Alterconsumismo

Sobre el blog

“El consumo es democracia. A través de lo que compras decides qué tipo de sociedad quieres. En este espacio encontrarás ideas para hacer que tu consumo sea justo y sostenible. Únete al Alterconsumismo.”

Sobre los autores

Anna ArgemíAlterconsumismo es un blog coral dirigido por Anna Argemí, periodista especializada en comercio justo, consumo responsable y alternativo. Los últimos años estuvo a cargo de la comunicación externa del comercio justo en Intermón Oxfam.

  • Marta Guijarro (Coordinadora Estatal de Comercio Justo)
  • Laura Perona (Fairtrade Ibérica)
  • Albert Cañigueral (Consumo Colaborativo)
  • Carlos Ballesteros (Universidad de Comillas, especialista en consumo)
  • Marco Coscione (Coordinadora Latinoamericana y del Caribe de Pequeños Productores de Comercio Justo)
  • Anna Carrascón (Setem)
  • Álvaro Porro (revista de consumo responsable Opciones)
  • Esther Vivas (activista e investigadora en políticas agrícolas y agroalimentarias)
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  • Laura Alcubilla (Economía del bien común)
  • Lidia Ucher
  • Dídac S-Costa (mercados sociales)
  • Rafael Sanchís (director de Comercio Justo de Intermón Oxfam).

Farmers' Markets, el productor y el consumidor cara a cara

Por: | 28 de junio de 2013

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Por todo el país existen desde hace tiempo muchas personas que se han asociado en grupos de consumo para comprar conjuntamente a agricultores locales. Basta con hacer una búsqueda en Google para hacerse una idea de la dimensión del fenómeno. Los miembros suelen recibir en casa periódicamente una caja con productos de temporada, lo que permite consumir local, conocer el origen de lo que comemos y a la vez promover la agricultura de nuestro entorno.

A esta opción de recibir el producto directo de la huerta a casa se le suma ahora otra posibilidad: ir al encuentro del producto y del productor en un espacio público junto con otros consumidores. De un tiempo a esta parte están proliferando por toda Europa mercados alternativos, Farmers’ Markets, como el de Londres, donde comprar directamente al productor o ganadero local carne, hortalizas, frutas y verduras recién cosechadas, y como en el caso de la compra colectiva evitando los intermediarios. Es el resultado del deseo creciente tanto del productor como del consumidor de acercarse mútuamente. La proximidad, un valor en alza en muchos sentidos. Este encuentro del productor y del consumidor cara a cara es posible ya en Madrid, en la Cámara Agraria el primer sábado de cada mes, así como en el Mercado La Buena Vida, especializado en productos ecológicos, artesanales y de proximidad, y que también se celebra el primer fin de semana de cada mes.

Y a partir de mañana, sábado 29 de junio, se suma un nuevo Farmers’ Market a la lista de la Comunidad de Madrid. La Plaza de Toros de Alcalá de Henares acoge mañana la primera edición de MERCADOS DE ORIGEN, los mercados del sabor rural de 10 a 15 h. La entrada es gratuita y se celebrará regularmente a partir del mes de julio el segundo sábado de cada mes.

Se trata de una iniciativa impulsada por Origen, la revista del sabor rural. El proyecto pretende iniciar una red de mercados en la Comunidad de Madrid para luego ir extendiéndola por todo el país. Una red de mercados de venta directa que promuevan la proximidad, la temporalidad, la sostenibilidad, la biodiversidad, la vuelta al sabor junto con la necesidad de crear cultura y educar, “porque solo conociendo lo que nos rodea podremos llegar a amarlo; es el momento de mirar hacia dentro, de cuidar de nosotros mismos, de nuestros valores y de nuestro patrimonio”, en palabras de los organizadores. Se trata de otra alternativa más de consumo responsable y comprometido con el entorno local y con el patrimonio gastronómico.

En Alcalá de Henares los visitantes podrán degustar y comprar desde carnes frescas a quesos artesanales, pasando por vinos y aceites, además de productos de la huerta, o pasta fresca, por poner algunos ejemplos. Por otra parte se organizarán talleres y actividades tanto para niños como para mayores.

Por ser el día del estreno, participará en el Mercado el cocinero de la huerta Fernando del Cerro, del restaurante Casa José de Aranjuez, que cuenta con una estrella Michelin desde el año 1992. Fernando del Cerro protagonizará talleres sobre cómo trabajar las verduras de manera diferente y también cocinará para los asistentes, por lo que se podrán degustar in situ algunas de sus propuestas gastronómicas.

Foto de apertura: El cocinero de la huerta Fernando del Cerro, del restaurante Casa José

¿Comemos veneno?

