Salvador Camarena

Yo no quiero una esquela

Por: | 13 de julio de 2011

Cuando mi hijo era un niño pequeño descubrí que a una hora en auto desde la ciudad de México, en un recodo de las montañas que separan a la capital mexicana del estado de Morelos, estaban las Lagunas de Zempoala, un minúsculo balneario que sin embargo nos bastó para desahogar excursiones dominicales. Casi al mismo tiempo descubrí Ixtapa, playa en el Pacífico que aun sin el encanto de Acapulco alivia destemplanzas. Esta semana descubrí que ahí, en esos dos lugares remotos entre sí y con diferencia de apenas unas cuantas horas, mataron a gente querida de gente querida por mí. Esta semana descubrí, finalmente, que no quiero leer más mensajes donde incrédulos mexicanos se horrorizan ante los asesinatos de sus socios, colegas, compañeros, amigos, maestros, conocidos...

 

No es que me vaya a salir de las redes sociales, o a cambiar de país para no leer más sobre "muertos cercanos". Es que cuando alguien con quien hablas de libros, películas, vino, viajes, barrios, iniciativas ciudadanas; cuando personas que uno ha visto muchas veces reír y otras tantas indignarse están hoy dobladas por la rabia, paralizadas y en silencio ante la sin razón, cuando eso pasa uno sabe que no puede seguir leyendo esquelas como si nada, que algo se quebró esta semana y que intentar la normalidad es una traición, para empezar a la amistad, pero también a sí mismo.

Hoy en México hay muchos, demasiados muertos como Javier y José Manuel. No conocí ni al primero, asesinado en Ixtapa, ni al segundo, muerto por unos supuestos asaltantes cerca de las Lagunas de Zempoala. A lo más, es posible que hayamos coincidido inadvertidamente en alguna reunión, o en la universidad que nos es común. Todos los asesinatos que ocurren día a día en mi país, al amparo de la impunidad, son detestables, condenables. Y es cierto que estos dos me perturban más porque tengo amigos para quienes estos homicidios significan, no es exageración ni manido lugar común, que les fue arrebatada parte de su vida.

Despojado de esa distancia profesional que uno aprende a poner ante casi todo en este oficio de comunicar, declaro que no puedo reportar sobre estos dos muertos, ni sobre los mensajes que sus amigos ponen en las redes sociales, sin pensar: ¿y qué más vamos a hacer? Porque si no hacemos algo además de expresar lamentos, la próxima esquela podría ser de cualquiera de mis conocidos, incluso la mía.

Es mucho más complejo que eso pero sólo por esta ocasión permítanme reducirlo a lo siguiente: hoy un grupo de mexicanos se siente y se sabe capaz de tomar por la fuerza lo que desee --cualquier cosa, posesiones como autos o haciendas, voluntades e incluso las vidas-- de otros mexicanos. Olvidémonos por esta vez, insisto, de nombres de grupos criminales, de historias y raigambres, de culpas sociales y explicaciones académicas. Allá afuera, el territorio mexicano se ha convertido en una enorme trampa en la que cada requiebro del terreno, cada acto de la víctima es visto como un atenuante del autor del acto criminal: en una perversión total del mínimo sentido común, los mexicanos que intentamos el bien nos fijamos más en los "errores" de las víctimas (trayecto, hora, intención, vehículo, gestos...) que en el salvajismo in-jus-ti-fi-ca-ble de los delincuentes.

Y por si lo anterior fuera poco, en una conducta igual de absurda no sé cómo es que no expulsamos a empellones a esas tantas autoridades policiacas y civiles que ante los crímenes sólo atinan a farfullar, en algo que ofende como explicación, que los salvajes se escudan en el "factor sorpresa" para cometer sus tropelías y que así no hay manera de impedir los crímenes. Abofetea más que la muerte de gente buena, si tal cosa es posible, la pasividad de todos ante la certeza de que la justicia nunca llegará para ellos.

