Salvador Camarena

¿Un colaborador incómodo de EPN?

Por: | 13 de diciembre de 2012

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Mensajes en twitter el 12 de diciembre de 2011 del priísta Héctor Pablo Ramírez Puga Leyva, quien exactamente un año después es nombrado funcionario de Sedesol. Hace 12 meses se burlaba de "Domitila", hoy dice también en esa red social que se enorgullece de que ayudará a combatir el hambre.

Los priístas solían ser famosos por examinar muy bien los perfiles de aquellos a quienes iban a invitar a colaborar. A manera de ejemplo comparto una anécdota que me contaron hace tiempo. Según esa versión, cierta vez un presidente de la República surgido del PRI hizo que le visitara un candidato a un puesto importante en el partido. Ceremoniosos como son los tricolores, primero hubo parabienes y gestos de cortesía, luego el mandatario fue claro y dijo algo así como lo siguiente: "Licenciado, usted será nombrado para un puesto relevante. Lo van a atacar. En este fólder está toda la información que tenemos sobre usted. Se lo dejo. Revíselo. Si hay algo que no sepamos inclúyalo, y yo seré el primero en defenderlo cuando lo ataquen. Pero si nos oculta algo, y con el tiempo es descubierto, yo seré el primero en no estar de su lado. Tómese su tiempo".

Al presidente Enrique Peña Nieto no le ha ido mal, en términos de opinión pública, con respecto al gabinete con que ha arrancado su gobierno. Su primera alineación es una que, es cierto, está compuesta por gente demasiado conocida, hay demasiado viejo PRI en ese grupo en el que hay pocas mujeres, pero en general su equipo ha sido bien visto.

Ahora que comienzan los nombramientos de segunda línea la cosa se pone más entretenida. El grupo del Estado de México parece ganar aún más espacios y surgen los primeros nombres ante los que más de uno levantará la ceja. Como en el caso de los colaboradores presentados este miércoles por Rosario Robles, secretaria de Desarrollo Social.

Lo primero que hay que decir es que al ver los nombres de funcionarios de la Sedesol parece que a Robles le pusieron el equipo, no suena a que la ex perredista los haya elegido por sí misma. En particular me llamó la atención, por lo pronto, un nombre, el de alguien que hizo ruido hace exactamente un año, cuando fue noticia la entrevista de El País con el candidato Peña Nieto, conocida sobre todo porque el aspirante no supo a cuánto equivalía el salario mínimo.

"Agradezco al Presidente de la República @EPN el haberme designado Director General de Liconsa, emblemática empresa social del país", escribió en su cuenta de twitter este 12 de diciembre Héctor Pablo Ramírez Puga Leyva, un priísta que hace justo un año se burlaba de "Domitila", como el priísta identificó a una persona que presuntamente le ayudaba en casa, a la que prometió subir el sueldo y llevar "a todos lados", en obvia burla por las reacciones que provocó que el candidato Peña Nieto no supiera el salario mínimo y el de otros productos básicos.

Vueltas que da la vida. Cuando surgió la polémica por la entrevista de Peña Nieto con El País, este político de origen oaxaqueño se mofó de quienes creían relevante que un político supiera "precios del mercado". Hoy le tocará garantizar el abasto de leche subsidiada para cientos de miles de familias de bajos recursos (Liconsa comercializó alrededor de 4 mil millones de litros en la anterior administración).

¿Sabía Rosario Robles, una izquierdista de siempre, de los mensajes de desdén hacia "Domitila" que hace un año publicó este hoy funcionario de la secretaría que debe ayudar a combatir la pobreza? Por cierto, cuando emitió esos mensajes en twitter, Ramírez Puga Leyva era diputado federal y su mensaje incluso tuvo una réplica del titular del Consejo Nacional para prevenir la Discriminación.

