Justo una semana después de que ETA anunciara el cese definitivo de la violencia ha muerto Juan María Bandrés. Parece como si hubiera decidido irse después de que se haya logrado ese objetivo que perseguía desde hace 30 años. Bandrés fue, sobre todas las cosas, un luchador por la libertad. Primero contra la dictadura de Franco. La película, dedicada a Marío Onaindia El precio de la libertad, refleja su papel como abogado de los presos de ETA –aquella ETA de 1970 que solo tenía en común el nombre con la que hemos conocido después- en el Proceso de Burgos, que puso en jaque a la dictadura franquista.
Brillante senador y diputado por Euskadiko Ezkerra, con la democracia su siguiente gran batalla política fue desactivar el terrorismo de ETA. Fue artífice con Mario Onaindia de la desaparición de ETA político militar, en 1982, tras sus negociaciones secretas con el ministro de Interior de UCD Juan José Rosón. Posteriormente participó en el movimiento cívico de protesta contra el terrorismo de ETA militar, incluso cuando una hemorragia cerebral le apartó de la vida pública hace más de 15 años. Se le podía ver en silla de ruedas participar en manifestaciones de protesta por las calles de San Sebastián, la ciudad en la que siempre vivió.
Bandrés es un símbolo por la lucha por las libertades en Euskadi y un orgullo para muchos vascos que ven en él el reflejo de que el final de ETA es el resultado de que en algún momento gritamos como Bandrés: "Basta ya".