Eso es este país hoy. Mexicanos, millones, arrinconados por unos cuantos, por unas decenas de miles. Gobiernos indolentes que ya aprendieron a responder a la prensa que "entienden la indignación de la ciudadanía y que se comprometen a...." Gobernantes que también ya aprendieron --esto no nos lo dicen, por supuesto-- que está escrito en el guión de estas tragedias que si la sangre ha sido derramada en algún terruño dado, la autoridad respectiva tendrá que aguantar un aluvión mediático que siempre, horas o días después --"no se preocupe licenciado usted resista"-- amainará y los chicos de los medios de comunicación se irán a reclamar a otro indolente funcionario al que le habrá tocado la mala suerte de ser el siguiente en ver que en sus fueros ha rodado el nuevo cadáver insoportable, de entre decenas de asesinados que no alcanzan notoriedad alguna mes con mes.   

No sé qué va a pasar mañana. Pero en las horas recientes al leer el hilo digital de condolencias por José Manuel y por Javier supe que algo habrá que hacer de manera distinta a ayer, porque al menos yo no quiero que en una fecha próxima haya en las redes sociales algunos lamentos porque alguien ha tenido la humanidad de hacer publicar una esquela para mí.

Hay 15 Comentarios

Muy buenoooo!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Creo que la situación que hoy en día vive el estado mexicano es de sumo cuidado, pero al final del sexenido del presidente Calderón creo que, remontamente se ve una luz al final del tunel, parece ser que todo poco a poco parece estar mejor en cuanto a temas de seguridad y reglamos sociales se refirere. Hay muchas cosas que aún se tienen pendientes pero creo que se esta haciendo algo en la materia.

Hola Salvador, felicidades por tu articulo, me gustaria decirte una frase que una persona escribio que me gusto mucho: "En Mexico nadie cree haber comprado una loteria para la muerte, sin embargo hoy le tocara a muchos"

No hay nada peor que un hijo asesinado, lo unico peor es un hijo asesinado mas unas autoridades que con toda la informacion de quienes son los culpables deciden no hacer NADA ¿Pueden creer que con las coordenadas de GPS del coche decidieon ir a las 60 horas por ellos? Evidentemente "no los encontraron". A esta frustracion y al dolor perene de perder a alguien hay que sumarle el miedo, de que cualquier dia si lo deciden pueden ir por ti y por tu familia. Y que tenemos un gobierno que no nos puede proteger y que ademas ha dicho durante meses que los muertos son "malos" con lo cual en USA y Europa se drogan sin sospechar que su dinero va a parar a manos asesinas. ¿Qué podemos hacer? MINIMO: no tener amigos drogadrictos, lavadores, o que tienen amigos drogadictos y lavadores. No votar por narcopoliticos,.. Los mexicanos subsidiamos con sangre e impuestos las drogas de los americanos, cada kilo que se encuentre, cada hectarea que se queme deberian pagarla los americanos... y sino a legalizar la droga y se acabo!!!

Comparto el dolor y la indignaciòn, despuès de una larga jornada de varios días de trabajo en Culiacán, regresé con un terrible sentimiento de impotencia ante los terribles y recientes asesinatos de Javier, José Manuel y el hijo de un admirado colega, a quien hace tres semanas arrebataron la vida, y me rehúso a los que siguen, que como bien dice el autor podemos ser cualquiera de nosotros o nuestros familiares. Me permito compartirles mi reflexión de hoy: La realidad por su nombre, vivimos en un Estado incapaz de garantizar la seguridad y la protección de sus habitantes, es inadmisible justificar la impunidad apuntando a las víctimas como culpables, me rehúso a tolerarlo ¿Cuántos mexicanos nos sentimos inseguros por la violencia? ¿Cuántos levantones, ¿cuántas desapariciones, cuántos asesinatos? ¿cuántas familias desgarradas cada vez padecen sufrimientos evitables entre nosotros? ¿La vida de quién es más importante, la de un joven asesinado de una familia de escasos recursos, con recursos o la del Presidente de la República? Coincidimos en que la vida de cualquier persona es importante; me rehúso a vivir en un país de estados de excepción, de desesperanza aprendida, de IMPUNIDAD, estoy regresando de Culiacán y no logró digerir la manera como le arrebataron la paz y la tranquilidad a un padre y su familia, a un admirado colega de trabajo, a quien le acaban de asesinar a su hijo, BASTA YA!!! queremos PAZ

Nuevamente Salvador sobre el problema de la seguridad para la población. Se afirma que existe un entendendido entre la delicuencia organizada y los llamados cuerpos de seguridad que avala el gobierno,sin plan ni recursos. Haciendo medias tintas. Mientras le pueblo no lo exija, seremos la tinta roja de las noticias.