Por: | 27 de junio de 2013

Por Montse Escutia, ingeniera agrónoma especializada en agricultura ecológica y colaboradora de la revista The Ecologist

Comemos_veneno
Marie-Monique Robin es una periodista francesa conocida por su beligerancia contra la industria agroalimentaria y su defensa de la alimentación ecológica. También por criticar abiertamente a la multinacional Monsanto en su documental y en su libro "Las cosechas del futuro: cómo la agroecología puede alimentar al mundo". En él la autora reafirma mi convencimiento de que existe una alternativa respetuosa con el medio ambiente para alimentar a todas las personas del planeta y que el hambre es fruto de la especulación y de la cobardía política.

En su nuevo libro la periodista afirma que hay una relación directa entre lo que comemos y el aumento espectacular de algunas enfermedades como la obesidad, la diabetes y el cáncer. Otro tema controvertido. ¿La exposición a miles de contaminantes nos vuelve más vulnerables a enfermedades? ¿Ha dejado de servir el principio de que "la dosis hace el veneno"? ¿Estamos colapsando los sistemas de desintoxicación de nuestro cuerpo sometiéndolo a un constante cóctel de compuestos sintetizados en laboratorio? No tengo la respuesta pero vale la pena escuchar y leer los estudios del doctor Nicolás Olea, catedrático de Medicina de la Universidad de Granada, y del doctor Miquel Porta, catedrático de Salud Pública y Medicina Preventiva de la Universidad Autónoma de Barcelona, por poner dos ejemplos de científicos nacionales.

De nuestros vecinos franceses nos llega material francamente interesante. A mí me impactó especialmente la película "Nos enfants nous accuserons" de Jean-Paul Jaud. Este documental explica la experiencia de Barjac, un pequeño pueblo del sudeste francés, cuyo alcalde decide que en el comedor escolar sólo se servirán alimentos ecológicos. La experiencia sirve para abordar el tema del incremento de enfermedades relacionadas con la contaminación ambiental. El título "Nuestros hijos nos acusarán" apela a nuestra conciencia como especie. ¿Qué mundo van a heredar nuestros hijos? ¿Por primera vez en la historia de la humanidad la salud de nuestros hijos va a ser peor que la de nuestros padres, por muchos avances tecnológicos que experimente la medicina?

¿Qué es la salud de una población? Alguien me contó que en la antigua China los médicos cobraban mientras sus pacientes se mantenían en salud. Cuando estos caían enfermos dejaban de cobrar. No sé si es cierto pero ilustra muy bien aquello a lo que una sociedad debería aspirar: a proporcionar a todos las condiciones necesarias para vivir en salud. La alimentación es uno de los pilares de nuestra salud y tendríamos que tener la certeza absoluta de que lo que ingerimos es un verdadero alimento para nuestro cuerpo y no algo que nos envenena lentamente.

He oído muchas veces que lo natural no es sinónimo de bueno ni lo químico sinónimo de malo pues también hay venenos naturales y gracias a sustancias químicas como el cloro aplicado al agua se han salvado muchas vidas. Totalmente de acuerdo, pero deberíamos ser más humildes y aceptar que no tenemos ni idea de lo que pasa en nuestro cuerpo con el cóctel de sustancias químicas nuevas que los procesos biológicos y fisiológicos naturales no saben metabolizar. Y seguro que a la larga nos pasan factura. Lo más democrático sería que entre todos pudiéramos decidir cuál es el precio que estamos dispuestos a pagar. Pero para ello es necesario información independiente (¿existe?), debate y una gran transparencia por parte de empresas y gobiernos en todo lo que afecta a nuestra alimentación. Casi nada.

¿Todavía quieres un coche?

Por: | 26 de junio de 2013

Por Jorge Romero, arquitecto especialista en energía y medio ambiente

Coche
Para que la ciudad moderna funcione es necesario que todo circule, desde el capital hasta el agua, desde la energía hasta la población. En este modelo de ciudad, el desplazamiento de las personas se convierte en una actividad de carácter obligado con el propósito de realizar las tareas más imprescindibles y cotidianas: trabajar, comprar, divertirse. Así la movilidad en la ciudad moderna es la suma de los desplazamientos individuales de los ciudadanos a una velocidad determinada. Dicho movimiento forma parte de la vida cotidiana de los ciudadanos. Desde sus orígenes el transporte y la movilidad forman parte esencial de la humanidad, desde las calzadas romanas hasta el transporte fluvial de mercancías; pero el modelo de movilidad existente hoy en día tiene sus orígenes en el siglo XIX.

E. Howard proponía la ciudad jardín, ciudades policéntricas rodeadas por el ferrocarril y conectadas entre ellas por medio de este. Se proponía la existencia de cinturones verdes que rodeaban las ciudades, y podían servir como fuente de alimentos y sumideros, creando entidades urbanas autosuficientes. Este concepto se ha desvirtuado hasta llegar a las ciudades satélites que conocemos, donde la vivienda, la industria y los equipamientos necesarios se separan y se conectan mediante una extensa red de vías y transportes horizontales. Pero, ¿quién no desea vivir en una casa unifamiliar aislada con jardín? Es el sueño americano hecho realidad en las millares de urbanizaciones de nuestro país, donde el uso del vehículo privado es indispensable para ir a comprar el pan por la mañana.

