Alterconsumismo

Sobre el blog

“El consumo es democracia. A través de lo que compras decides qué tipo de sociedad quieres. En este espacio encontrarás ideas para hacer que tu consumo sea justo y sostenible. Únete al Alterconsumismo.”

Sobre los autores

Anna ArgemíAlterconsumismo es un blog coral dirigido por Anna Argemí, periodista especializada en comercio justo, consumo responsable y alternativo. Los últimos años estuvo a cargo de la comunicación externa del comercio justo en Intermón Oxfam.

  • Marta Guijarro (Coordinadora Estatal de Comercio Justo)
  • Laura Perona (Fairtrade Ibérica)
  • Albert Cañigueral (Consumo Colaborativo)
  • Carlos Ballesteros (Universidad de Comillas, especialista en consumo)
  • Marco Coscione (Coordinadora Latinoamericana y del Caribe de Pequeños Productores de Comercio Justo)
  • Anna Carrascón (Setem)
  • Álvaro Porro (revista de consumo responsable Opciones)
  • Esther Vivas (activista e investigadora en políticas agrícolas y agroalimentarias)
  • Sonia Felipe Larios (Triodos Bank)
  • Gema Gómez (Slow Fashion Spain)
  • Cristina Diago (Biocultura – The Ecologist)
  • Pilar Sampietro (periodista especializada en ecología RNE)
  • Laura Alcubilla (Economía del bien común)
  • Lidia Ucher
  • Dídac S-Costa (mercados sociales)
  • Rafael Sanchís (director de Comercio Justo de Intermón Oxfam).

10 ideas para ahorrar en el baño

Por: | 31 de julio de 2013

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Cerca de mi casa hay una tienda de decoración especializada sólo en baños. Nunca he entrado a comprar nada aunque a menudo me paro a admirar sus escaparates. Me da la impresión de asomarme a otro universo, un universo donde un wc de diseño es merecedor de ocupar él solito un amplio escaparate, y de hacerlo con el protagonismo que “se merece”: destacado por un potente haz de luz, como si de una obra de arte se tratara. Y a juzgar por el precio de venta al público mucho artista debe de haber participado en su elaboración.

No me tienta la idea de gastarme el dinero en una taza que sirve para lo que sirve. Me preocupa en cambio tirar tanto dinero por el desagüe por no ser más responsable en el uso del papel y del agua en el baño. Así que he hecho una lista de 10 ideas para ahorrar –y no despilfarrar- en el excusado. Que mis vecinos decoradores me perdonen.

1) Dúchate en vez de bañarte. En un baño se pueden ir alegremente 100 litros de agua. Cuando nos duchamos usamos solo unos 30 litros.

2)  Instala reductores de caudal de agua en el grifo o en la ducha, ya que permiten ahorrar entre un 18% y un 47%.

3)  Aprovecha el agua de la bañerita. Si eres papá o mamá de un niño pequeño a diario llenas una bañerita con agua. ¿Has pensado en reutilizar esa agua? Puedes, por ejemplo, verterla en un cubo y utilizarla para el wc.

4) Aprovecha el agua de la ducha. Quizá sufres la espera diaria de la llegada del agua caliente para ducharte. ¿Por qué no introducir en el plato de la ducha un cubo, donde verter el agua fría mientras esperas que se digne aparecer la caliente? Esa agua puede servir luego perfectamente para lavar platos o suelos.

5) Introduce una botella de agua en el depósito del wc. Puedes instalar un sistema de doble descarga del depósito o, en su defecto, recurrir al socorrido método de llenar una botella de plástico con agua, cerrarla e introducirla en el depósito. Al haber menos espacio disponible cabrá menos líquido y por lo tanto se usará menos al tirar la cadena.

6) Cronometra tu ducha. Utiliza un reloj de arena para la ducha. Te concede 4 minutos para lavarte. Te sorprenderá ver que son suficientes.

7) No dejes correr el agua. Algunos tenemos hábitos muy poco responsables como no cerrar el grifo mientras nos lavamos los dientes, las manos o nos afeitamos. “Es sólo un momentito” no es una excusa válida.

8) El papel de wc es papel de wc. Suena a tautología pero quiere decir que no deberíamos servirnos de él para otros menesteres que no le son propios, como limpiar el espejo empañado o los vidrios de las gafas. Un paño cumplirá estas funciones a las mil maravillas y actuarás de una manera mucho más ecológica.

9) Escoge papel de wc reciclado. En el envase debería aparecer el logo de “ecolabel”. ¿Realmente necesitas papel tintado, con dibujos y 3 capas? Recuerda para qué lo utilizas y dónde va a acabar.

