El drive se asocia al american way of life, un estilo de vida que invita a pasar gran parte del tiempo en el coche y ni para comprar quiere uno bajarse de él. Un invento del consumismo más desaforado e irresponsable, un modelo que asociamos a las grandes cadenas de distribución. Y sin embargo hay alguien en Francia que ha decidido hacer suyo el invento y darle la vuelta como a un calcetín. ¿Y si hubiera un «drive» donde comprar alimentos locales, producidos en un radio de como máximo 50 kilómetros? La iniciativa busca tanto acercar el producto local al consumidor como también garantizar una remuneración justa al agricultor.
De hecho, el drive es un modelo de comercialización que se encuentra en expansión en Francia. En enero del 2012 había 1.053 drives y sólo un año más tarde, en febrero del 2013, ya eran 2.023. En 2012 el drive movía un mercado de 2.000 millones de euros y en el 2015 la cifrá escaló hasta los 6.000 millones. Muchos consumidores franceses han optado por el drive, sobre todo para sus compras de productos alimentarios, porque es fácil, se gana tiempo, se evitan las compras compulsivas y los horarios de recogida suelen ser amplios.