El principal actor en el modelo actual es el vehículo privado, que permite realizar todas las actividades necesarias para conseguir la habitabilidad. En el caso de Barcelona, por ejemplo, la planificación del Ensanche tenía en cuenta y preveía el radio de giro de los futuros vehículos. O hasta llegar al punto de ciudades tipo Los Ángeles, donde el automóvil es necesario para realizar la mayoría de las actividades imprescindibles para vivir.

Vivimos a cámara rápida debido a múltiples factores. El tiempo tiene un gran valor económico. Lo necesitamos todo para ayer, para poder hacer más cosas durante el día, que representa un mayor beneficio económico tal como están las cosas. Por lo tanto al introducir el concepto de velocidad dentro de la movilidad hay que tener en cuenta que el incremento sólo puede lograrse con mayores consumos de energía.

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6 objetos para donar y trocar antes que acumular y reciclar

Por: | 25 de junio de 2013

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Cuántos trastos tenemos en casa y qué poco uso hacemos de ellos. Con los años vamos acumulando objetos sin que sepamos muy bien para qué ni por qué. Sólo porque "son nuestros" o "por si un día los necesitamos". Hace años me deshice de mis apuntes de la universidad. Recuerdo que me dolió el momento de la separación como si con ellos fuera a acabar triturado también todo lo que allí aprendí y experimenté.

Hoy he decidido compartir algunas reflexiones sobre cómo y por qué donar y trocar objetos que duermen, las más de las veces, el sueño de los justos abandonados en armarios, estantes y alacenas. En el mejor de los casos acaban al cabo de los años en el container de turno para ser reciclados cuando su vida útil podría haberse alargado para alegría de muchos otros.

  • Diarios y revistas. En Francia acaban de lanzar Trocdepresse, una web para que los vecinos compartan los diarios y las revistas a los que están suscritos. Cuando me enteré de su iniciativa de inmediato me acordé de mi revistero. Visualicé horrorizada esos suplementos dominicales que ni saqué en su día del envoltorio. Y su día fue hace meses. Me dije que tienen razón, que quizá a mi vecina de rellano le gustaría hojearlos antes de que yo los condene sin más a la guillotina. En Trocdepresse.com sugieren compartir revistas y prensa con los vecinos depositando los ejemplares en los buzones de la escalera. El intercambio gratuito permite leer más cabeceras, ahorrar gastos, reducir residuos y además cultivar relaciones de confianza.
  • DVD, Blu-Ray, libros, juegos. Hace unos años quise desprenderme de varios libros por una mudanza. Recorrí unas cuantas librerías de lance en mi ciudad. Algunas ni quisieron echar un vistazo a mis títulos y las que consintieron me ofrecían una miseria a cambio. Siempre me ha sorprendido el poco interés por la cultura de segunda mano en nuestro país. Y yo me pregunto: ¿qué es lo importante: el estado del continente o el contenido? Me dio pena pensar que iba a abandonar a mis buenos amigos entre montañas de libros polvorientos y prematuramente avejentados y que quizá jamás volverían a ser acariciados por manos amigas. Así que decidí donarlos a la biblioteca pública de mi barrio. Me ofreció un espacio donde dejarlos para que otros usuarios pudieran recuperarlos. En una palabra: book-crossing de barrio. Mientras yo iba depositándolos en los estantes ad-hoc y despidiéndome de ellos con ceremonia y un poso de tristeza otro lector a mi lado iba recogiéndolos sin prisa pero sin pausa. Se giró hacia mí y con una gran sonrisa me dijo: "Muchas gracias".

¿Realmente hemos de esperar a una mudanza para decir adiós a objetos como libros, DVD, Blu-Ray, juegos, revistas, enciclopedias, que sabemos que no volveremos a utilizar? ¿Y si ampliara el espectro y los considerara no míos sino tal vez tuyos, vuestros o de ellos? ¿Cuántas cosas acumulamos "por si un día"? Quizá este aferrarse a los libros en concreto provenga de la imagen romántica de "persona cultivada", una imagen que nos muestra siempre en el segundo plano una biblioteca alejandrina, exuberante, repleta desde el techo hasta el suelo. ¿No debería ser la persona -al hablar, actuar y escribir- quien nos demostrara su supuesta cultura más que los lomos de los libros que asoman por detrás de su figura?

Otra opción muy válida, además de la donación, es el intercambio del producto con otros lectores o consumidores. Quizá nosotros ya no vayamos a ver por enésima vez la segunda temporada de nuestra serie favorita pero quizá alguna otra persona esté interesada en ella y a cambio pueda ofrecernos algo que sí nos interese a nosotros consumir. Y el trueque puede hacerse con el vecino local o con el global. En el mundo anglosajón proliferan las webs de intercambio (swap en inglés), como esta.

