Sobre el autor

Luis Rodríguez Aizpeolea

es un veterano periodista vasco afincado desde hace 22 años en Madrid. Siguió de cerca la transición política en Euskadi hasta finales de los 80, y las vicisitudes políticas de La Moncloa desde la última etapa de Felipe González. Tras muchos años de perseverancia, ha tenido la satisfacción de poder firmar la noticia de su vida: el anuncio del cese definitivo de ETA.

Sobre el blog

Una mirada particular de la situación política en general, de los resortes del poder, de La Moncloa y su entorno y, sobre todo, de la cuestión vasca.

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Arenas y Mayor Oreja

Por: Luis R. Aizpeolea | 30 mar 2012

Javier Arenas, en la reunión de su partido tras el 25-M


Sobre las elecciones andaluzas ya está dicho casi todo. El dato más elocuente son los 420.000 votos que el PP ha perdido en tan solo 100 días de Gobierno, por lo que tiene de reconocimiento de cómo la crisis económica abrasa al partido de turno instalado en La Moncloa.

Pero en los análisis posteriores ha pasado desapercibido un hecho que me recuerda a lo sucedido en las elecciones vascas de hace 11 años y es que la prepotencia se paga.  Lo que entonces le sucedió a Jaime Mayor Oreja en el País Vasco se repitió el pasado domingo a Javier Arenas en Andalucía.

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Patxi López en Madrid

Por: Luis R. Aizpeolea | 26 mar 2012

Patxi

“Solo por ver el final de ETA ha merecido la pena”. La frase es del lehendakari Patxi López y la ha pronunciado hoy en Madrid. Es verdad que los sondeos de las elecciones vascas de 2013 le pintan mal. Pero no es menos verdad que el final de ETA justifica con creces su mandato y le deja un sitio en la historia de ese final.

Creo que López debió presentar su hoja de ruta para el final de ETA un año antes de cuando lo hizo (en el debate de política general de septiembre de 2011), porque sabía, con suficiente antelación, que ETA avanzaba, presionada por todos los frentes, hacia su cese definitivo. También creo que sabiendo como sabía que ETA iba a declarar el cese definitivo de la violencia el 20 de octubre debió anular el viaje que había programado a Estados Unidos. Es un reproche muy extendido hacia él en Euskadi.

Pero creo, también, que no está suficientemente reconocida su contribución al final de ETA. Algunas de esas claves las ha dejado caer hoy en Madrid cuando ha subrayado su contribución al cambio del discurso en Euskadi respecto a la etapa de Juan José Ibarretxe en Ajuria Enea.

Evidentemente, Ibarretxe no apoyaba la violencia de ETA. Pero su tesis de lograr ese final por la vía de las concesiones políticas al nacionalismo —la consulta con el reconocimiento al derecho a la autodeterminación, de la que se llegóa desmarcar su partido, el PNV— era una rémora para alcanzar la paz en Euskadi. Ibarretxe forzaba, de ese modo, a ETA y a la izquierda abertzale a elevar el listón político para cerrar la etapa violenta.

La decisión de Patxi López, al llegar a Ajuria Enea, de hacer tabla rasa de ese discurso, con el respaldo del PSE y del PP vasco. Y exigir a ETA, en línea con el Gobierno de Zapatero y Rabalcaba, de que no habrá ningún tipo de concesiones políticas por su cese definitivo, fue una contribución a ese final. Seguro que no fue la decisiva. Está la presión policial, judicial y social y el choque final entre la izquierda abertzale y ETA. Pero a esta lista hay que añadir esa contribución injustamente olvidada.
LUIS R. AIZPEOLEA

Euskadi-Madrid, invertir los discursos

Por: Luis R. Aizpeolea | 23 mar 2012

El director de la revista Tiempo de Paz, Patxi Aldecoa, se lamentaba ayer, durante la presentación en Madrid de un monográfico dedicado al final del terrorismo etarra, que fuera del País Vasco se estaba de espaldas al cambio profundo que se había producido en esa comunidad, especialmente tras el anuncio del cese definitivo de la violencia de ETA, el pasado 20 de octubre. Que en Madrid no se percibía cómo mucha gente ya no llevaba protección policial. Es más. Consideraba que estaba muy extendida en Madrid la idea errónea de que ETA había ganado la partida cuando la banda terrorista había cesado de manera unilateral, sin negociación de ningún tipo de contrapartida.