Hector pablo contesta bucio

Ayer, en su cuenta de twitter el ex diputado dijo: "Privilegio colaborar con @Rosario_Robles_B mujer comprometida con la estrategia de combatir el hambre en México que planteó @EPN". Lo que no se sabe tampoco es si su nueva jefa sabe que El Universal y Proceso han publicado denuncias en contra de su nuevo colaborador por presuntos actos de corrupción. "Descubren fraude de legislador en Oaxaca", publicó el diario capitalino el 9 de junio de 2010. Y en septiembre de 2011, el semanario le dedicó un espacio titulado "Las andanzas del 'ahijado' de Ulises Ruiz".   

Finalmente uno se queda pensando si luego de este convulso año es buena idea que en Sedesol sea incorporado un político que ha sido acérrimo crítico del movimiento #Yosoy132, al que ha descalificado al punto que una vez tuvo que disculparse; alguien que además hace menos de dos meses, en lugar de analizar las diversas causas de movimientos sociales, secunda en twitter mensajes donde se califica a maestros y normalistas como "lacras sociales". 

Lacras

Eso sí, Ramírez Puga Leyva es popular en twitter, donde este 12 de diciembre, día de su nombramiento en Sedesol, se dio vuelo retuiteando las felicitaciones que le llegaron por ser nuevo director de Liconsa. Era como una especie de minibufalada en tiempos de internet.

Una madre, la cárcel y la izquierda

Por: | 07 de diciembre de 2012

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El pasado jueves los diarios de la capital mexicana publicaron diversos mensajes, conocidos en México como desplegados o inserciones pagadas, de felicitación para Miguel Ángel Mancera, el nuevo jefe de gobierno, elegido con un contundente 63% de los votos de los comicios del 1 de julio y que asumió el poder el 5 de diciembre. Entre todos los mensajes que deseaban parabienes al nuevo alcalde había uno que, también dirigido a Mancera (un abogado de 46 años, con credenciales académicas de excelencia y una probada eficacia en el gobierno), desentonaba por completo: estaba firmado por una madre que desde una celda de la procuraduría (fiscalía) general del justicia del Distrito Federal clamaba ayuda al nuevo gobernante.

"Mi nombre es Sonia Lorenzo, soy madre de los trillizos de nombres Alfredo, Santiago y Rodrigo de apellidos Sousa Lorenzo, de 7 años de edad. Soy una mujer trabajadora, vivo honrada y modestamente.

"En los últimos años he librado una dura batalla legal en contra del padre y del poderoso y acaudalado abuelo paterno de mis menos hijos, los señores Alfredo Sousa de Diego y Everardo Sousa Landa, respectivamente. Me he visto obligada a resistir una inmodificable e injusta decisión: quitarme a mis tres preciosos hijos. Este conflicto inició hace cinco años cuando sorpresivamente mis niños fueron sustraídos de su hojar y ocultados", explica la señora Sonia, quien en el desplegado (que aparece íntegro en la parte superior de esta entrega) hace de conocimiento público que fue detenida el día 4 de diciembre, y que para liberarla sus captores, que no mostraron nunca orden de aprehensión, ponían como condición renunciar a la custodia legal de sus hijos.

El abogado de la señora Sonia es un conocido litigante de nombre Alberto Zinser Cieslik. “Este es uno de esos asuntos de los que realmente permiten tomar la temperatura de un sistema, que lo ponen a prueban, que lo cuestionan a fondo", me dice vía telefónica. "Yo nunca había visto que en un pleito de custodia una fiscal que tiene como función defender el interés superior de los menores hiciera una cosa así".

Con "una cosa así", Zinser Cieslik se refiere a detener sin orden de aprehensión a una madre cuando fue a una audiencia en la fiscalía, mantenerla incomunicada desde entonces, hacerla declarar en la madrugada y pedir a un juez que la remitan a una cárcel, donde se encontraba hasta al mediodía del viernes. El abogado explica que desde hace años, en dos momentos distintos sendos jueces de Veracruz --donde reside Sonia con dos de sus hijos, el tercero está con el padre-- han ratificado para ella el derecho de la custodia de los niños. Pero, denuncia el abogado, tal mandato legal ha sido pasado por alto por la Fiscalía Central de Investigación Atención de Niños, Niñas y Adolescentes, a cargo de Luz María Hernández Delgado.