No creo que a nadie sirvieran mis apuntes de la universidad y sé que hice bien cuando envié a reciclar esos kilos de papel, pero me pregunto por qué nos cuesta tanto desprendernos de objetos que ya no nos interesan y que encima nos roban espacio vital en casa. Y tú, ¿de qué cosas crees que podrías deshacerte y que otros podrían aprovechar?

Foto de apertura: Three men at dusting books (3 hombres sacando el polvo a unos libros), The New York Public Library, vía Wikimedia Commons

Small, the new big

Por: | 24 de junio de 2013

Por Sonia Felipe Larios

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El norteamericano Seth Godin, gurú del márketing y autor de varios superventas sobre márketing y empresas, publicó en 2006 un libro titulado "Small is the new big". Godin vislumbraba el potencial de las pequeñas y medianas organizaciones para transformar las cosas, frente al modelo de las grandes corporaciones, inmovilista y "aburrido".

El mundo postmoderno ha multiplicado el número de agentes sociales y ha relevado de su atalaya a las grandes empresas y las instituciones tradicionales, alumbrando así un nuevo modelo de actor global: la sociedad civil. La desconfianza hacia nuestros políticos y nuestras instituciones va acompañada de nuevas formas de colaboración, más locales pero, a su vez, de inspiración y enfoque globales, gracias al impulso de las nuevas tecnologías y las redes sociales.

Es como si nos hubiéramos caído en un cómodo estado de sueño y nos hubieran zarandeado para despertarnos. La falta de una respuesta eficaz por parte de las instituciones políticas o de las grandes empresas ante los retos de nuestro tiempo nos ha hecho abrir los ojos y tomar en nuestras manos, por fin, el poder de cambiar las cosas.

Cada vez somos más conscientes del impacto que nuestras acciones tienen en el mundo, no sólo por parte de pequeñas empresas, organizaciones sociales o movimientos ciudadanos más o menos formales, sino a través de nuestros propios actos cotidianos, los pequeños gestos. Desde replantearnos por qué, dónde y cómo compramos, eligiendo alimentos de proximidad y ecológicos, hasta participando en iniciativas de consumo locales, colaborando con ONG o contratando a proveedores de energía verde. También hay muchos emprendedores que optan por impulsar empresas sostenibles, a su vez financiadas por una red de bancos con valores. Vivimos en una época en que cada uno de nosotros podemos hacer algo para cambiar la economía y la sociedad, y orientarlas hacia un modelo más sostenible, humano e innovador.

Como señalaba Gisela Genebat, responsable de relaciones con donantes, empresas y fundaciones de Intermón Oxfam, en un reportaje sobre consumo responsable: "Cuando compras productos de comercio justo, o alimentos de cultivo ecológico, cuando utilizas el transporte público o la bici, cuando usas bombillas de bajo consumo, cuando apuestas por empresas responsables o decides invertir tu dinero en la banca ética, estás actuando como un consumidor responsable y, por ende, como un ciudadano responsable.

 

Si el cambio está en nuestras manos, ¿por qué demorarlo más? Junto al boca-boca de toda la vida han ido surgiendo plataformas informativas que nos ayudan a encontrar la información necesaria para decidirnos a contratar electricidad verde, consumir productos ecológicos o cambiar de banco. Puede ser el empujoncito que muchos necesitábamos.

Otra iniciativa interesante son los movimientos de transición, presentes en más de una treintena de países y formados por grupos de personas que buscan una forma de vida más ecológica y sencilla. No hace falta abandonarlo todo y echarse al monte sino que se parte de pequeñas iniciativas grupales como el cultivo de un huerto urbano, la organización de mercados de intercambio o la producción de energía a pequeña escala.

El cambio no es fácil pero hoy más que nunca tenemos la posibilidad de que nuestras pequeñas acciones tengan un impacto global. De hacer que lo pequeño sea el nuevo grande. El acceso a esta información, unido al poder de las redes sociales y las nuevas iniciativas de colaboración ciudadana pueden mover montañas. Eso si añadimos el ingrediente estrella: el compromiso. Como le gusta decir a Joan Antoni Melé, autor del libro y el blog Dinero y conciencia: "Todo aquello que parece imposible, cuando nos comprometemos, se convierte en posible."

The Social Coin, la moneda de los favores

Por: | 20 de junio de 2013

Por Iván Caballero, co-fundador de The social Coin

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The Social Coin nace como un proyecto entre dos amigos que se proponen inicialmente cambiar el mundo, aunque pronto se dan cuenta de que cambiar el mundo es muy ambicioso, así que se conforman con mejorar un poco nuestro pequeño mundo y el ecosistema en el que vivimos.