A su juicio, los medios de comunicación no habían trasladado a la sociedad española la realidad vasca y apuntó que podía obedecer a intereses políticos. Aldecoa terminó pidiendo un esfuerzo a los medios para que los españoles conozcan de verdad cómo ha cambiado la situación en Euskadi.

Inmediatamente después, tomó la palabra Maixabel Lasa, directora del Departamento de Derechos Humanos del Gobierno vasco y viuda del ex gobernadort civil de Gipuzkoa, Juan Mari Jáuregui, asesinado por ETA en 2000, y ofreció la otra cara de la moneda. Se dirigió a la izquierda abertzale para exigirle la explicación que debe a la sociedad vasca: “¿Ha merecido la pena la utilización de la violencia durante estad décadas?”.

Lasa pidió que no hubiera ansiedad por correr en el proceso de consolidación del final de ETA y que prevaleciera el consenso, aún a costa de ir más despacio. A su vez, Irune Aguirrezabal, delegada del Gobierno vasco en Madrid, resaltó la “enorme desazón” que provocaba en mucha gente, sobre todo fuera del País Vasco, de que marcas políticas de la izquierda abertzale hayan regresado a las instituciones sin un reconocimiento claro del grave error que fue apoyar políticamente la violencia de ETA.

Fueron dos discursos, el de Aldecoa, por un lado, y los de Lasa y Aguirrezabal, aparentemente contradictorios. Pero en el fondo, complementarios. Obedecen a una etapa de transición en Euskadi. Lo ideal es que el discurso de Aldecoa fuera el que empezara a calar fuera del País Vasco y los de Lasa y Aguirrezabal en Euskadi.

Sobre las víctimas olvidadas

Por: Luis R. Aizpeolea | 06 mar 2012

“Durante todos estos años no hemos tenido el reconocimiento de las instituciones, pero sí el del pueblo de Eibar”. Esta frase me la decía hace pocos días Jorge Pérez Jáuregui, hermano de Roberto, asesinado hace más de 40 años por un policía de paisano durante una manifestación en protesta por el juicio de Burgos de 1970, celebrado en Eibar (Guipúzcoa).

No hubo investigación alguna. No hubo juicio y el policía asesino fue trasladado a Valladolid y ascendido. Era la dictadura de Franco.

Pero pocos años después llegó la democracia, la amnistía y se instituyó la Constitución de 1978. Y la familia Pérez Jáuregui no tuvo ninguna explicación ni ningún reconocimiento hacia su hermano asesinado. Todo esto no solo lo padeció la familia Pérez Jáuregui. También lo vio el pueblo de Eibar, porque aquel asesinato produjo una tremenda conmoción popular.

Hechos tan tremendos, producidos en el final del franquismo y durante la transición, se multiplicaron en el País Vasco. Se calcula que hasta 1978 se produjeron unos 60 muertos a manos de miembros de unas fuerzas de seguridad no democráticas, que se enfrentaban al terrorismo de ETA con unos mandos entre los que figuraban golpistas como el teniente coronel Tejero o el capitán Muñecas de la Guardia Civil. Aunque esta situación se vivió en otros puntos de España, en Euskadi tuvo mayor impacto por la existencia del terrorismo etarra.

¿No explican estos hechos la desafección en Euskadi hacia unas instituciones democráticas al menos tanto como las voces ancestrales del nacionalismo?

Por todo ello me parece no solo de justicia, sino de inteligencia política la decisión del Gobierno vasco de resarcir a estas víctimas olvidadas que fallecieron a manos de unas fuerzas de seguridad no democráticas.

El País

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