10) No utilices papel de wc. Lo sé: voy un poco lejos con mis recomendaciones. En España se consumen 16 kilos por habitante y año. Al margen de consideraciones sobre el impacto ecológico del gran consumo de papel, no está de más recordar que muchos pueblos se lavan el trasero con agua y no con papel. Quizá los raros vamos a acabar siendo nosotros. Puedes usar el bidet en lugar del papel.

Y para los más atrevidos –y que dispongan de algo de presupuesto- dos ideas bonus:

11) Instálate un inodoro japonés, que lleva el bidet incorporado. Son moneda corriente por esos lares. Es un inodoro con chorro de agua y de aire caliente. Aunque a lo peor lo que ahorramos en papel acabamos despilfarrándolo en agua.

12)   Instálate un baño ecológico seco. Se trata de un inodoro que no utiliza agua para la evacuación de orina y excrementos y no se conecta a la red de aguas residuales. Además son muy eficaces biológicamente, ya que aprovechan los residuos humanos. Existen muchos modelos y marcas, con formas y diseños diferentes. Pueden ser, por ejemplo, baños secos composteros o parcialmente composteros, eléctricos o con separador de orina. También pueden ser construidos por uno mismo.

No sé si mis vecinos decoradores cuentan entre su amplio catálogo con estos tipos de inodoros alternativos. Si los veo algún día expuestos en su escaparate, soy capaz de pasar de la admiración a la acción y tal vez me convierta en cliente. Vecindad obliga.

Foto de apertura: Lesson in washing hands and polishing shoes. Primary/elementary school using the Montessori method. Eindhoven, The Netherlands, 1933. Collectie Spaarnestad vía Flickr (The Commons)

Por Sandra Lartategui, directora técnica de Organización y Sostenibilidad de Slow Fashion Spain

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Estaba esta tarde paseando con una amiga por el centro de Madrid
, cuando después de haber sido bombardeadas visualmente por los incontables letreros que anuncian descuentos en todos los comercios, decidimos entrar en unos conocidos grandes almacenes y cotillear qué se cocía en sus famosas rebajas. ¿Qué encontramos? En primer lugar me he dado cuenta de por qué hacía tanto tiempo que no frecuentaba estas tiendas. En los percheros no cabía una percha más y en las estanterías, montañas de prendas apiladas, por no hablar de los cubos de “ofertas especiales” donde ropa arrugada, zapatos o bolsos se depositan a granel y el cliente tiene que remover todo el cajón para encontrar una talla o la pareja del zapato que le ha gustado.

¿Qué hay de malo en que haya tanta ropa? Vamos a poner el ejemplo de una camiseta de algodón del color más trendy de la temporada y que podríamos haber comprado en esta gran superficie que estos días está de rebajas. Como cuenta Annie Leonard en su libro “La historia de las cosas”, el precio al que podemos adquirir una camiseta de algodón no refleja para nada el verdadero valor de esta mercancía. Para fabricar nuestra camiseta, en algún lugar del mundo se ha cultivado la materia prima, el algodón, una planta que consume mucha agua y utiliza el 10% de los fertilizantes y el 25% de los pesticidas que se aplican a nivel mundial ocupando sólo el 2,5% de la tierra cultivada.

Posteriormente el algodón crudo de nuestra camiseta ha de ser convertido en tela, para lo que se utilizan máquinas que consumen gran cantidad de energía. Una vez hecho tejido, la tela es blanqueada y teñida utilizándose habitualmente para ello benceno, metales pesados y formaldehído entre otras sustancias químicas que el tejido no retiene totalmente, por lo que un tercio se vierte a las aguas y termina llegando de una manera indirecta a las personas. La tela ya teñida es cortada y cosida para dar forma a la camiseta, probablemente en una fábrica de China o Bangladesh donde por desgracia estamos viendo las consecuencias sociales de la producción en masa. Por último se generan gran cantidad de gases de efecto invernadero durante el transporte hasta nuestras tiendas. 

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Antes de llegar a la mesa, la fruta vive un infierno químico

Por: | 29 de julio de 2013

Por Enric Urrutia, director de Bio Eco Actual

Entrevista a Jordi Bigues, periodista, activista y ecologista. Con los libros Lletra petita (Letra pequeña), Tot el que et pots estalviar per tenir una bona vida (Todo lo que te puedes ahorrar para tener una buena vida) y el programa de televisión Lletra Petita (en el canal autonómico catalán TV3), nos ayuda a que nuestro día a día sea lo más respetuoso posible con el planeta que pisamos y con nosotros mismos.

