Que la pitada al himno nacional con motivo del encuentro Athletic-Barça de la Copa del Rey haya sido superior al precedente de 2009 en Valencia es de libro.
Las instituciones del Estado –Monarquía, Tribunal Supremo, Consejo Superior del Poder Judicial, Tribunal Constitucional, Banco de España…- atraviesan por sus peores momentos. Además, no existía precedente como el de la presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid, Esperanza Aguirre, que en un ejercicio de pirómana propuso, nada menos, que el cierre del estadio en caso de pitada.
No me ha sorprendido nada lo sucedido como tampoco me ha sorprendido que no haya habido incidentes. Pero lo más importante de esta historia es, sin duda, que la pirómana Aguirre se ha quedado sola en su intento de envolverse en la bandera española para tapar sus miserias sobre la responsabilidad en el déficit de Madrid y en Bankia.
Me parece relevante que políticos muy próximos al presidente del Gobierno como la dirigente del PP catalán, Alicia Sánchez-Camacho; el del PP vasco, Antonio Basagoiti y el ministro del Interior, Jorge Fernández, se hayan desmarcado claramente de Aguirre en su intento instrumentalizador. Y me parece especialmente relevante si se tiene en cuenta que estando el PP en la oposición instrumentalizó los símbolos nacionales como parte de su estrategia. Recuerdo aquella manifestación contra la política antiterrorista de Zapatero que culminó en la plaza de Colón con Rajoy firme, escuchando el himno nacional. O aquel discurso, con motivo de la fiesta nacional del 12 de octubre, en el que el entonces líder de la oposición apelaba a una unidad nacional en riesgo. Esto no está tan lejos. Era en los meses anteriores a las elecciones de 2008.
Afortunadamente, la derecha española parece que se sacude el patrioterismo fácil. Y solo parece quedar como recuerdo nostálgico la pirómana Aguirre, de cuya soledad es todo un símbolo que ni siquiera haya osado acudir al Vicente Calderón y haya dejado comerse el marrón de su actitud irresponsable al Príncipe y a los representantes del Gobierno.