Ramón Lobo

Los dedos que aprenden

Por: | 16 de junio de 2012

PeticionImagen(165)
Mahmud Hams (AFP)
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El libro sagrado parece más grande que la niña que lo memoriza, un símbolo quizá de la insignificancia de las personas ante lo sagrado. La niña no puede leer con los ojos, necesita los dedos, el contacto. Con el índice de la mano izquierda recorre los seis puntos del alfabeto Braille en busca de letras y palabras, de emociones. La niña es ciega y palestina; vive en Gaza. Viste un pañuelo plateado y un gabán que cubre los brazos hasta los puños. Otro símbolo; este, de rigor religioso. La única fantasía consentida en un centro de estudio y rezo son las lentejuelas del adorno.

Su vida debe de ser dura, como la de miles de niños palestinos de la franja de Gaza: escasez de agua y electricidad, pobreza, superpoblación, bombas; un mundo cercado. Su miedo es ciego; quizá mayor porque multiplica los motivos del miedo, o menor porque no se deja asustar por las imágenes, por lo que los demás ven, por sus fantasmas.

Tener una minusvalía en el Primer Mundo es un obstáculo; en África, en el Tercer Mundo, una condena, un lastre. La niña que lee con los dedos tiene una escuela, una mesa y un libro adaptado a su discapacidad. La imagen transmite cotidianidad por encima del odio y la guerra; también, esperanza. La niña del rostro escondido y un pañuelo iluminado sobre la cabeza aprende algo más que El Corán; aprende a leer, su camino para intentar ser libre.

Hay 5 Comentarios

Si esta imagen tuviera necesidad de ir acompañada de palabras, sin lugar a duda serían las del artículo.

Es la historia mas bonita que he leido hace mucho.Se mezclan tantas cosas,tantos sentimientos!.
Me encantas Ramon,a partir de ahora te leere siempre.
Conozco algo los paises arabes,otras culturas,y no todo es machismo,te lo aseguro.
Besos Ramon y animos para seguir haciendonos vibrar.

Aunque Gaza no es África, sí es el tercer mundo, pero es curioso como el primer mundo en cuestion de kilómetros se torna en tercero, por la decisión del hombre.
El Corán no fué escrito, sino transcrito. Y dice más de lo que se lee, sea con los dedos o con los ojos.

Mas bien, son los dedos que no aprenden a conocer quien escribió lo que está tocando. La pena es que, con vista o sin vista, la mujer en la sociedad ultra-machista es una simple esclava del varón.

También percibo algo de decadencia. La esperanzadora decadencia de lo absurdo.
http://elbuhopardo.blogspot.com.es/

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Sobre el autor

Nací en otro siglo, en Venezuela, mitad español, mitad inglés. Siempre me gustaron las noticias internacionales. Con El País he viajado a guerras en medio mundo. He aprendido mucho, sobre todo a escuchar.

Eskup

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