Por Pablo Gámez
Desde hace un tiempo parece que “el viajar” también se ha convertido en una forma de consumismo. Muchas personas enfocan el próximo viaje como algo que hay que hacer, que necesitan, más que algo que verdaderamente desean hacer. Además ahora ya no hay excusas pues el acceso a los grandes medios de transporte se ha socializado. Compañías lowcost nos permiten viajar a cualquier destino a un precio inicialmente muy sugerente.
Pero el problema básico reside en el ansia de viajar, de conocer, sin llegar a haber estado o profundizado en el destino elegido.
La patología aparece cuando necesitamos decir que hemos ido a este sitio o ese otro. Cuando hay una ambición de conocer sin haber llegado a estar realmente. Es fácil pasar por una calle, por un museo, haber estado en un restaurante o haber visitado la catedral más famosa, sin realmente haber vivido la experiencia. Sin olvidarnos aquí de todas las veces que además necesitamos publicar constantemente nuestra situación, nuestro estado, nuestro próximo trayecto, en las redes sociales. Ahí es cuando vemos que es mayor la necesidad de mostrar hacia fuera, mas que vivirlo hacia dentro.