Cameron se reunió en los 15 meses que lleva en Dowing Street 26 veces con ejecutivos de News Corporation (empresa de Murdoch). La relación parece fluida; quizá, demasiado íntima.
Aunque el escándalo estalla por una exclusiva del 'Guardian', como explica su director, los métodos del periodismo basura eran conocidos y reconocidos desde hace ocho años. Lo ocurrido no debería ser una sorpresa; lo sorprendente es la impunidad.
Brooks y Coulson reconocieron en 2003 que su medio pagaba a la policía, eso sí, "dentro de la ley". Nadie se escandalizó, ni preguntó cómo es posible sobornar dentro de la ley. Las respuestas van llegando, tarde, pero llegan con las dimisiones de dos jefes policiales: el responsable de Scotland Yard, Paul Stephenson, y su segundo, John Yates.
Coulson fue el primer jefe de comunicaciones de Cameron, un cargo de extraordinaria importancia, como bien sabe Alastair Campbell. Coulson dimitió al darse a conocer el caso de las escuchas; el objetivo era evitar males mayores. Fue una dimisión preventiva. Por lo que se sabe hoy, ha sido una dimisión ineficaz: no cortó el fuego, lo aviva.
Tras su victoria electoral, Cameron parece, por primera vez, vulnerable.
La salud de una democracia se mide en la eficacia de sus instituciones, en la capacidad de perseguir y castigar la corrupción; también se mide en una sociedad civil que rechaza la mentira. Hay países que por tradición son más dados a cortar los excesos, a penalizarlos en las urnas. En el Reino Unido es impensable que miembros de un partido jaleen a uno de sus presidentes regionales procesado por un caso de corrupción. Antes de conocer la sentencia, hay un hecho incontestable: el presidente, mintió.
La competencia entre una prensa responsable y una sensacionalista, basura, sin códigos éticos, es dura, frontal, y más en tiempos de crisis. Con el imperio tambaleante, los diarios de referencia se han lanzado a degüello: es noticia, es el mercado.
La evolución del 'caso Murdoch es una demostración de que la democracia es capaz de limpiar sus cloacas, eso sí, solo cuando estas han sido expuestas a la luz pública. Nadie es perfecto, ni siquiera el Reino Unido ni Scotland Yard. Basta recordar el caso De Menezes, un asunto vergonzoso en la estela de los atentados terroristas de Londres de 2005
El primer ministro Cameron trata de pasar al ataque y ha anunciado una sesión extraordinaria del Parlamento británico. Mientras, los medios televisión del imperio del nuevo ciudadano Kane, hacen malabares entre la imagen de independencia y las exigencias de la propiedad. Sobre todo la inenarrable Fox News, que no tiene dudas.
No es solo un combate entre el periodismo que informa, comprueba y se rige por principios frente al del todo vale, es el combate entre el derecho de los ciudadanos a una información veraz, y el abuso de poder, el Gran Hermano (no confundir una de las grandes novelas de George Orwell con un programa basura bastante conocido).
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Publicado por: SELENA GOMEZ | 18/07/2011 19:46:36