Jordi_bigues
¿Crees que la sociedad del llamado primer mundo sabe lo que come y le importa?

Creo que sí. Cabría preguntarse cómo los medios de comunicación predican la conformidad y la idoneidad del pienso que se administra: la resignación diaria de la publicidad. Es curioso que todas las religiones tienen principios éticos respecto a qué se puede comer y qué no y en cambio mucha gente cree que la comida está al margen de los criterios éticos. De vez en cuando, y cada vez más a menudo, se produce un escándalo alimentario. Se demuestra que los mecanismos de control de la industria no funcionan pero tienen la desfachatez de decir que estaban alerta.

¿Qué valor tiene una semilla sin manipular en la sociedad actual?
La semilla, más que un patrimonio es un matrimonio de la humanidad, la unión legítima de la humanidad con la madre Tierra. La semilla es y ha sido siempre el gran capital y una de las máquinas naturales más fascinantes. Su protección de cualquier alteración ha sido una constante en la humanidad que a estas alturas se ha agrietado por el monopolio y por la contaminación tecnogenética del origen de las diferentes plantas alimenticias para nuestra especie.

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4 consejos para un turismo barato, responsable y no gregario

Por: | 24 de julio de 2013

4_consejos_turismo_barato_responsable
Siempre me ha parecido que ser turista en una gran ciudad es una de las experiencias más estresantes de la vida, a la altura de las mudanzas transoceánicas y de los divorcios civiles pero nada civilizados. Una de las experiencias más traumáticas que puede experimentar una persona de bien si no llega a su destino con información contrastada y con el ánimo bien predispuesto. Dicen que vivimos en la sociedad de la información pero a mí me parece que a día de hoy algunos aún no se han enterado o no quieren enterarse. Y si no, que alguien me explique qué hacen esas hordas de turistas copando las terrazas de la Rambla de Barcelona, que sí, son turísticas, nadie lo pondrá en duda, pero también son carísimas. ¿Nadie les ha dicho -ni siquiera su smartphone de última generación- que tres callejuelas más para allá podrían consumir lo mismo, mucho más barato y, encima, en un ambiente más tranquilo y “con mucho más encanto”? Por no hablar de los guiris que se agolpan a la puerta del Hard Rock Café o del McDonald’s de turno. ¿Realmente era necesario cruzar el Atlántico de oeste a este para devorar una hamburguesa americana en una terraza mediterránea?

Así que me he decidido a hacer una lista de consejos ya que agosto está al caer para promover un turismo barato - no están los tiempos para derroches- pero responsable y no gregario .

1) Alquila a una persona privada o busca alojamiento gratis. El año pasado pasé unos días en Sevilla. Clicamos en airbnb.es y allí encontramos un pequeño estudio muy coqueto y céntrico en una corrala. Desde nuestra parcelita de terraza en un segundo piso divisábamos el jardín central y comunitario, un verdadero miniparaíso tropical como tantos hay dispersos por Sevilla. No habría cambiado nuestro estudio por nada, ni siquiera por una de las lujosas suites del hotel de cuatro estrellas que colindaba con nuestro edificio. Y además le hicimos el favor a una persona privada, al propietario que alquilaba el estudio por días. Si necesitas ajustar aún más el presupuesto puedes encontrar anfitriones dispuestos a prestarte un plegatín o un sofá-cama gratis en cualquier lugar del mundo en couchsurfing.org.

2) Comparte el trayecto. Quizá la parte del león de tu presupuesto se vaya en tan sólo el trayecto. Si dispones de vehículo puedes plantearte compartir el coche con otras personas interesadas en llegar al mismo destino, lo que reduce los gastos. O si no dispones de vehículo, puedes encontrar conductores dispuestos a cederte un asiento por un más que módico precio. Sin contar que de resultas del trayecto puede surgir una amistad, un negocio o, ¿por qué no? un romance de verano. Tentador, ¿no? Más info en blablacar.es, carpooling.es y amovens.com.

3) Come barato (y bien). Los candidatos a turistas que dispongan de un smartphone, que se descarguen aplicaciones como Foursquare, que además de  ser un geolocalizador funciona a efectos prácticos como una miniguía de restaurantes, bares y terrazas. Antes de sentarte en la primera silla vacía que se te presente consulta qué han dicho los clientes sobre el local. Por otra parte puedes reservar en España en buenos restaurantes a precios razonables a través de plataformas como eltenedor.es o restalo.es.