El abogado explica que las pruebas que demuestran que su clienta cuenta con la custodia legal no han sido tomadas en cuenta tampoco por jueces del Distrito Federal: "alguien rasuró los expedientes para quitar las pruebas que aportamos. Haz de cuenta que estamos viviendo una situación típica del México de los años setenta. Esto es cavernario. Cada minuto que esta señora pase en la cárcel es una demostración de que nuestro sistema está descompuesto".

"Nunca hemos planteado que estos niños pierdan a su padre", argumenta Zinser, cuyo despacho lleva el caso pro bono eso contradice el orden natural, eso nunca lo plantearíamos. Nuestra contraparte sí apuesta a que esta madre pierda a sus hijos".

La batalla legal, que lleva más de cinco años, seguirá. La madre de los trillizos fue trasladada a una cárcel dentro de un procedimiento llevado a cabo cuando la Ciudad de México se encontraba en un limbo, en medio del cambio de poder, en las horas en que Marcelo Ebrard iba de salida de la alcaldía y su sucesor Miguel Ángel Mancera, que fue fiscal de la ciudad, apenas asumía la jefatura del gobierno. En esas horas, alguien creyó que era buena idea detener a una madre de familia que pelea por la custodia de sus hijos, mantenerla incomunicada, hacerla declarar de madrugada y remitirla a la prisión de Santa Martha Acatitla. Todo lo anterior en un gobierno de izquierda.

Guía para entender qué le pasó a Felipe Calderón

Por: | 29 de noviembre de 2012

Nunez
 Esta es una versión del texto leído durante la presentación este miércoles del libro Crónica de un sexenio fallido, de Ernesto Núñez, en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara

El libro Crónica de un sexenio fallido, de Ernesto Núñez, es una provocación. Estamos ante el primero de los grandes textos que podrían escribirse sobre el conjunto del sexenio de Felipe Calderón. Pero este libro posee mucho más que el valor de la oportunidad. Es, ya lo decía antes, una provocación. Es un libro para periodistas que el público general va a disfrutar y a agradecer. Es un libro que a cualquier lector dará un cincelado retrato de lo que fue el Calderonato (2006-2012); pero para los profesionales es mucho más, es una hoja de ruta.

Al terminar de leer este texto compuesto de 11 sólidas crónicas y algunos sabrosos anexos muchos sentirán la necesidad de retomar lo que Núñez comienza muy bien. Sentirán la obligación de contribuir a desentrañar cómo fue que se jodió este sexenio, la obligación de tratar de aportar algo para descubrir si alguna vez este gobierno pudo ser más de lo que terminó siendo: una administración de extravíos. Sentirán ganas de reportear para despejar la duda sobre cómo fue --tragedias aparte-- que un grupo de jóvenes que en su momento fue capaz de derrotar primero a un presidente (así haya sido Vicente Fox, era el poder presidencial el que estaba en 2005 detrás del precandidato Santiago Creel) y luego de descarrilar a ese fenómeno político sin par que fue el Andrés Manuel López Obrador de 2006, cómo fue que después de esas dos grandes faenas ese equipo se desfondó, incapaz una vez en el gobierno de articularse de manera efectiva para consolidar nada, ninguna agenda, ni la de la justicia, ni la de la competencia, ni la de la productividad, ni la de la transparencia, ni la de las telecomunicaciones, ni la del combate a la pobreza. Es cierto que en este sexenio hubo avances –ampliación en la cobertura en la salud y algo de infraestructura pueden ser mencionados, lo mismo que el mantenimiento de las variables macroeconómicas. Pero es demasiado poco para el presidente de un partido que estaba llamado a demostrar que había una vía distinta a la priísta, una manera panista de ejercer el poder.

