Por Carlos Ballesteros
Hace tiempo la expresión de la cuna a la tumba se puso de moda entre los ecologistas que trabajaban en temas de diseño industrial, diseño verde y demás asuntos parecidos. Esta frase (en inglés from cradle to cradle o C2C) hace referencia a cómo los productos deben diseñarse teniendo en cuenta tanto los aspectos medioambientales de las materias primas que lo componen, los de los procesos industriales que intervienen en su fabricación, transporte, comercialización y uso así como los de su definitiva destrucción una vez acabado su período útil. Se relaciona con conceptos como los de huella ecológica, ciclo de vida o más modernamente con los de green design, economía circular o waste zero.
Sin embargo no es mi intención en este post hacer una referencia a esta idea tan verde y atractiva. El título de mi artículo viene a colación de dos publicaciones en prensa de los últimos días y de la última novela que acabo de leer. Empezando por esta última, muy recomendable pero angustiosa, se trata de “El circulo” de Dave Eggers (publicado en España por Random) y narra la historia de Mae, una pobre chica de provincias estadounidense que entra a trabajar en una empresa llamada El Circulo, gracias al enchufe de una buena amiga, alta directiva de la misma. Poco a poco vamos viendo, en paralelo, cómo Mae asciende en la empresa gracias a su ilusión, a sus ideas innovadoras y a la falta de escrúpulos y de conciencia ética. Mae está, como se dice ahora y se busca en los empleados, comprometida con la empresa y con sus valores.