4) Súbete a un autobús/tranvía/metro... y piérdete. El afán del turista es ir a ver “todo lo que hay que ver”, sin perderse nada de “lo esencial”. Pero ¿dónde quedan los placeres inesperados de un trayecto misterioso con destino desconocido? ¿Por qué esta manía de querer saberlo todo anticipadamente? No hay mejor manera de conocer una ciudad que confundirse con sus habitantes en el transporte público, callejear por uno de esos barrios donde “no hay nada que ver”, expresión desafortunada donde las haya. En esos distritos periféricos no hay rastro del cartón piedra y a la vista queda desnuda la ciudad de verdad. ¿O no han venido los turistas a conocerla? Hice muchas veces este tipo de viajes a ninguna parte en Berlín y jamás me decepcionaron. A veces, y acabo con una paradoja, hace falta perderse para encontrarse de verdad.

Foto de apertura: Boyds Modern Cottages (Pensacola, Florida, enero 1941), Farm Security Administration Collection, Library of Congress in Washington D.C. (vía Flickr, The Commons

El Ramadán, ejemplo de consumo responsable

Por: | 23 de julio de 2013

Por Carlos Ballesteros

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Cada vez me resulta más interesante profundizar en la conexión que existe entre el consumo y los valores. El consumo, entendido como reflejo de un estilo de vida, incluiría así no sólo la posesión de bienes materiales sino también una forma de entender el mundo, la vida y las relaciones con las personas y el entorno que rodean al individuo consumidor. Las decisiones de consumo parecen basarse cada vez más, además de en conceptos como la relación calidad /precio, o en las características básicas de los productos, en las experiencias y la felicidad espiritual que proporcionan al consumirlos. En este contexto cobra fuerza la relación existente entre el hecho religioso, entendido como una expresión cultural, y el consumo. La religiosidad como manifestación cultural, influye y condiciona el consumo de las personas creyentes que participan de esa cultura y que aceptan y acatan las normas establecidas.

Así, en este contexto, traigo hoy aquí una celebración musulmana que se está desarrollando durante estas semanas de finales del mes julio y principios del de agosto, el Ramadán, porque creo que puede conectarse fácilmente con el tema y el estilo de este blog a la hora de pensar y celebrarlo de manera responsable. Si el consumo responsable es ante todo consciente y liberador, creo que el consumo de los que celebran el  Ramadán es un buen ejemplo de ello.

Como es bien conocido durante el mes del Ramadán el creyente debe abstenerse de comer, beber, fumar y tener relaciones sexuales desde la salida hasta la puesta del sol. Cuando el hilo negro y el hilo blanco no se distinguen (cuando es de noche), la persona que está realizando el Ramadán rompe el ayuno con una comida comunitaria, donde no faltan los dátiles ni la Harira. Y así durante los 28 días del mes lunar que culminarán en una gran fiesta. En España según el Observatorio del pluralismo religioso viven alrededor de un 1% de los 1.200 millones de musulmanes del mundo.

Varios son los aprendizajes de consumo consciente y responsable que podemos extraer de esta fiesta pues el Ramadán no es solo un mes de abstención –que ya de por sí solo sería importante- sino de reflexión y toma de consciencia, de búsqueda de paz. El valor del ayuno como desintoxicante: “Durante un mes el estómago tendrá un descanso y el cuerpo expulsará las toxinas acumuladas. Con el ayuno se aprende controlar los hábitos alimenticios y a mejorar el autocontrol y la disciplina”.  Al ayuno se le une la intención consciente que se pone al hacerlo y la especial atención que uno toma de su generosidad, de su indulgencia: el que ayuna debe además tratar de perdonar y no responder a las agresiones ni provocaciones. Es pues una auténtica experiencia de purificación física y psíquica, que se hace por profundos motivos religiosos presentes por cierto en muchas otras religiones como el cristianismo (Cuaresma) o el budismo. Hoy en día muchas personas con un estilo de vida que podríamos llamar sostenible (en inglés hablan de los LOHAS –Lifestyle of Health and Sustainability)  buscan algo parecido, salvando las diferencias, con ayunos y curas en casas de reposo en entornos naturales privilegiados.

Un segundo aspecto a tener en cuenta durante el Ramadán es que el ayuno y la ruptura del mismo son fundamentalmente realizados en comunidad, en grupo y muy especialmente en las fiestas que durante el mes se van celebrando. Es toda una expresión de júbilo y fiesta, así como un compartir experiencias y dificultades, que se hace necesariamente en y con la comunidad.

Por último, las recomendaciones nutricionales para la ruptura del ayuno son también interesantes desde este punto de vista del consumo consciente y transformador: líquidos en forma de leche o zumos, dátiles, sopa de legumbres con algo de proteínas… un auténtico ejercicio de dieta mediterránea, sin alimentos procesados, en la que tienen cabida conceptos tan responsables como la slow food, la agricultura orgánica, o zerowaste.