De eso trata este libro. Las pistas que Ernesto aporta –varias de ellas inéditas-- constituyen coordenadas que al final nos dejarán claro cuánto más hemos de hacer, todos, luego de este gran primer paso que es este libro, para recuperar lo que estuvo detrás de un sexenio fallido, como lo bautiza el autor, fallas que, como ciudadanos, no deberíamos tratar de ver ajenas del todo a nosotros.

Antes de empezar un mínimo desglose de mi lectura de este libro, debo decir tres cosas. Primero, hice un libro de la crónica de campaña de Felipe Calderón Hinojosa y al presentarlo creí, lo dije en un chat, que el hoy presidente era subestimado como político. Me equivoqué, qué duda cabe. Segundo deslinde. Estuve presente, por diversas razones, en alguno de los momentos descritos en el libro. Tercero: manifestaré mi amistad a Ernesto de la única manera que la entiendo, señalando también algunos momentos del volumen que creo que desmerecen la alta calidad del libro en su conjunto.

Comienzo con esto último para luego pasar a lo fundamental. No existe periodista que de repente no se desborde en algún momento de su redacción. Lo único que reprocharía a Ernesto es que dos o tres líneas del libro pierden la verticalidad del rigor que llena las restantes páginas: ocurre cuando narra que el equipo del entonces presidente electo comenzó a “comer en restaurantes exclusivos, beber en lujosos bares”. Y se pone de ejemplo del cambio de estatus de esos jóvenes colaboradores el que una colaboradora de Max Cortázar llegara un día en un auto Minicooper. No me gustó el tono y el asumir que un caso, sin documentos, sirve de demostración. El tono porque no creo en eso que alguien ha llamado periodismo resentido. Creo en el periodismo. ¿Es noticia que un señor rico use trajes de marca? No. Lo contrario sí sería noticia. Punto. ¿Es noticia que vayan a “lujosos bares”? No, la noticia sería comprobar que algo de esos “gustos” provocó o influyó en que esta administración no funcionara.

Quizá está mal el reproche que hago a Ernesto sobre ese tono que se coló, sobre esa falta de contundencia que no fue editada. Porque sin quitarle responsabilidad al autor, en esas líneas eché de menos la mano de un editor. Pero este libro no es como otros donde hay párrafo tras párrafo de aseveraciones inverosímiles. Por eso destaqué lo que creo que pudo ser mejor, que es casi nada, para que ya hablemos de lo que está muy bien. Vayamos a eso.

El libro de Núñez permite hacer una pregunta toral: ¿tuvo este gobierno un proyecto? Y si lo tuvo, ¿cuál fue? Ernesto no cae en el facilismo tan en boga de decir que este presidente se quiso legitimar con la guerra antinarco. Más bien nos va mostrando, regla número uno del periodismo --mostrar, narrar--, cómo en efecto Calderón se resigna y opta “por un triunfo cuestionado pero seguro en lugar de uno legítimo pero incierto” al ceder a lo que sus colaboradores César Nava y Germán Martínez, abogados como él, le aconsejan: no aceptar el voto por voto. Y ese pecado original le perseguirá todo el sexenio. A él, una persona que ya era famosa por sus inseguridades, por ser dado a dudar, le recomiendan que se conforme con una situación endeble. Felipe Calderón comienza en el puesto de mayor responsabilidad pública con un déficit insondable de confianza. Queda claro que él debió haber convencido a su equipo de aceptar el voto por voto, porque él es el que se conoce mejor. Ese es, creo yo, la pista principal que se desprende del arranque de este libro: Calderón debió haber convencido a su equipo del voto por voto ya no digamos porque eventualmente habría sido lo mejor para México, sino porque como recupera Ernesto el que más lo necesitaba era él y, eventualmente, su presidencia.

