Sobre el autor

Luis Rodríguez Aizpeolea

es un veterano periodista vasco afincado desde hace 22 años en Madrid. Siguió de cerca la transición política en Euskadi hasta finales de los 80, y las vicisitudes políticas de La Moncloa desde la última etapa de Felipe González. Tras muchos años de perseverancia, ha tenido la satisfacción de poder firmar la noticia de su vida: el anuncio del cese definitivo de ETA.

Sobre el blog

Una mirada particular de la situación política en general, de los resortes del poder, de La Moncloa y su entorno y, sobre todo, de la cuestión vasca.

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Un orgullo para los vascos

Por: Luis R. Aizpeolea | 28 oct 2011

Bandres
Justo una semana después de que ETA anunciara el cese definitivo de la violencia ha muerto Juan María Bandrés. Parece como si hubiera decidido irse después de que se haya logrado ese objetivo que perseguía desde hace 30 años. Bandrés fue, sobre todas las cosas, un luchador por la libertad. Primero contra la dictadura de Franco. La película, dedicada a Marío Onaindia El precio de la libertad, refleja su papel como abogado de los presos de ETA –aquella ETA de 1970 que solo tenía en común el nombre con la que hemos conocido después- en el Proceso de Burgos, que puso en jaque a la dictadura franquista.

Brillante senador y diputado por Euskadiko Ezkerra, con la democracia su siguiente gran batalla política fue desactivar el terrorismo de ETA. Fue artífice con Mario Onaindia de la desaparición de ETA político militar, en 1982, tras sus negociaciones secretas con el ministro de Interior de UCD Juan José Rosón. Posteriormente participó en el movimiento cívico de protesta contra el terrorismo de ETA militar, incluso cuando una hemorragia cerebral le apartó de la vida pública hace más de 15 años. Se le podía ver en silla de ruedas participar en manifestaciones de protesta por las calles de San Sebastián, la ciudad en la que siempre vivió.

Bandrés es un símbolo por la lucha por las libertades en Euskadi y un orgullo para muchos vascos que ven en él el reflejo de que el final de ETA es el resultado de que en algún momento gritamos como Bandrés: "Basta ya".

Ley de Partidos y proceso de 2006

Por: Luis R. Aizpeolea | 27 oct 2011

Aznar, Zapatero y Rajoy, durante el funeral del geo Francisco Javier Torrontera, tras el suicidio de los autores del 11-M. / ULY MARTÍN

Hoy en día no hay un relato unánime sobre las causas del final del terrorismo de ETA. Así, para el PP ha sido el resultado exclusivo de la acción policial y judicial. El PSOE defiende, a su vez, el proceso dialogado de 2006. Para el PNV, la Ley de Partidos fue un error. Y así hasta el infinito. El final del terrorismo de ETA ha sido el resultado de una larga marcha en la que han participado todos los gobiernos democráticos y numerosos agentes auxiliares practicando el juego de la prueba y el error.

Ha sido la suma de todos los factores la que lo ha propiciado. Así, la Ley de Partidos de 2002 sirvió, al dejar al brazo político de ETA fuera de la ley, para que se planteara, por vez primera, el problema que le acarreaba ETA. Pero el intento de final dialogado de 2006 entre el Gobierno y ETA, al fracasar por culpa de la banda terrorista, precipitó su definitivo aislamiento internacional y la rebelión de la izquierda abertzale contra ella. Fue su guinda final.

Esto no hubiera sido posible tampoco sin que antes los partidos democráticos, nacionalistas y no nacionalistas, se hubieran unido y existiera una movilización social en la calle, que contribuyó al aislamiento del brazo político de ETA. En esta tarea jugaron un papel trascendental el Pacto de Ajuria Enea y el de Madrid, de 1988.

Todas estas aportaciones de los gobiernos han servido para ese final sin que la Ley de Partidos excluya el proceso de diálogo de 2006 ni viceversa. Las dos sirvieron y mucho. Y a su amparo ha crecido la eficacia policial, judicial, la colaboración internacional y la movilización social.

Se dan las condiciones objetivas

Por: Luis R. Aizpeolea | 26 oct 2011

ETA

Los candidatos de los dos principales partidos nacionales, Alfredo Pérez Rubalcaba y Mariano Rajoy, han decidido dejar fuera de la campaña electoral el debate sobre el final de ETA. Es un síntoma evidente de que tanto el PSOE como el PP, los partidos sobre los que pesará la responsabilidad del próximo Gobierno, se han tomado muy en serio la nueva etapa que se abre en el País Vasco con el cese definitivo del terrorismo etarra.

La novedad no está en el campo socialista. No sorprendió que Zapatero y Rubalcaba dieran validez al comunicado de ETA del jueves como puerta que abre una nueva etapa. La novedad está en Rajoy, que estaba presionado en sentido contrario desde el ala radical de su partido, la derecha mediática y algunos portavoces de asociaciones de víctimas del terrorismo. Finalmente, el líder del PP ha decidido apostar por sus compañeros del País Vasco.

Hay que destacar también el papel del presidente del PNV, Iñigo Urkullu, otra pieza fundamental en esta nueva etapa que se abre. Más allá de sus prisas, lo que cuenta es que el PNV ya no supedita el final de ETA a ninguna contrapartida política, como hacía el ex lehendakari Juan José Ibarretxe en su famoso plan soberanista.

Y, por último, reseñar también, y es la clave, que en el mundo etarra, al fin, los políticos se han impuestos sobre los pistoleros, el sueño que muchos perseguíamos desde hace años, como colofón para el final del terrorismo vasco.

Podemos decir, un tanto rimbombantemente, que se ha producido una conjunción de astros o que, en términos clásicos, que se dan las condiciones objetivas para que, una vez pasadas las elecciones, este país entre por fin en la senda de final del terrorismo.

El País

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