Hay imágenes que son un deja vu: las del asalto de la embajada británica en Teherán -consentidas por la policía iraní- recuerdan a la toma de la legación de Estados Unidos en 1979. Esta vez no hubo captura masiva y exhibición de rehenes; aunque el gesto es similar, los tiempos y los motores son otros. Para The Wall Street Journal es la consecuencia de las luchas internas en el régimen.
Al grito de "muerte a Inglaterra", cientos de estudiantes apoyados por los basiyis, milicia paramilitarizada experta en represión de manifestaciones, tomaron durante horas las instalaciones, quemaron vehículos y banderas, saquearon oficinas. Pero no está todo perdido: en el asalto, los estudiantes exhibieron iconos del 'Gran Satán' (es decir, de EEUU), como este fotograma de la película Pulp Fiction de Tarantino.
La prensa británica trata de restar transcendencia a lo ocurrido, incluso la sensacionalista. Solo el Mail on line habla de seis rehenes liberados después por la policía. El Telegraph sostiene que es un acto grave que hunde las relaciones entre los dos países. Massoumeh Torfeh escribe en The Guardian que la causa, la chispa, es el embargo bancario decretado por Londres.
Robert Fisk asegura en The Independent que las sanciones son la parte amable de las relaciones entre Irán y el Reino Unido. Jon Lee Anderson escribe en The New Yorker sobre los porqués del odio iraní a los británicos.