Veinticinco de los veintisiete países de la Unión Europea han acordado un pacto fiscal que representa la 'ilegalización' de las teorías de Keynes: condenan el déficit público como instrumento de crecimiento y creación de empleo. Ese déficit no podrá sobrepasar, por ley constitucional, el 0,5% del PIB. La mayoría de los firmantes se encuentran muy lejos del objetivo por lo que se esperan nuevos recortes del gasto público, recortes sociales y, tal vez, aumentos del impuestos para cuadrar las cuentas. Solo se oponen Reino Unido y República Checa, dos territorios tradicionalmente euroescépticos.
Economistas declaradamente keynesianos como Paul Krugman sostienen que esto es un suicidio, que son los recortes los que conducen a una nueva recesión: "El desastre de la austeridad". Chris Burns pregunta en un programa de Euronews si la medicina está matando al enfermo. The Washington Post tampoco parece confiar en la eficacia de lo acordado en Bruselas. Joaquín Estefanía asegura que la crisis también ha provocado un deterioro de la calidad de la democracia.
The Economist expresa sus dudas sobre la dirección tomada; lo explica muy bien la viñeta que encabeza el post del blog Carlomagno. Los recortes deberían llegar en los tiempos de bonanza, sostiene la revista, uno de los iconos liberales. Está en la línea del FMI, que propone poner énfasis en el crecimiento para crear empleo, el verdadero problema en una UE con 23 millones de desempleados. Según Cinco Días, los líderes han aprobado un plan de acción que carece de presupuesto.