Así como no entendemos al Foxismo sin la esposa de Vicente Fox. Así como el Zedillismo no se comprendería sin la ruptura de Ernesto Zedillo con Carlos Salinas. Así el libro de Ernesto aporta elementos para decir que el de Calderón será un sexenio cuyos límites no se podrán entender sin recordar que el presidente no fue líder, no tuvo equipo y no tuvo proyecto. Parece una obviedad, no lo es. Todos lo intuíamos pero ahora Núñez confirma esa hipótesis.

Sabemos que el infortunio se ha cebado con este gobierno. Perder en sendos percances aéreos a dos secretarios de Gobernación es algo que puede desajustar tremendamente cualquier maquinaria organizacional. Más aún si una de las tragedias se cobra la vida de Juan Camilo Mouriño, el “alter ego” que por fin había encontrado Calderón. Dado eso por descontado, el libro de Núñez es puntual en describir cómo el malogrado secretario de Gobernación de origen español ya era, al momento de la lamentabilísima tragedia donde murieron otros servidores públicos más, un funcionario de poder menguante, tocado por las sospechas surgidas de los contratos que había firmado, como apoderado de una empresa familiar, con PEMEX. En otras palabras, la tragedia es inconmensurable, pero el desorden gubernamental no surgió de ella necesariamente.

Dónde entonces está la clave de esta administración atascada. En los elementos apuntados por Núñez: un equipo, que tiene en César Nava el máximo ejemplo de cómo alguien puede pasar de promesa a total decepción, y en un líder que se fue quedando solo y que salvo la retórica de la guerra, en ningún momento se vio que empeñara su capital político para otra causa: no lo hizo para revertir una injusticia como la de la tragedia de la guardería ABC, no lo hizo para impulsar una agenda como el decálogo con el que trata de relanzar su presidencia a la mitad de su mandato, no lo hace hizo para cambiar la forma de hacer política cuando incluso reprodujo el patrón priísta de nombrar delegados estatales de las secretarías de Estado con fines electorales antes que de administración pública, y no lo hizo para castigar casos de exuberante desorden y presunta corrupción como en el asunto de la Estela de Luz.

A propósito, me detengo un minuto en el capítulo de Bicentenario, abuso y fractura, apartado donde Ernesto nos habla de “La Vicepresidenta”, como se refiere Núñez a Patricia “Paty” Flores. A ella dedica el autor algunas cuantas páginas. Yo le creo a Núñez cuando dice que con su renuncia en julio de 2010 Flores “se  llevaba consigo los secretos mejor guardados del sexenio”. Ernesto, ¿para cuándo el libro dedicado íntegramente a Paty Flores? Y esa pregunta no es solo para el autor, sino para todos nosotros.

En el libro encontrarán historias de pequeños y tontos abusos, como autocontratase entre panistas para hacer supuestos estudios legislativos; de sorprendentes regalos, como cuando miembros del gabinete recibieron una pistola; incluye la revelación del increíble origen de la casaca militar que usaría Calderón en la infausta fecha de su visita a Michoacán cuando iba a formalizar el inicio de esta pesadilla llamada guerra antinarco. Repasa la obsesión de Calderón por vengarse de Manuel Espino (dicen que uno debe cuidar especialmente el tamaño de sus adversarios), la llegada y el manejo de calamidades impredecibles como la Influenza AH1N1 y el descontrol frente a otras que debieron preverse, como el terrorismo de los narcotraficantes en Morelia y Ciudad Juárez; repasa la vocación accidental de un presidente que se ve forzado a volver a nivel humano cuando acepta reunirse con víctimas que le regañarán y harán evidente que su equipo, su gabinete, hizo todo por salvarse, por quedar muy lejos del dolor de las víctimas, de las necesidades de la población.

Ernesto revela la existencia de tempranos documentos sobre el combate a los criminales que hablaban de otros enfoques que fueron desechados por razones desconocidas; recuerda que el mandatario fue lerdo y tortuoso a la hora de publicar leyes y reglamentos que la población demandaba como la Ley de víctimas o la Ley 5 de junio, y que fue malo, muy malo para ganar elecciones.

