Todo empezó con una película de animación de 20 minutos, La historia de las cosas, que en 2007 circuló de manera viral por internet. Una defensora del medio ambiente, la americana Annie Leonard, explicaba en la cinta de manera muy clara y animada -no sólo por los dibujos- cómo se producen en nuestra sociedad los objetos de consumo y el impacto que se deriva a lo largo de toda la cadena: desde la extracción, pasando por la producción, distribución y comercialización hasta llegar a la gestión de los desperdicios. ¿La conclusión? No podemos mantener el ritmo de consumo actual y sobre todo, la cadena no puede ser lineal puesto que nos estamos cargando el planeta. Un alegato, pues, de la economía circular.
Se cumplen ya casi 10 años de aquel primer cortometraje, que hasta la fecha han visto más de 40 millones de personas, y por desgracia sigue siendo tan fresco y actual el mensaje como lo era una década atrás. Y sin embargo muchas cosas han cambiado y están cambiando por suerte estos últimos años. De hecho esa primera película fue el inicio de una serie de cortos de animación producidos por The story of stuff project (el proyecto de la historia de las cosas) que nos informan y sobre todo nos hacen tomar conciencia del problema y de la envergadura del problema. Y también esa primera cinta fue el inicio de un movimiento que agrupa de manera virtual a un millón de personas concienciadas por el tema y deseosas de contribuir al cambio: de lo lineal a lo circular.
Me vino a la cabeza la película y el movimiento porque la semana pasada me pasée por el centro de mi ciudad y las tiendas de ropa, que ocupan las calles principales, exponían las novedades de la temporada otoño-invierno y anunciaban ya descuentos interesantes. Paseé la vista por los escaparates a la búsqueda de algo que necesitara pero me detuve al cabo de un rato y me fui a pasear al lado del río. Mejor fijar la vista en el agua, el cielo y las nubes que en las estrategias de márketing que te hacen comprar de manera compulsiva.
La ropa entra dentro de la categoría de la obsolescencia, no programada, pero sí percibida. Me parece interesante este segundo concepto porque es mucho más sutil que el primero. Cuando tu impresora ya no da más de sí, simplemente porque la han fabricado con fecha de caducidad, si no encuentras cómo repararla te ves obligado a comprar otra y santas pascuas. Pero la ropa no tiene fecha de caducidad a no ser que se rompa. Y aun así te informan puntualmente cada nueva temporada de que en el armario no tienes la paleta de colores de moda, ni los diseños de la temporada, ni los nuevos patrones, que si el año pasado eran de talle ancho, este año serán estrechos, seguro.
Me acordé también de una afirmación de Annie Leonard en su primer cortometraje: «Sólo vemos la compra. La extracción, la producción y la gestión de los deshechos, todo pasa fuera de nuestro ámbito de visión». Así que me he propuesto para esta nueva temporada ir contracorriente: voy a conservar mi armario de ropa y voy a renovar en cambio mi visión de las cosas. Renovar y ampliar mi ámbito de visión. Si me dedico a mirar más el cielo y menos los escaparates; si me dedico a informarme del coste real de los bienes de consumo a través de los vídeos por ejemplo de La historia de las cosas, y rechazo más y más la publicidad que habla sólo sobre el precio de venta al público, poco a poco de manera espontánea y natural iré consumiendo menos y consumiendo mejor.
Annie Leonard decía lo mismo, de manera más clara e impactante, en una entrevista que le hicieron hace unos años. Ella sostenía que hay que dejar de pensar en nosotros mismos en primer lugar como consumidores y que hay que empezar a pensar y actuar más como ciudadanos. Ella argumentaba que las decisiones más importantes respecto al tipo de consumo no se dan en los supermercados ni en las tiendas, sino en los pasillos del Congreso y en las oficinas de las multinacionales. Si lleva razón el refrán «Lejos de la vista, lejos del corazón», acerquemos pues a la vista las disfunciones del sistema -en la extracción, producción, distribución...- para que nos afecten de pleno el corazón y, por ende, la decisión de compra. ¿Y si creyéramos lo que nos han dicho alguna vez que somos: ciudadanos con deberes y con derechos? ¿Y si nos tomáramos en serio? Quizá entre todos podríamos cambiar la historia de las cosas.
Hay 2 Comentarios
Es indignante que unos llamados "diseñadores" nos digan que ropa renemos que ponernos, Se hace obligado desobedecer.
Saludos
Publicado por: Juliana Luisa | 12/10/2016 18:04:53
Grandísimo! "Cambia tu forma de ver las cosas y las cosas cambiaran" decía no se quién. Yo ya no veo ropa, yo veo contaminación y explotación laboral. La forma en la que consumimos da forma a la sociedad a y al planeta en el que vivimos. Enhorabuena Anna. Post top. Si queréis más habitos de consumo responsable aquí van http://consumoresponsable.es/habitos-de-consumo-responsable/
Publicado por: Javier Velasco | 11/10/2016 9:25:56