Creemos que uno de los principales problemas actuales es precisamente la crisis de valores propiciada, entre otros factores, por el consumismo, esa necesidad constante de buscar que los objetos materiales suplan todas nuestras carencias emocionales.

Enseguida caímos en la cuenta de que la acción desinteresada, el hacer algo por otra persona, olvidándote de ti mismo, es un gran antídoto al consumismo, además de una fuente de felicidad y de salud. Por este motivo nos planteamos fabricar monedas que simbolicen una acción desinteresada. Que no se compren, que no se vendan. Que nazcan, se pasen de mano en mano y se planten, mejorando la vida de todos.

Para probar esta idea hemos decidido lanzar The Social Coin al mercado mediante la financiación colectiva o crowdfunding. La idea es que gracias a la ayuda de cientos de personas iniciemos este proyecto que va a volver a ellas en forma de moneda. Hasta ahora hemos conseguido el 100% del capital mínimo. Hoy jueves iniciamos la fase de lanzamiento oficial y de primeros pedidos.

Hemos comprobado que la acción desinteresada es una fuente de felicidad universal. Cualquier persona puede beneficiarse de ella. Tanto quien la hace como quien la recibe. En nuestro último estudio sobre la acción desinteresada y la felicidad, hemos concluido que una acción desinteresada por sorpresa cambia el estado de ánimo durante todo el día del 27% de las personas que la reciben.

Después de probar varias hipótesis hemos concluido que el mejor proceso para que las personas se comprometan con la ayuda desinteresada es el siguiente:

  1. Piensa qué favor vas a hacer. Puede ser ayudar a cualquier persona, conocida o desconocida.
  2. Escríbelo en thesocialcoin.org. Marcarte un propósito te ayudará a conseguir la actitud que necesitas.
  3. Hazlo realidad. Una vez conseguido verás el efecto positivo que tiene.
  4. Entrega la moneda a la persona a la que has ayudado. Se sorprenderá gratamente.
  5. Pasa la voz. Explícale cómo funciona The Social Coin y qué te ha movido a ayudarle.

Durante el proceso de ideación del proyecto hemos salido a la calle a realizar favores nosotros mismos. Nos hemos dado cuenta de que las acciones más cotidianas, en las que cualquier persona se puede encontrar son las más significativas. Estas acciones generan un compromiso en las personas que las reciben. El comprometernos con una causa nos da la actitud necesaria para llevarla a cabo.

Un pequeño gesto como recoger una cartera del suelo, ayudar a alguien a cruzar la calle, llevarle la cena a una persona sin techo o subir una maleta en las escaleras del metro cambia significativamente el día de las dos personas involucradas. Le da sentido. Lo hace memorable.

Las monedas están hechas de un material plástico que se puede programar. Es decir, podemos decidir qué duración tiene la moneda. Además todas las monedas son biodegradables, y como dentro llevan una semilla, se pueden plantar al final de la cadena, que creemos que será de 10 favores o, en cualquier caso, de 3 meses de duración.

Desde un punto de vista menos técnico, nuestras monedas están hechas de compromiso, entrega, confianza y empatía.

La Vía Campesina, 20 años por la soberanía alimentaria

Por: | 19 de junio de 2013

Por Tom Kucharz, de Ecologistas en Acción

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Comunidades indígenas y campesinas del Chocó colombiano regresan a sus territorios después de haber sido desplazadas violentamente por paramilitares y el Ejército colombiano. Al volver descubren sus tierras cubiertas de palma aceitera, un desierto verde que les despoja del espacio para cultivar alimentos, seca los ríos y causa deforestación. Deciden entonces rebelarse, arrancar la palma y plantar maíz. Hasta allí llega una delegación internacional, con la que viaja un líder campesino indonesio. No habla castellano ni inglés pero conoce muy bien el problema, que vive en su propio país. Al cabo de unas horas llegan a entenderse por medio de gestos, sonrisas y el vínculo de un conflicto común. El agricultor asiático y esas comunidades colombianas rechazan las plantaciones de palma para la producción de agrocombustibles, que benefician a las élites y a las multinacionales, pero causan hambres y guerras locales.

Esta escena real, en la que participé como miembro de la delegación, puede ser una buena imagen para ilustrar el trabajo de La Vía Campesina, la organización internacional que la semana pasada cumplió 20 años. Representa hoy en día a más de 200 millones de personas de 183 organizaciones de todo el mundo, desde agricultores a pescadores, pasando por jornaleros o campesinos sin tierra. Y visibiliza resistencias locales, como la de las comunidades del Chocó e Indonesia, porque en realidad forman parte de luchas globales. La Vía Campesina dinamiza muchas movilizaciones en escenarios tan diversos como las cumbres de cambio climático, la OMC, y la FAO, contra la importación de semillas de Monsanto tras el terremoto en Haití o la oposición al golpe militar en Honduras. Han conseguido algo tan difícil como representar a poblaciones marginadas con una voz mundialmente reconocida.

