Por Eva García, periodista
Reorientar la vida de una (o uno), no siempre es fácil. Y resulta que estamos educados y orientados en el consumo desenfrenado: sin conciencia, sin consecuencias.
Estos días de salvaje consumo navideño, algunas organizaciones están invirtiendo sus recursos para tratar de repartir dosis de reflexión que, quizá, hará que torzamos por el camino con flecha hacia la sostenibilidad.
Bajo el lema Esta Navidad, hágale un regalo al planeta, Greenpeace ha publicado un vídeo de aires retro para explicarnos como contribuir a un consumo más sostenible; empezando esta Navidad pero con un compromiso de larga duración. Greenpeace nos recuerda que “vivimos en un planeta finito con recursos finitos, pero sin embargo producimos y consumimos por encima de las posibilidades físicas del planeta.”
Desde Citycise nos proponen, a través del movimiento #NoMásCosas, una idea para compartir cualquier cosa que ya no usemos con nuestros vecinos del barrio. Es un ejercicio que nos ayudará a ver cómo nuestras casas están repletas de trastos que nos sobran. Instrucciones: meter en una caja las cosas que no queremos y sacar la caja al portal del edificio; de este modo, cualquier persona que necesite algo se lo podrá llevar.
Reducir el consumo y vivir con menos, a parte de ayudar a mantener los recursos de nuestro planeta, contribuye a una vida más plena, más feliz y de mayores experiencias.
El diseñador y periodista Graham Hill en su charla Less stuff, more Happiness nos sugiere que menos cosas y menos espacio equivale a una menor huella ecológica en el planeta; además de incrementar nuestra felicidad y ahorrar dinero.
Un estilo de vida minimalista implica ser consciente de las cosas que poseemos, las cosas que compramos y cómo invertimos nuestro tiempo. Así nos lo cuenta, en 47 segundos, José Mújica, Presidente de Uruguay entre los años 2010 y 2015.
Puede que todos esto suene extraño o no vaya con nosotros, pero ¿por qué no probarlo? ¿Por qué no abrir una habitación y coger todo aquello que ya no significa nada en nuestra vida diaria, meterlo en una caja y sacarla a la calle?
Yo ya lo he hecho. Esta es mi caja. Y me siento más liviana y más feliz, por contribuir -aunque sea sólo un poquito- a hacer mi vida más sostenible.
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