Así pues he querido que mi último post en este blog antes del parón veraniego fuera un homenaje y un recuerdo de unas personas que ejercen, desde lo más íntimo y profundo de sus seres un consumo consciente, liberador y en cierto modo transformador. ¡Ramadán mubarak! ¡Feliz Ramadán!

Cash mob, la fiesta del consumo local

Por: | 22 de julio de 2013

Por Daniel Jiménez, redactor de Noticias Positivas

Cashmob
Nuestras elecciones como consumidores determinan también nuestras preferencias por un modelo u otro de sociedad. En las grandes superficies comerciales, a las que comúnmente es necesario acceder en coche, no suele haber ningún empleado que sepa cómo nos llamamos. Nosotros tampoco sabemos cómo se llaman ellos. Tampoco conocemos a los accionistas dueños de esa gran superficie, que en realidad son los grandes beneficiados por nuestras compras.

En cambio, para comprar en una tienda de barrio solo hay que bajar a la calle y andar unos pocos pasos. Al entrar en el establecimiento, no será difícil que el tendero te salude por tu nombre. Precisamente, sabes que es a él a quien estás ayudando con tus pequeñas compras, mucho más pequeñas y más ajustadas a tus necesidades reales que las que puedas realizar en una gran superficie.

Los defensores del consumo responsable tienen por tanto muchas razones para apoyar al pequeño comercio. De ahí que cada vez haya más personas que se están implicando en esta causa, dando lugar a interesantes campañas e iniciativas de todo tipo. Quizá una de las más destacadas sea la protagonizada por los responsables de Cash Mob Spain.

Los cash mobs consisten, básicamente, en convocar a través de las redes sociales quedadas en pequeños negocios locales. El objetivo de estos encuentros es precisamente llevar a la gente a las tiendas del barrio, para que las conozcan y consuman en las mismas.

“El primer Cash Mob tuvo lugar en Cleveland, en agosto de 2011. Acudieron a la convocatoria unas 50 personas. Da la casualidad de que se celebró en la librería de un español”, explica José Juan Muñoz, fundador de Cash Mob Spain. Muñoz descubrió este movimiento por casualidad, mientras paseaba por Londres, ciudad en la que entonces residía.

A su vuelta a España, Muñoz decidió traerse consigo esta iniciativa y celebrar el primer Cash Mob español, que tuvo lugar en mayo del pasado año en Villajoyosa (Alicante), donde  reside actualmente.  El comercio elegido fue una papelería local, a la que acudieron más de 40 participantes. El establecimiento recaudó más de 300 euros en la primera hora. “Llevamos ya más de 30 eventos realizados en todo el país. Además, hemos movilizado a más de 7.500 personas, y se ha ayudado a más de 350 pequeños comercios”, señala orgulloso Muñoz.

Actualmente, Cash Mob Spain cuenta con una treintena de grupos activos en diferentes localidades. “Tres de estos grupos, en concreto los de Granada, Cádiz y San Sebastián,  organizan un Cash Mob cada mes”, añade el fundador. Todo un éxito en apenas un año de vida que ha llevado a Cash Mob Spain a constituirse como asociación sin ánimo de lucro. La entidad está buscando patrocinios y subvenciones con el objetivo de extender todavía más su actividad y ayudar al mayor número posible de comercios locales.

Las reglas de todo Cash Mob

Quienes quieran participar en alguno de estos eventos deben seguir estas sencillas normas de funcionamiento, basadas en la llamada “Regla de los tres amigos”:

  1. Realizar una compra en el establecimiento. Aunque en otros países se suele fijar una cantidad mínima, situada comúnmente entre los 10 y los 20 euros, en CashMob Spain prefieren que cada persona gaste lo que quiera.
  2. Conocer a tres personas e interrelacionarse con ellas.
  3. Divertirse: es la regla más importante para los organizadores.

Por su parte, los establecimientos que quieran acoger un Cash Mob también deben cumplir una serie de reglas:

  1. El propietario del comercio dará su permiso para realizar el evento dentro de sus instalaciones.
  2. En el comercio, tendrán que tener en stock productos disponibles para mujeres y hombres.
  3. Deberá haber artículos con precios económicos, entre los 10 y los 20 euros, para que los participantes realicen sus compras.
  4. El negocio será del propietario que lo regenta independiente de corporaciones, grandes empresas y franquicias.
  5. El dueño del negocio devolverá, de alguna forma colaborativa, el apoyo recibido por parte de la comunidad.
  6. El dueño deberá asistir, dentro de su comunidad y su proximidad, al siguiente evento que se realice.
  7. Al finalizar el evento, se deberán reunir voluntariamente todos los participantes, para tomar un café o refresco, comentando y compartiendo la experiencia vivida.
  8. Las imágenes de los eventos serán libres y se publicaran en los blogs y redes sociales.
  9. Se comunicará el acceso de los transportes públicos y parkings.