Al cerrar el libro, asalta la pregunta ¿quiénes entonces terminan contentos con este intenso pero frustrante sexenio? Con Calderón y con Fox el PAN confirmó aquella vieja caricatura donde a ese partido se le retrataba como uno más los alfiles de los barones de la iniciativa privada. Son los empresarios, y no todos, porque siempre hay excepciones, los que no se quejan de este presidente al que, oh paradoja, hasta hace muy poco le disgustaban los empresarios.

Al finalizar el libro y el mandato no queda más remedio que pensar que para Felipe Calderón la presidencia de la República se terminó por convertir solo en un fin, no en un medio. El fin fue que un panista ocupara la Presidencia, concluir el ciclo iniciado por los fundadores. Pero una vez ahí, al menos este panista, no supo llevar al país a un rumbo específico, y quien no define una ruta es siempre sorprendido por las circunstancias, que caprichosamente le obligan a cambiar de destino hasta extraviarlo.

Supongo que con el tiempo se ponderarán en justa medida los aciertos de este gobierno. Pero entre tanto mini y macro escándalo, algunas anécdotas o sucesos que vivimos este sexenio se nos pudieron haber borrado completamente de la memoria. Me ocurrió con el caso de Luis Téllez. Ernesto recupera el tema de las grabaciones en las que el ex secretario de Comunicaciones y Transportes acusaba a Carlos Salinas de robarse la partida secreta presidencial. Quizá lo borré de mi memoria como una especie de conjuro, porque Téllez dijo también por aquellas fechas una cosa que ha resultado profética. “Me cae que extraño al PRI”, expresó el entonces colaborador de Calderón. Lo último que hay que agradecer, es un decir, a Calderón es precisamente que haya contribuido, con un mal gobierno y al haber desfalcado políticamente a su partido, al retorno de los tricolores. Pero uno qué culpa, algunos no extrañábamos nada al tricolor, y hasta eso hay que anotar ahora a la cuenta de Felipe Calderón Hinojosa, protagonista estelar de la crónica de un sexenio fallido, un libro que nos deja mucha tarea por delante.

Adiós al Premio Fil en Lenguas Romances

Por: | 19 de octubre de 2012

A partir de ya, y disponibles el año entrante, México cuenta con 150 mil dólares extras para dedicarlos a alguna buena causa educativa o cultural. Este dinerito, una nadería en el presupuesto de Egresos de la Federación mexicana pero un buen monto para por ejemplo enriquecer cualquier biblioteca comunitaria, o para dar mantenimiento a una escuela infantil de música y oficios o, de perdida, para unas diez becas anuales a alumnos de escasos recursos, este monto, reitero, se lo tenemos que agradecer, sin menoscabo alguno, a los señores del jurado y a los organizadores del --váyanse despidiendo de él-- Premio de Literatura en Lenguas Romances (el nombre nunca pegó, seamos honestos) de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.

No hay peor problema que aquel cuya solución solo trae más calamidades. La entrega de la edición 2012 de este galardón empezó mal y no hubo nadie capaz de enderezarlo. Un fantasma recorrerá los pasillos de la Expo Guadalajara, sede de la Fil, del 24 de noviembre al 2 de diciembre próximos: es el fantasma de la falta de dignidad de un escritor que tras ilusionar con sus obras a lectores de varias generaciones ha sido víctima de la soberbia, bozal que le ha impedido decir: “me equivoqué, lo siento”. Si nada cambia en las próximas horas, en su palmarés se podrá leer "no tuvo los arrestos para declinar un premio literario que ante descalificación generalizada le fue entregado sin ceremonia pública ni discurso de agradecimiento".

