Jesús Ortega nunca fue priista, al menos no formalmente. Es el presidente del Partido de la Revolución Democrática (PRD), la organización de izquierda más importante de México. Concluirá su periodo al frente del partido fundado por Cuauhtémoc Cárdenas en poco más de un mes, y últimamente se ha posicionado como uno de los mayores defensores de los "priistas buenos", sin importar que uno de esos "priistas buenos" a los que Ortega defiende haya pertenecido durante décadas a grupos caciquiles que, entre otras cosas, persiguieron a los perredistas.
Un poco de información de contexto. Guerrero, uno de los estados con mayor atraso social de México, tendrá elecciones el domingo 30 de enero. Lo dos principales candidatos a la gubernatura son: por el PRI, Manuel Añorve, ex alcalde de Acapulco; y por la izquierda, Ángel Heladio Aguirre Rivero, que hace unos meses abandonó al PRI, su partido durante 30 años, porque no le postularon. Un dato indispensable: Aguirre Rivero ya fue gobernador de Guerrero, de marzo de 1996 a marzo de 1999, cuando heredó el cargo de Rubén Figueroa, parte de una dinastía señalada por su impune autoritarismo y quien fue defenestrado meses después de una matanza de 17 campesinos a manos de policías (la caída del gobernador no se dio en junio de 1995, fecha del multiasesinato, y quizá Figueroa habría concluido su periodo de no haber sido porque el periodista Ricardo Rocha dio a conocer un video de la balacera, la indignación provocada por las imágenes hizo posible que fuera expulsado del cargo).
Hoy, el pragmático Jesús Ortega defiende sin detenerse en matices a Aguirre Rivero. Podría pensarse que es congruente al hacerlo porque no es la primera vez que el perredismo recurre a priistas para postularlos a puestos de elección bajo las siglas del PRD, una organización fundada en mayo de 1989 por gente de izquierda y ex priistas que consideraban que el PRI había extraviado el rumbo sumido en corrupción y autoritarismo. Postular priistas le trajo a Ortega buenos resultados en 2010, cuando el PRD, con candidatos que en algunos casos renunciaron a su militancia priista apenas unos días antes del proceso electoral, ganó tres importantes gubernaturas. (Cabe apuntar que esos triunfos "perredistas" son compartidos con el derechista Partido Acción Nacional, que también arropó a esos candidatos surgidos de su acérrimo rival).
Pero el deseo de ganar a cualquier precio ha hecho que Jesús Ortega se extravíe completamente. En entrevista este miércoles con Carlos Puig, de W Radio, el líder del PRD llega al extremo de comparar a Aguirre Rivero con, ni más ni menos, Cuauhtémoc Cárdenas. Esto dijo Ortega: "A veces se crean historias que no corresponden a la realidad, se repiten mil veces pretendiendo convertirlas en verdad. (...) Cuántas mentiras no se hicieron alrededor del ingeniero Cárdenas cuando tomó la decisión de separarse del PRI".
No hay que ir a los libros de historia para recordar que a mediados de los 80 Cárdenas, junto con Porfirio Muñoz Ledo, inició dentro del PRI lo que se llamó la Corriente Democrática, que buscaba modernizar al priismo. El partido se resistió al cambio, Cárdenas y Muñoz Ledo salieron de él y con el primero como candidato desafiaron al sistema en las fraudulentas elecciones de 1988. Unas horas antes de esa elección, colaboradores cercanos de Cárdenas fueron asesinados, serían apenas los primeros de una larga lista de muertos que le ha tocado "poner" al perredismo, incluyendo por supuesto los perredistas asesinados en Guerrero entre 1996 y 1999: al hacer una revisión de la biografía política de Aguirre Rivero, la reportera Gloria Leticia Díaz consigna que "los tres años de gobierno (interino) de Aguirre no fueron precisamente tranquilos para el PRD y los movimientos sociales. En los archivos de la Secretaría de Derechos Humanos del PRD nacional hay cinco cajas de expedientes de sus militantes asesinados, y 60 de ellos corresponden al periodo de Aguirre Rivero".
¿Qué pensará Cárdenas de que le comparen con un cachorro del clan de los Figueroa, de que le coloquen en el mismo estante que a Aguirre Rivero, quien en su momento dijo que aquellos que se iban del PRI lo hacían porque “ante la ausencia de cuadros, (los partidos de oposición) recogen la bazofia y la basura de nuestra organización política. A los oportunistas, el PRI no los necesita ni los quiere; por el contrario, agravian a la verdadera militancia y nada tienen que ver con la democracia”. (Palabras recuperadas también por Gloria Leticia Díaz)
No sabemos qué piensa Cárdenas, pero sabemos qué piensa Ortega. En su entrevista con la W exclamó: "Ángel Aguirre (ha dicho) que esta decisión de separarse del PRI es la mejor de su vida, porque ahora está actuando con libertad y enarbolando demandas del pueblo de Guerrero. Esa es una decisión que a mi juicio debería de celebrarse, y no de condenarse".
Celebremos pues que al candidato que podría ganar el domingo en Guerrero le tomó 30 años darse cuenta de que el PRI no era un lugar en el que podría actuar con libertad. Nada hace falta agregar ante tal confesión. Ambos, Ortega y Aguirre, quedan pintados de cuerpo entero.
Foto: Ángel Aguirre, candidato de la izquierda en Guerrero. Tomada de la página web del propio candidato.