Foto de apertura: cash mob en el mercado municipal de Sagunto (Valencia), al que acudieron más de 1.000 personas

De la sociedad del crecimiento a la sociedad del vivir bien

Por: | 18 de julio de 2013

Por Florent Marcellesi, coordinador de Ecopolítica y coautor del libro “Adiós al crecimiento. Vivir bien en un mundo solidario y sostenible”

Adios-al-crecimiento Portada
“El crecimiento económico es la varita mágica capaz de remediar todos nuestros problemas”
. Ese es el discurso repetido una vez y otra vez durante décadas desde los poderes políticos y económicos dominantes: el crecimiento es bueno para reducir el paro, luchar contra la pobreza, garantizar las pensiones, disminuir las desigualdades o proteger el medioambiente. Nuestro bienestar como individuos y sociedad pasa, por tanto, por trabajar duro y realizar cualquier tipo de sacrificio —sobre todo cuando la economía se hunde como ahora— para que, entre otras cosas, vuelva el crecimiento del Producto Interno Bruto, mejore la productividad y aumente el poder adquisitivo.

Sin embargo, esta visión se topa con dos límites:

  • Si bien en tiempos de recesión la economía del crecimiento nos conduce al colapso social (tasas de paro y de pobreza socialmente inasumibles), en tiempos de bonanza nos lleva directamente al colapso ecológico (crisis energética, climática, alimentaria y pérdida de biodiversidad).

  • Estamos asistiendo a una decadencia estructural y progresiva del crecimiento del PIB en los países occidentales. Todo indica que aquellos países, incluido el nuestro, están saliendo del breve periodo de su historia (que se inició después de la segunda guerra mundial en Europa) en que su modelo económico, la paz social y el progreso se basaba en un aumento continuo e insostenible de las cantidades producidas y consumidas.

Dicho de otro modo, la era del crecimiento, la del consumo de masas, con energía barata y abundante, basada en el tener más para vivir mejor, ha terminado. Para siempre, porque no es posible que vuelva y porque tampoco es deseable. Al no querer reconocer esta situación, el crecimiento se ha convertido en una obsesión patológica moderna, es decir un factor de crisis que genera falsas expectativas, obstaculiza la búsqueda de bienestar y amenaza el planeta. El crecimiento ya no es la solución, es un problema central.

Ante este panorama poco halagüeño, las alternativas existen. Ya sea en España o en el resto de Europa, hay razones para tener esperanza y, sobre todo, margen para actuar. La crisis, a pesar de las vejaciones y frustraciones que ha aportado por culpa de políticas equivocadas y peligrosas, es un momento de gran oportunidad y una ocasión extraordinaria para poner en marcha iniciativas hacia el cambio, véase por ejemplo Mecambio.net. Debemos aprovecharla para darle la vuelta al sistema desde lo local y lo global, lo personal y lo colectivo, lo social y las instituciones. Ni “austeridad punitiva” (que castiga las personas que menos tienen), ni vuelta al crecimiento (que castiga los ecosistemas y las generaciones futuras), necesitamos una sociedad del “vivir bien” donde sea posible tener un empleo que sea a la vez sostenible y decente, (re)distribuir la riqueza y el trabajo de forma equitativa y construir una democracia real para que de forma colectiva decidamos cuáles son nuestras necesidades según la biocapacidad de la Tierra.

En otras palabras, es posible y deseable transitar hacia una nueva era de “prosperidad sin crecimiento” en el Norte y en el Sur, para las generaciones presentes y futuras, donde sea posible aprender a vivir bien y ser felices dentro de los límites ecológicos del Planeta.

Ideas para optimizar el consumo de energía en casa

Por: | 17 de julio de 2013

Por Jorge Romero, arquitecto especialista en energía y medio ambiente

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La compra de una vivienda es el mayor desembolso económico que realizamos a lo largo de nuestra vida. Por lo tanto debemos tener en cuenta varios factores que arrastraremos durante toda la vida útil de nuestro hogar. Según el Banco de España el porcentaje de renta bruta disponible que los españoles destinaron al pago de la hipoteca de la vivienda, ha descendido progresivamente durante los últimos ejercicios hasta situarse en el 34,3%. En el año 2007 nos situábamos en casi un 44% debido a la “inexistente” burbuja. El motivo que explica este descenso es la caída acumulada del 22% en términos nominales del precio medio de la vivienda en España desde el inicio de la crisis. Pero a pesar del descenso, cada familia conoce el esfuerzo que realiza, por lo tanto es necesario que también conozca lo que va a consumir durante toda su vida útil.