Cuando se recuerde esta charlotada que se ha cargado un premio, cosa que no da gusto pero ahora sí que ni modo, deberá tenerse en cuenta el nombre de los autores del desafío al sentido común y a la elemental decencia, los nombres de quienes se creyeron que eso de “inapelable” significaba ajenos a la rendición de cuentas. Uno admira de los jurados --Leila Guerriero, Călin Mihăilescu, Mark Millington, Julio Ortega, Mayra Santos-Febres, Margarita Valencia y Jorge Volpi-- su capacidad para aferrarse al humo de sus argumentos. Admirable que ninguno haya titubeado ante textos, por ejemplo, como el publicado hace dos días por Alberto Ruy Sánchez.

En todo el mundo, la palabra premio es antónimo de descrédito. Premio es luminosidad, no vergüenza. Premio es algo que señala lo que es digno de emularse. Un premio que se entrega dentro del armario está muerto.

Vivan los premiados con el ex Juan Rulfo, vivan también los premiados con el Lenguas Romances hasta el 2011. Que Alfredo Bryce Echenique disfrute el suyo. Que le aproveche. Y que sepa que fue el último, porque no se me ocurre que nadie en su sano juicio querrá que le sumen a una galería donde se coló un plagiario.

Ahora le toca a la Fil lanzar un concurso para ver a qué buena causa dedicamos en México el año entrante esos 150 mil dólares. Hay mucha gente honesta y muchas nobles instituciones que merecen algo de ese dinero. Mucha gente que sí dará honorabilidad al premio que recibe.

El alcalde que se negaba a ser estadística

Por: | 03 de octubre de 2012

 

Ignacio

A punto de terminar la entrevista, la voz del alcalde recobra fuerza, se afana por ser él quien sentencie la charla periodística: "No queremos convertirnos en estadística". Ignacio de Jesús Valladares Salgado habla de sí mismo en plural y sin proponérselo hace más grave la frase que suena a ruego. Es martes, y el novel presidente municipal de Teloloapan --asumió el cargo el domingo pasado-- ha estado a punto de quebrarse al contestar las preguntas hechas en la radio por la periodista Denise Maerker desde la ciudad de México.

Como bien contó El País ese día, Valladares Salgado es hoy noticia en México. Quien lo lanzó a la fama quiso hacerle un mal. En youtube apareció esta semana un video dolosamente titulado "Presidente de Teloloapan se compromete con la Familia Michoacana". En las imágenes, en efecto, se ve al edil acorralado, al interior de su auto, en la noche, siendo invitado, conminado, instruido, amenazado para que no se atreva a perseguir a La Familia Michoacana, un cártel que se ha desbordado más allá de Michoacán hacia estados como Guerrero, donde está Teloloapan, un municipio de 53 mil habitantes en  192 comunidades a la entrada de una zona que hace honor a su nombre y no sólo por cuestiones climatológicas: Tierra Caliente.

 

El diálogo que se escucha en el video es una pésima versión de alguna película de Tarantino. Primero, quienes realizan la grabación hacen que Ignacio, moreno y de bigote, se identifique. Y así será en todo el video, le irán acotando, le irán dejando claro su "compromiso", lo obligarán a repetirlo ante la lente. Ellos mandan, ellos, los que llevaron a ese paraje al militante de la izquierda. Sus interlocutores eran acompañados por gente armada, según ha contado el alcalde, quien ha aclarado que la "invitación" a la cita fue sin mayor violencia (como si obligarte a ir a un lugar porque sabes que no te puedes negar no fuera ya violentar la voluntadd, pero en fin, cuestión de matices que se van produciendo en estas situaciones extremas).

Parte del diálogo, ocurrido el 14 de septiembre:

Ellos: La razón por la que está aquí es porque queremos tener el pueblo tranquilo de Teloloapan, y todo eso está en sus manos, entonces queremos que se comprometa con nosotros a poner un director como quedamos, explíqueme cómo quedamos.