"Somos nosotras y nosotros los que alimentamos a la humanidad y cuidamos la naturaleza. Las generaciones futuras dependen de nosotros para el cuidado de la tierra", recordaban la semana pasada en Yakarta, durante la conferencia que reunió a representantes de 88 países.

A los 20 años de su nacimiento la lucha es construir la soberanía alimentaria. Algo tan básico como el derecho de los pueblos a decidir cómo usar sus tierras, promoviendo la autosuficiencia y una agricultura a pequeña escala con un control democrático, que la alimentación vuelva a ser un derecho y no una mercancía con la que se especula. En algunos países muchos de esos principios se han convertido en políticas públicas, una parte de la comunidad científica reconoce ahora los efectos positivos de la agroecología en la reducción de la pobreza y la mitigación del cambio climático. Y los Derechos de los Campesinos han sido reconocidos por la ONU. Todo eso se debe, en buena medida, al trabajo, las acciones y la cohesión de La Vía Campesina. Una organización que además ha logrado, como pocos colectivos internacionales, dar prioridad a la igualdad de género y colocarlo en el centro de su agenda.

En estos veinte años se han logrado muchas cosas, pero quedan muchas más. Por eso La Vía Campesina ha terminado su encuentro de Yakarta llamando a "tejer hilo a hilo la unidad a nivel global entre organizaciones del campo y la ciudad para participar en la construcción de una nueva sociedad, basada en la soberanía alimentaria, la justicia y la igualdad. "Movilizaciones populares, la confrontación con los poderosos, la resistencia activa, el internacionalismo, el compromiso con los movimientos de base locales, son esenciales para lograr cambios sociales efectivos", afirma el movimiento campesino, cuya gran fortaleza es crear y mantener la unidad en la diversidad.

¡Ecosolidarízate!

Por: | 18 de junio de 2013

Por Jordi Garcia Jané, presidente de la Xarxa d'Economia Solidària

Ecosol
El pasado mes de octubre la Xarxa d'Economia Solidària (XES) presentó durante la 1ª Feria de la Economía Solidaria en Barcelona el ecosol, una moneda propia en forma de billetes de 1, 2, 5 y 10 ecosoles que utilizaron unas 5.000 personas para comprar cualquiera de los productos que allí se ofrecían.

Desde entonces la XES ha ido puliendo su propuesta de moneda alternativa y ahora ya ha decidido pasar a una segunda fase, la de su consolidación. Pero ¿qué es una moneda alternativa? El dinero nació como un instrumento público para facilitar los intercambios de productos y servicios y como estándar de valor. Sin embargo, desde hace un tiempo funciona más bien como un recurso escaso del que se apropian los especuladores financieros. Esta perversión de su uso originario tiene lugar en períodos de crisis como el actual.

Para defenderse de esta situación en cada crisis algunas poblaciones han creado dinero por su cuenta con el que reactivar su economía, salir del paro y la pobreza. Así sucedió durante la depresión de 1929 en países como Alemania, Austria y Suiza, donde se crearon monedas no oficiales como el wara, el wörgl y el wir, respectivamente. De ellas sólo sobrevive esta última, un sistema de crédito mutuo en el que participan actualmente 62.000 pequeñas y medianas empresas suizas. Y es uno de los referentes en los que se inspira el ecosol.

Así sucedió también por toda América Latina y los países asiáticos a finales del siglo pasado y comienzos de este: los sampaios en Sâo Paulo, los tlaloc en México, los patacones en Argentina, o el fureai kippu en Japón. Y así está sucendiendo hoy en día en Grecia o en distintos puntos de España: los boniatos en Madrid, los pumas en Sevilla, y ahora en Cataluña, entre otras, el ecosol.

Las llamadas monedas alternativas, sociales, locales, complementarias o comunitarias pueden tomar forma de vale circulante (billete) o de anotación en cuenta (moneda electrónica). A veces las crean asociaciones (los chiemgauer en Alemania) y otras incluso los ayuntamientos (los sol-violette en Toulouse). Reactivan la economía de una población o sector económico, remuneran el trabajo de personas paradas, y favorecen la inclusión social y el sentido de comunidad.

El ecosol persigue tres objetivos principales:

  • Ayudar a la economía social y solidaria para que no sólo resista la crisis sino que crezca, mediante la dinamización y fidelización de los intercambios, y la atracción de nuevos productores y consumidores.
  • Incentivar el consumo responsable de bienes y servicios, tanto por parte de las personas individuales como de las propias cooperativas y otras empresas de la economía solidaria.
  • Generar una comunidad cada vez más amplia de productores y consumidores de la economía social y solidaria, que desemboque en un mercado alternativo al capitalista, el llamado mercado social. Este mercado se regiría por la equidad en los intercambios, la solidaridad entre productores y consumidores, y la distribución de bienes y servicios necesarios y fabricados de modo socialmente responsable.

