Por Pilar Sampietro
No parece ser por falta de tiempo. Ir al huerto se nos está poniendo últimamente muy fácil. Puedes optar por el más cercano en tu terraza o balcón, a través de las mesas de cultivo, o por el huerto urbano si vives en plena ciudad, o por un huerto de ocio donde alquilar una pequeña parcela. Si tienes tierra, pero no tiempo, hay organizaciones que te la alquilan, la cultivan y comparten contigo la cosecha. Si se opta por la terraza compartida de vecinos para instalar el huerto, hay empresas que te lo cuidan y dejan en la puerta de casa lo recogido del día, para que cuando llegues puedas prepararte la cena. Alquilar gallinas y asegurarte huevos frescos cada semana o apadrinar árboles frutales son otras propuestas que nos facilitan ir al huerto aunque sea a distancia.
Pero ¿por qué precisamente ahora optamos por ir de nuevo al huerto? Albert Vidal y Vanessa Prades comienzan a tener la respuesta. Son los creadores de un libro, escrito de momento en catalán, en el que reflejan las diferentes necesidades humanas que nos llevan actualmente a “ir al huerto”. El libro “Elogi de l’hort urbà” recoge sus experiencias en “Lleure Agrari”, un centro de huertos de alquiler pionero en Cataluña, y las experiencias de las personas que decidieron cultivar cada una de las parcelas del terreno. Ahí encontraron a los seguidores del Huerto Identitario: la identidad es un sendero, el huerto reafirma la identidad y la memoria para definirnos, para conocer quiénes somos. O a los del Huerto Migratorio, con las referencias de un pasado familiar rural que los lleva a cultivar especies de su infancia, huertos que revelan el origen.
Están los del Huerto Lento, el huerto relaja, libera del estrés del mundo exterior; el huerto da tranquilidad, harmonía y ahí se encuentran los seguidores de movimientos como el Downshifting o el reciente Slow Food. Y también los del Huerto Generativo, un lugar de ocio activo y productivo en el que alcanzar la madurez y la vejez de forma vital o afrontar el paro desde la actividad generativa; algunos de ellos se organizan en huertos sociales, para fomentar el ocio productivo al margen del mercado y que seguirá en los fogones de su casa, cocinando el alimento que han ayudado a crecer. Y está el Huerto Reproductivo, aquel en el que se implican cooperativas de consumo y que facilitan el cultivo de variedades de semillas en peligro de extinción, la opción por la autoproducción, el autoconsumo y hasta la autosuficiencia.
Y el Huerto Ético, porque ir al huerto ahora comienza a no entenderse si no es ecológico, por tanto no dañarán la tierra o el cultivo con productos químicos y procurarán que la semilla sea lo más biológica posible, huyendo de las propuestas transgénicas. La ética en el huerto es una disciplina práctica que nos ayuda a reflexionar sobre cómo nos comportamos y por qué y que influye en la educación. Por eso ahí están los huertos escolares. Y finalmente el Huerto Espiritual, para entender el significado de la vida e indagar en su misterio, para cultivar descalzos, para practicar reiki o meditación entre los bancales.
En la página web Elogi de l'hort urbà tienen un test para que identifiques cuál es tu motivación. Cada uno a lo suyo, pero esa necesidad de conexión que habíamos olvidado nos hace recordar el nacimiento de una patología cada vez más extendida: “El Síndrome de la Falta de Naturaleza”. Ahora ya sabes por qué vas al huerto.
Hay 1 Comentarios
Muchas gracias, Pilar.
Los lectores interesados en acceder al contenido del libro "Elogi del hort urbà" en lengua castellana pueden dirigirse a la conferencia que dimos a principios de marzo en Lleida, en las IX Jornadas de Filosofía Moderna. En la conferencia hablamos de los significados del huerto urbano y su relación con el trabajo, sus posibilidades, su crisis. Es en cierto modo una síntesis del libro: http://www.elogidelhorturba.com/el-trabajo-y-el-huerto-de-la-necesidad-al-deseo/
Publicado por: Albert Vidal | 25/03/2014 14:29:00