Sobre el autor

Luis Rodríguez Aizpeolea

es un veterano periodista vasco afincado desde hace 22 años en Madrid. Siguió de cerca la transición política en Euskadi hasta finales de los 80, y las vicisitudes políticas de La Moncloa desde la última etapa de Felipe González. Tras muchos años de perseverancia, ha tenido la satisfacción de poder firmar la noticia de su vida: el anuncio del cese definitivo de ETA.

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Una mirada particular de la situación política en general, de los resortes del poder, de La Moncloa y su entorno y, sobre todo, de la cuestión vasca.

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Reconocerse unos a otros

Por: Luis R. Aizpeolea | 27 jun 2012

Mientras la Reina Isabel II de Inglaterra daba la mano a Martin Mc Guinness, uno de los dirigentes históricos del IRA —organización que asesinó a su primo, Lord Mountbatten— aquí en España representantes de algunas asociaciones de víctimas del terrorismo se negaban a acudir al Congreso de los diputados a su homenaje anual en protesta por la legalización de Amaiur, coalición de la que participa la izquierda abertzale. Una izquierda abertzale que, a su vez, tampoco acudió al Congreso al considerar que en el acto institucional solo se homenajea a las víctimas de ETA y no a otras, como las del GAL, el BVE o de los abusos policiales. Y que, en consecuencia, acudió a otro acto en Gernika.

Es verdad que solo han pasado ocho meses desde que ETA anunció el cese definitivo de la violencia y el IRA ya va para la década. Pero a unos y otros les conviene empezar por interiorizar que el terrorismo de ETA ya se ha acabado y que tienen que mirar hacia el futuro.

La izquierda abertzale tiene que reconocer su complicidad con el terrorismo durante años y el daño causado con ello a las víctimas. Por ello sería conveniente como gesto que acudiera al homenaje a las víctimas de ETA en el Congreso, aunque es verdad que es incompleto.

ETA asesinó más de 800 personas entre 1968 y 2009. Pero los GAL y el BVE cerca de un centenar. Y la cifra puede doblarse o más aún si se suman los abusos de una policía no adaptada a la democracia en la etapa de la Transición.

Esas víctimas no han tenido el reconocimiento que en los últimos 15 años han tenido las víctimas de ETA. El mantenimiento del terrorismo etarra mientras desapareció a finales de los ochenta la guerra sucia contribuyó a esa falta de reconocimiento.

Pero con el cese definitivo de ETA esta situación debería ser tenido en cuenta. Ya se está teniendo en cuenta en el País Vasco dónde desde hace unos años se vienen produciendo encuentros por la base entre víctimas de ETA, de los GAL y de los abusos policiales.

Cabe esperar que en la medida en que pasa el tiempo y se consolide el final de ETA vayan desapareciendo las trincheras y unas víctimas asuman el reconocimiento de las otras y las instituciones de todas ellas. Con ese espíritu fue posible la Transición en España. O la foto de este miércoles de la Reina Isabel II con el ex líder del IRA.

El País

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