El ámbito de circulación del ecosol será el Mercado Ecosol, una comunidad de crédito mutuo sin interés formada por productores solidarios (cooperativas, asociaciones, profesionales) así como por consumidores responsables que deseen acceder a dicho mercado cambiando euros por ecosoles y que serán recompensados con una bonificación del 10% (11 ecosoles a cambio de 10 euros).

La XES inició ayer en Goteo.org una campaña de crowdfunding para financiar la gestión, promoción y comunicación necesarias que consoliden el ecosol. La campaña,"ECOSOLidaritza't" (ECOSOLidarízate), tiene de plazo hasta el próximo 26 de julio para reunir, como mínimo, los 5.000 euros que requiere el proyecto. Tal como se dice en el vídeo explicativo, esperan que esta sea la última vez que deban pedir si no dinero sí al menos en forma de euros. Y con la intención de convertir al financiador solidario en un usuario de este mercado alternativo, ofrecen a quienes se ecosolidaricen una determinada cantidad de ecosoles para que puedan comprar ya productos de la economía solidaria.

¡Cómpramelo! Me lo pido todo

Por: | 17 de junio de 2013

Por Carlos Ballesteros

 Compramelo_todo

Tres situaciones vividas en apenas 48 horas:

  1. Martin (a punto de los 7 años). Se le cae un diente en el parque. Ya tocaba. Viene todo feliz a enseñarme su diente, su mella, y dándose media vuelta y a voz en grito para que le oiga todo el mundo dice: "Guay, esta noche el ratoncito me traerá el ipod." Luego además nos enteramos de que en realidad quería decir el iphone.
  2. Martin otra vez, eligiendo el regalo que le van a hacer sus abuelos por su cumpleaños en una tienda de jugutes, tienda tradicional de barrio. Sabe que hay criterios: sin pilas, juego para jugar tanto solo como acompañado, aproximadamente 40 €, no bélico. A su lado una señora con dos niños dejándose aconsejar por el vendedor. En un momento dado la señora se da la vuelta y muy seria le dice a su hijo: "No te creas. Este regalo sólo es porque esta semana has estado costipado." El regalo incumplía todos los criterios arriba señalados.
  3. Misma tienda unos minutos más tarde. Niño y madre. El niño de unos 4 años si llega. La madre enseñándole un juguete de unos 25 euros, unos muñecos de una serie de dibujos animados japonesa, violenta, y le dice: "Si esta semana traes punto verde de la guardería todos los días te lo compro."

Una de mis máximas preocupaciones (quizá porque soy padre de dos chicos de 5 y 7 años) es trabajar el consumo responsable o, al menos, el consciente desde pequeños. Luchas, eso sí, con muchas barreras: los medios de comunicación, los círculos sociales en los que se mueven tus hijos, la familia más o menos lejana, la sociedad en su conjunto. En la situación 1, Martin piensa que el ratoncito Pérez le va a traer tamaño despropósito porque a un niño de su clase, con apenas esos años, ya le habían traído ese teléfono que hace de todo, incluso contestar llamadas. En las otras dos no son sino fiel reflejo de una sociedad que recompensa lo irrecompensable, aquí, ahora y además de manera desmedida. A menudo uso en mis charlas un viejo anuncio de una marca de coches alemana que presenta a un niño de unos 10 años, vestido de astronauta con el auténtico traje de la Nasa, y con un slogan que tan sólo en 12 palabras recoge toda una filosofía: "Si siempre lo has tenido todo ¿por qué vas a cambiar ahora?".

¡Cómpramelo! ¡Me lo pido todo! Algunos psicólogos hablan de la tiranía de estos niños Colón que, al igual que las representaciones escultóricas del descubridor, señalan con el dedo firme lo que quieren, lo que desean. Son tiranos que, dicen las estadísticas, pueden llegar a influir hasta en un 45% de todas las compras de un hogar. En Estados Unidos, que miden todo lo medible y más allá, se ha hecho un estudio que demuestra que padres y madres aguantan 49 "noes" hasta que dicen "sí". Y el niño, que lo sabe, vaya si lo sabe, va contando despacito hasta que se va acercando a la cincuentena, sabedor de que tiene la batalla ganada.

Abogo por una educación en un consumo responsable y consciente desde que son pequeños, muy pequeños. Donde escuela, progenitores, abuelos (sí, los abuelos también tienen la responsabilidad de educar y no como suele decirse), medios de comunicación, trabajemos todos en un gran pacto para conseguir que los niños y niñas sepan lo que cuesta el dinero, el valor de reusar (y rehusar) antes que el usar y tirar, que el cariño verdadero ni se compra ni se vende, para que cuando lleguen las fechas señaladas el niño sepa elegir, sepa desear, porque ahora no sabe qué quiere "si ya tengo de todo".

