Turrones que saben a cuento de Navidad

Por: | 12 de diciembre de 2013

Por Juanjo Martínez, de Oxfam Intermón

Silvestre Santacruz, productor de caña de azúcar y socio de la cooperativa Manduvirá (c) Pablo Tosco
Manduvirá
es una cooperativa paraguaya que produce azúcar de caña de comercio justo y ecológico. Silvio, miembro de Manduvirá, siempre tuvo caña en su chacra (granja), como su padre, como su abuelo. Y como ellos, siempre sintió la frustración de la injusticia. El único ingenio (fábrica) de la comarca, el de don Felipe, actuaba con la soberbia de quien se sabe imprescindible. El nacimiento de la cooperativa tuvo algo de sueño contenido. Todos sabían de las muchas posibilidades de que aquello acabara peor de como partía. Y el primer año que los campesinos se dirigieron a don Felipe todos unidos, su reacción fue encolerizada:

¡Váyanse, están ustedes siendo manipulados por unos zurdosos que quieren prosperar a su costa!

Aguantaron tres semanas, con momentos de flojera y con tensiones entre los miembros. Silvio también pensó en ceder. Eran muchas las deudas y fácil la solución.

Solución para hoy pero … ¿y mañana? – le dijo su mujer con amor y lucidez.

Finalmente, casi un mes después, don Felipe accedió a comprar la caña un treinta por ciento más cara.

Para evitar que volviera a ocurrir, el Directorio de la cooperativa contactó con una organización alemana de algo llamado “comercio justo. Les propusieron ayudarles para conseguir certificar su azúcar de caña y para procesarlo en un viejo ingenio que estaba a setenta kilómetros y llevaba años parado. De esta manera, decían, los campesinos podrían duplicar el ingreso ya que el producto se vendería en Europa con un mejor precio y sin intermediarios.

Demasiado bonito para ser cierto– dijo esta vez la mujer de Silvio.

Pero los alemanes, gente seria, cumplieron su promesa. El ingenio volvió a funcionar y el azúcar se vendió en Alemania a un precio nunca visto. Silvio nunca acabó de creerse la leyenda urbana de que don Felipe maldijo a todos los alemanes quienes, por lo visto, también habían sido doblegados por los zurdosos.

Las cosas cambiaron mucho en casa de Silvio. Sin embargo, a los pocos años vieron que la capacidad del viejo ingenio estaba llegando a su límite. Y los pedidos seguían llegando. Y don Felipe, a buen seguro, esperaba que aquellas viejas piezas inglesas diesen sus últimos giros para recuperar el poder. La cooperativa inició un estudio para ver qué costaría un nuevo ingenio y el resultado era inasumible. Algunas organizaciones que habían ido tejiendo su partenariado con la cooperativa durante los últimos años, como Oxfam, se ofrecieron a buscar algunas cofinanciaciones. Finalmente, en una Asamblea más concurrida que nunca, el Directorio explicó la situación y el resumen era que faltaban más de diez millones de dólares americanos.

¿Y si pedimos un préstamo?– gritó un joven miembro desde el fondo.

Haría falta que alguien nos avalara– respondieron los dirigentes que habían trabajado días y noches tratando de encontrar la solución al problema.

Entonces Silvio, que no solía hablar nunca en público, tras sisear unas palabras al oído de su mujer, se puso en pie y temblando dijo:

-Nosotros ofrecemos nuestra parcela como garantía, y si los demás también lo hacéis, creo que podríamos reunir el aval suficiente.- Se hizo un silencio insoportable. Entonces otro miembro se puso en pié y también ofreció su pequeña parcela. También lo hicieron otros dos antes que el director, con los ojos vidriosos y con apenas un hilo de voz, acertara a decir

Yo también.

Han pasado tres años. Esta zafra (cosecha) será la última de la vieja maquinaria inglesa. Una instalación completamente nueva, autosostenible energéticamente, capaz de cuadruplicar la producción y de generar abono orgánico más que suficiente para los miembros, abrirá un nuevo tiempo no sólo en la cooperativa sino en toda la comarca. Con el nuevo tiempo vendrán también nuevos problemas. Pero Silvio sabe que si están unidos y cuentan con la confianza de sus socios europeos y norteamericanos, les irán haciendo frente.

Con el azúcar de Manduvirá Oxfam Intermón comercializa turrones ecológicos y de comercio justo.

Fotografía de apertura: Silvestre Santacruz, productor de caña de azúcar y socio de la cooperativa Manduvirá (c) Pablo Tosco / Oxfam Intermón

Hay 1 Comentarios

Es posible creer en un nuevo Paraguay con gente como la que encabeza y dinamiza una cooperativa como es la Manduvirá. Mi respeto y mis deseos de éxitos para ellos

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