Me parece un buen artículo, el problema es que sigo pensando que, salvando algunas excepciones, seguimos quedándonos sin hacer nada. Una duda más ¿Cuál sería el problema de que el PRI regrese a los pinos? Yo no le veo paralelismo alguno con Pinochet o con Franco, por ejemplo.

La gente busca los "errores" en las victimas porque es un mecanismo de defensa sicológico, cuando algo te angustia buscas alguna palanca racional para disminuir tal angustia. El ver los errores en las victimas nos hace "creer" que lo que les pasó a ellas no nos puede pasar a nosotros con tan solo no cometer esos "errores". Visto asi resulta absurdo, sin embargo, a quién no lo analiza, es decir, el 99% de la gente, este patrón les trae algo de paz mental en tiempos de extrema angustia.

Este patrón se repite constantemente y con él se repite una de las prácticas más viles de la política: el explotar la angustia de la gente para lograr adeptos y/o votos. ¿Ejemplos? En la epoca de la influenza ¿quién empezó a decir que todo era una mentira y/o un complot? Ahora, en la epoca de la inseguridad ¿quién empezó a decir que todo es culpa de los poquísimos gobernantes que están haciendo algo por combatirla? Solo a un político con una desmedida ambición de poder se le puede ocurrir explotar los sentimientos de la gente de una manera tan vil.

Podrias comunicarte conmigo via e-mail, y sumate en facebook a la campaña perdoname mexico, quedo en espera de que te pongas en contacto conmigo..

Vivo en Guatemala. Aquí, al igual que en Mexico, la situación es terrible. Las mafias, la corrupción, la impunidad, la intolerancia, la ambición desmedida y la desigualdad son evidentes y han convertido a este país en un estado fallido. Desesperanza es lo que se siente.

Pues, mucha indignación se debería de traducir en entrevistas acérrimas en programas de radio. En periodismo de investigación de los locutores. Ya de perdis, en columnas que pasaran del: "estamos hartos" al "este es el plan."

Por mientras, las autoridades confian en que se te pase a ti el berrinche y la indignación también.

En el orden de cosas que hoy vivimos, la posición más frontal hacia el fenómeno de la violencia es, me parece, el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad que recae simbólicamente en el señor Javier Sicilia. Y digo más frontal en el sentido de que aborda el fenómeno que nos lacera desde la posición de las víctimas y plantea respuestas en un marco legal. Lamentablemente, así lo creo, líderes de opinión y políticos regatean su apoyo decidido a este movimiento en favor de intereses de protagonismo y de poder político. Desde el ámbito de cada persona, nos hace falta la disposición a apoyar organizadamente.

Gracias por tu artículo: somos casi todos los mexicanos (yo en España), hartos del narcotráfico. ¿Qué hará el PRI? ¿Pactar? ¿Y los EEUU? Hoy en El País dice que la ONU reconoce que el 70% de las armas en México vienen de USA... Cuando el problema y las soluciones las tienen los Estados, poco podemos hacer los ciudadanos de a pie.

Salvador, admiro tu calidad periodística y ciertamente los mexicanos estamos ante una disyuntiva, por un lado el crímen BIEN organizado que atrae civiles, necesitados y jovenes, para el trabajo y aceptación. Por lado, cuerpos de seguridad, corruptos y sin entrenamiento para defender a la población. La autoridad debe hacer respetaral pueblo. Pienso....

Salvador, admiro tu calidad periodística y ciertamente los mexicanos estamos ante una disyuntiva, por un lado el crímen BIEN organizado que atrae civiles, necesitados y jovenes, para el trabajo y aceptación. Por lado, cuerpos de seguridad, corruptos y sin entrenamiento para defender a la población. La autoridad debe hacer respetaral pueblo. Pienso....

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Sobre el autor

es periodista y locutor de radio. Se ha propuesto hacer de este espacio una red de amigos en el continente.

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