7 razones para no usar el aire acondicionado

Por: | 13 de junio de 2013

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Espero que no hayas presenciado una escena como la siguiente. Un grupo de trabajadores de cuello blanco, sentados cada uno a su mesa en la oficina, teclean concentrados en sus pantallas. De repente uno se levanta y sin luz ni taquígrafos se dirige hacia el termostato del aire acondicionado. Nadie habrá visto nada pero ese movimiento subrepticio provocará que uno tras otro vayan desviando la mirada desde la pantalla hacia el termostato. El termostato lo ha visto todo pero, hasta la fecha, aún no habla. Alguno pillará una chaqueta. Otro, más airado y demasiado aireado, decide tirar el aire por la ventana, en sentido físico y metafórico. Aún algún otro se atreverá a encaramarse a una silla y cegar con bolitas de papel el conducto. Y es que el chorro venido directo del Polo Norte le cae justo en el cogote.

Se diría que nuestra sociedad tiene muy clara la utilidad y la supuesta necesidad del aire acondicionado y yo cada año que pasa le encuentro menos utilidades y más inconvenientes. Quiero combatir ese prejuicio generalizado con 7 razones para no usarlo por descontado:

  1. El aire acondicionado es malo para la salud. Sé que es una obviedad pero no por eso hay que olvidar el argumento o menospreciarlo. ¿Por qué no se crean "espacios libres de aire acondicionado"? ¿No se ha prohibido fumar en espacios públicos? Pues yo animaría a las administraciones y a las empresas privadas a reservar al menos parte de sus metros cuadrados para "los amantes del aire puro" y no acondicionado. Vivan los edificios con ventanas que se pueden abrir. Reclamemos la posibilidad y la libertad de abrir ventanas en oficinas, autobuses, consultas médicas, despachos de abogados. Quizá incluso se airean junto con los cuerpos las ideas.
  2. El aire acondicionado perjudica al medio ambiente. Los climatizadores consumen mucha energía eléctrica, lo que hace que se emita más CO2 a la atmósfera y se agrave por lo tanto el calentamiento global. Por otra parte, un estudio de Ecologistas en Acción demostró en el 2011 que el uso sistemático de los climatizadores puede aumentar la temperatura en 1,5º o 2º en verano en una ciudad como Madrid.
  3. El aire acondicionado es malo para tu bolsillo. En época de vacas flacas como la actual restringir el uso de los climatizadores es una buena manera de ajustar el presupuesto familiar.
  4. El aire acondicionado es malo para el vecindario (que no tiene aire acondicionado). No sé si alguien se ha parado a pensar en el prójimo cuando presiona el "start". En ese momento se enciendo el motor que -oh casualidad- no está en el interior de su piso sino en el exterior para gozo y disfrute de los vecinos que, a la desgracia de no tener climatizador, deben sumar la de soportar el estruendo y el calor que emana del artilugio. Por no hablar de cómo afean el paisaje urbano los colonizadores. Perdón, quería decir los climatizadores.
  5. Nuestros antepasados vivieron sin él y no les fue tan mal. A alguien le parecerá peregrino este argumento pero no está de más recordar que "hubo vida antes de los aparatos de aire acondicionado"  y "puede haber vida sin ellos" por increíble que parezca. En aras de un supuesto confort estamos desacostumbrando el cuerpo a experimentar los cambios de temperatura propios de las estaciones y pretendemos vivir en una "permanente primavera". ¿No será el aire acondicionado otro tipo de "cirugía estética" que, en este caso, intentamos operar sobre el medio ambiente, incapaces de aceptar un no por respuesta?
  6. Hay alternativas (individuales y baratas) al aire acondicionado. Es tan fácil ponerlo en marcha que seguro que muchos habremos olvidado gestos tan sencillos como: darse una ducha; ventilarse con un abanico o ventilador; refugiarse en la parte de la casa que recibe menos insolación; abrir ventanas y a la par, cerrar contraventanas, desplegar toldos, persianas y cortinas; abstenerse de hacer ejercicio físico en las horas fuertes de calor; beber mucho líquido e ingerir menos grasas.
  7. El aire acondicionado es un apaño, no una solución. ¿No sería más sensato, lógico, barato y ecológico que se construyeran los edificios ya de entrada con la mente puesta en el ahorro energético? Edificios que conservaran el calor en invierno y mantuvieran el fresco en verano. Que convirtieran los rayos de sol en energía verde. Es decir, en vez de utilizar el aire acondicionado deberíamos apostar como sociedad por las construcciones bioclimáticas.

 ¿Y cuáles son tus razones para no usar el aire acondicionado?

Fotografía de apertura: By Tomomarusan (This is the creation of Tomomarusan) CC-BY-SA-3.0 vía Wikimedia Commons

El País

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