En términos generales el sector residencial, es decir el conjunto de los hogares en España consumen el 17% de toda la energía final y el  25% de la  electricidad. Según este estudio del IDAE (Instituto para la Diversificación y el Ahorro de la Energía) sobre el análisis del consumo energético del sector residencial en España, el gasto medio energético anual por hogar es de 990 €.

En esta época veraniega en que se dispara el uso de los aparatos de aire acondicionado no está de más tener una visión general de su implantación. Por ejemplo el 49% de los hogares españoles dispone de algún tipo de sistema de aire acondicionado, básicamente de tipo individual, sin que se aprecien diferencias en el tipo de vivienda. Las diferencias están marcadas por el clima, puesto que es la zona mediterránea la más equipada: el 67% de los hogares disponen de un climatizador.

Pero el consumo total energético de la refrigeración en nuestros hogares representa sólo el 0,8% del total, mientras que la calefacción se sitúa en el 47%. Desde un punto de vista lógico, el diseño arquitectónico debería disminuir este tipo de consumos. El emplazamiento, la envolvente térmica y el aislamiento, entre otras variables, nos deberían llevar a crear espacios habitables y libres de consumo. La rehabilitación por lo tanto sería el ámbito correcto de actuación.

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Por Marco Coscione

Fairtrade_Sur
El sello Fairtrade International, FLO de comercio justo ha recorrido varios caminos y experimentado notables cambios desde su fundación en 1997. En los últimos años frente a la deriva del principio originario (la defensa del pequeño productor organizado), los productores del Sur, especialmente los latinoamericanos, han evidenciado los problemas internos del sistema de comercio justo certificado Fairtrade, como la cooptación por parte del mercado y la dilución de sus estándares para hacerlos más accesibles a los actores tradicionales del comercio internacional. Los productores del Sur también han cuestionado abiertamente las decisiones tomadas por la entidad internacional FLO.

Desde su nacimiento, la Coordinadora Latinoamericana y del Caribe de Pequeños Productores de Comercio Justo (CLAC) nunca ha dejado de criticar profunda y constructivamente la forma en que el sistema FLO se ha desarrollado internamente y se ha alejado de sus compromisos originarios. La representación de los diferentes intereses del circuito justo sellado es uno de los más controvertidos, pero no el único: la transparencia interna y la falta de comunicación entre productores y compradores son otros claros ejemplos.

Por primera vez desde la creación de FLO, los productores de África, Asia y Latinoamérica representaron el 50% de los votos en la última Asamblea General anual de la organización (12 de junio de 2013). Antes los productores tenían sólo 3 de los 22 votos en la asamblea; las iniciativas nacionales de certificación concentraban la mayoría de los votos. Por tanto, la voz más representada en el interior de FLO seguía siendo la del Norte, mientras que los productores del Sur seguían manteniendo un rol minoritario. Esto ya cambió.

Fue a finales de 2011 cuando los productores lograron el compromiso por parte de todos los actores del sistema de incrementar hasta el 50% su representación en la asamblea. Faltaba solo la aprobación de los nuevos estatutos de la Asociación Fairtrade International. Su publicación oficial a principio de junio de 2013 permitió, por tanto, poner en práctica el nuevo esquema de representación ya a partir de la asamblea de junio de este año. «Este es el verdadero empoderamiento», expresó Marike de Peña, actual vicepresidenta en la Junta, directiva de FLO, y presidenta del Consejo de Directores de la CLAC. Además de la copropiedad del sistema FLO y de un enfoque más centrado en el movimiento social y menos en la certificación en sí misma, los nuevos estatutos de FLO presentan varios cambios concretos que Marike de Peña explica: «Los servicios a los productores, actualmente suministrados por los Producers’ Support and Relations Teams (PSR) van a pasar en un lapso de dos años a las redes de productores. Las redes asumirán un rol más activo en todo lo relacionado a los servicios a los productores: aumentar la oferta de productos, identificar y apoyar a nuevas organizaciones con capacidad de suplir el mercado Fairtrade, gestionar los recursos, la comunicación de impacto, el desarrollo de los estándares, entre otros».