El alcalde: Por mi parte tengo que hacer el compromiso con ustedes y con toda la ciudadanía de poner un director de seguridad pública que sea una persona ajena a los intereses de otras personas, que sea neutral, y que se dedique a trabajar, al igual que yo, por el beneficio de toda ciudadanía.

Ellos: Ok. ¿Qué, este, dónde (sic) sería ese director? ¿Cuál sería la opción?

El alcalde: En este momento desconozco quién pudiera ser, pero sí hago el compromiso que se una persona ajena a los intereses de cualquier grupo...

Ellos: ¿Usted hace ese compromiso con nosotros?

El alcalde: Yo hago ese compromiso...

Lo interrumpen y corrigen para que diga "Con nosotros Familia Michoacana”.

El alcalde: Con ustedes...

En el video Ignacio acepta que conoce a los "papás" de quienes lo están grabando. Confirma que conoce a "el patrón", llamado "El Pez. "La razón de esto --le aclaran por si hiciera falta-- es porque nosotros queremos tener tranquilo Teloloapan y mientras usted no se meta con algún grupo nosotros lo vamos a tener controlado".

El alcalde: "No es mi interés meterme con nadie. Mi gran interés es tener la fiesta en paz. Amo la vida y quiero la vida como también quiero la vida de mis seres queridos. Respeto la vida de los demás".

Los que amenazan llegan al extremo de esa cosa de las mafias de decirle que ese momento que eso que le  está ocurriendo al alcalde es un atención que tienen con él. "En cambio si la policía vuelve a actuar en contra de nosotros --advierten-- va a arder Teloloapán. Seguirá igual siempre y cuando sigamos igual con la amistad que llevamos".

La situación va más allá del surrealismo cuando le recomiendan que si algún policía "se descarrila" del acuerdo, el político debe entregarlo a autoridades federales como el Ejército. "Hago el compromiso de que a los que estén bajo mis órdenes los voy a invitar para que no se metan en problemas que les puedan generar a ellos problemas mayores", se rinde el alcalde.

Teloloapan hoy no tiene jefe de policía, es decir secretario de seguridad pública, porque nadie le ha aceptado la invitación, según reconoce en entrevista con W Radio. "Me imagino que le da rabia que estas gentes puedan llegar y establecer su ley", le dice Denise Maerker a Ignacio de Jesús Valladares Salgado. El alcalde suspira y cuando se repone solo atina a decir: "Así es, en efecto. Esa es la situación".

Ignacio reconoce que no tiene claro si se quedará o no al frente de la alcaldía, el puesto que persiguió durante 22 años de vida política y que hoy no le sabe más que a amargura.

Su frase "no queremos convertirnos en estadística" significa "me niego a integrarme a una lista de alcaldes asesinados con impunidad en este país", casos que algunos cifran en 31 en el gobierno, a punto de terminar, del presidente Felipe Calderón. Se calcula además que otra docena de ex alcaldes han muerto también violentamente. No es noticia que una autoridad municipal de México (hay más de 2,400) se vea sometida a presiones del crimen organizado. Lo que es novedoso es el cinismo de publicar una advertencia así en las redes sociales.   

"Solamente el frijol que está dentro de la olla con el agua hirviendo sabe cómo está de caliente", dice el alcalde cuando se le pregunta cómo se siente luego del aviso de que ha sido enviada policía estatal a su municipio. "Siento y entiendo que nosotros vivimos con leyes y entiendo que nadie puede estar por encima de las propias lesyes. Hay que pedirle a Dios que nos den la oportunidad de trabajar por la gente". Ley y Dios.

Menos mal que Ignacio se acoge a su fe, porque en tres días, los liderazgos políticos nacionales no han cerrado filas con este alcalde que se niega a convertirse en un muerto más en la lista de 60 mil personas asesinadas este sexenio, víctimas que en muchos casos no tienen ni una tumba, a lo más que han llegado es a ser parte de las estadísticas.

Sobre el autor

es periodista y locutor de radio. Se ha propuesto hacer de este espacio una red de amigos en el continente.

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