Es lo que las organizaciones de pequeños productores reclaman desde hace tiempo: en la práctica se trata de rescribir las reglas del comercio justo desde el Sur, desde las perspectivas y las necesidades de los productores. Se trata, en definitiva, de dar un paso hacia adelante, de implementar una transformación que siga las exigencias de los pequeños productores y, al mismo tiempo, que responda a los cambios geopolíticos globales en una época en la que el Sur está asumiendo cada vez más importancia frente a un claro declive de la “vieja Europa”. 

Demasiado grandes para caer

Por: | 15 de julio de 2013

Por Sonia Felipe Larios

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Al inicio de la crisis financiera
, pocos pensaban que los mayores bancos del mundo, las llamadas entidades sistémicas, fueran a tener que recurrir al dinero público para su subsistencia. “Too big to fail”. Esta fue la máxima utilizada por la Reserva Federal de Estados Unidos para justificar la intervención pública ante un posible riesgo de quiebra de algunos de estos grandes bancos, cuyas consecuencias serían desastrosas para la economía. Así, en 2008 el Gobierno de EEUU, adalid del laissez faire en el mundo, no dudó en destinar 700.000 millones de dólares para rescatar a esas entidades “demasiado grandes para caer”. En España, la inyección de fondos públicos a la banca ya va por los 125.000 millones de euros, cantidad equivalente a más de 12 puntos del PIB. Son datos de una institución tan poco sospechosa como la Asociación Española de Banca.

Hasta que el tamaño de estas entidades comenzara a convertirse en un problema, asociado a la concentración de riesgos y la gestión de altos niveles de deuda, la idea generalizada era que “cuanto más grande fuera el banco, mejor”. Sin embargo, cada vez surgen más informes y voces que apuntan hacia otra manera de ver las cosas.

Los resultados de un reciente estudio que comparaba las principales magnitudes de los 29 mayores bancos del mundo con otros bancos éticos y sostenibles, de pequeño y mediano tamaño, también rebaten la supuesta mayor seguridad de los primeros. Los bancos sostenibles cuentan con una mayor solvencia que los grandes bancos y prestan a empresas de la economía real una mayor proporción de los fondos de su balance. Este estudio cuestiona la idea de que la única forma de supervivencia sea alcanzar una mayor dimensión.

Si la seguridad era el axioma preferido a la hora de optar por grandes entidades, esto se pone en evidencia por haber crecido no solo en tamaño, sino también en complejidad y riesgo. “Las finanzas deben volver a ser gestionables, más seguras, sencillas y sobrias”, recomiendan desde el grupo de expertos Sustainable Finance Lab. Y añaden que los bancos deberían reorientarse hacia la economía real, en lugar de atender solo a su propio mundo financiero.

El informe Liikanen, publicado en octubre de 2012 y elaborado por el Grupo de Expertos de Alto Nivel de la Comisión Europea sobre la Reforma de la Estructura del Sector Bancario, recomendaba la división de grandes bancos como medida de reducción del riesgo. Algo que algunos analistas, como James Kwak o Vicenç Navarro, se preguntan por qué no se ha hecho todavía. La respuesta va implícita en sus artículos: los gobiernos no quieren ser demasiado expeditivos sobre cómo deben actuar los bancos sistémicos.

El informe Liikanen proponía además separar la banca de inversión de la banca comercial, y que la regulación de las instituciones financieras se diferenciase en función de su contribución al riesgo sistémico y su utilidad para la economía real, argumentando que la competencia está distorsionada porque los mayores bancos del mundo se benefician de una garantía pública de su deuda. Demasiado grandes para caer.

Desde el Congreso de Estados Unidos diversas voces han mostrado su preocupación respecto a las consecuencias sociales que pueden presentar las entidades de gran tamaño, centradas más en atender los problemas internos que en otorgar crédito a la economía real. Incluso surgen dudas sobre si la expresión “entidades sistémicas” no es en realidad la forma de llamar diplomáticamente a unos hipotéticos “bancos demasiado grandes para existir”. No hay más que ver el caso de Chipre, un país hoy ahogado por el tamaño excesivo que adoptaron sus bancos.

Frente al modelo de concentración bancaria sistémico, se hace necesario un nuevo ecosistema financiero más diverso, que incluya entidades financieras de distinto tamaño, orientadas a prestar servicios y con modelos de negocio especializados e integrados en las regiones y comunidades a las que atienden. Al igual que en la naturaleza la biodiversidad proporciona una mayor resistencia ante las dificultades, la diversidad en el sistema financiero podría contribuir a una economía más justa, sostenible y centrada en las personas.

Foto: Cartel de la película “Too big to fail” dirigida por Curtis Hanson, HBO Films.

El País

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