¿Un segundo aeropuerto para Madrid?

Por: | 26 de octubre de 2018

ANSGAR SEYFFERTH (*)

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Vista del aeródromo de Casarrubios. / EP

Los medios de comunicación se han hecho eco estos días de un plan para construir un segundo aeropuerto en Madrid, a algo más de 30 kilómetros al sudoeste del centro de la ciudad, en el límite con la provincia de Toledo. Uno de los argumentos expuestos es el previsible aumento del tráfico aéreo. Este periódico lo relató así:

Además, la fe de los impulsores del proyecto se sustenta en otros datos. Según la Asociación Internacional del Transporte Aéreo (IATA, en sus siglas en inglés) el número de pasajeros aéreos se va a duplicar de aquí a 2036, un dato que hace suyo el último plan estratégico de Aena, presentado este mes. Ruedas afirma que Barajas, que cerrará este año con más de 54 millones de pasajeros, está “próximo a su límite”, establecido en 70 millones, según el plan director. Aena prevé ampliar esa capacidad a 80 millones en 2026.

Unos datos contundentes y chocantes, que parecen indicar claramente que efectivamente Barajas se encuentre nuevamente cerca de la saturación, cuando no han pasado ni 13 años desde que entró en servicio la enorme Terminal 4 con dos nuevas pistas. ¿Pero realmente es así?

El crecimiento pronosticado por la IATA se refiere a los pasajeros aéreos a nivel mundial y seguramente será muy desigual geográficamente. Es de suponer que se producirá sobre todo en los países emergentes donde hoy en día aún se vuela mucho menos, pero que están recortando distancias con los países más desarrollados. En estos últimos en cambio, incluyendo España, hace tiempo ya que el avión se ha popularizado de tal manera que el potencial de crecimiento ahora es menor. Según los últimos datos también las visitas turísticas a España parecen haber tocado techo de momento tras años de crecimiento, debido sobre todo a la recuperación de otros destinos competidores en la otra orilla del Mediterráneo.

Y efectivamente, según la nota de prensa de la IATA acerca de su mencionada predicción, estiman que los viajes desde / hacia / dentro de España lejos de duplicarse se incrementarán desde unos 165 millones en 2016 a unos 220 millones en 2036, es decir, aproximadamente en un tercio, y además frente a 2016, de modo que frente al presente año 2018 el incremento sería menor aún. Por tanto de aquí a 2036 en España estaríamos hablando de un incremento de aproximadamente un 30% (y no de un 100%, que es lo que equivaldría a una duplicación), con lo que la capacidad de Barajas, sobre todo a partir de 2026, ya no parece tan escasa, dada su carga actual.

Sin título

Recurrir aun así al pronóstico de tráfico aéreo global en el contexto de las capacidades de Barajas, cuando una simple búsqueda web revela en cuestión de segundos que para España la previsión es completamente diferente, es como mínimo una falta de diligencia colosal teniendo en cuenta la trascendencia del asunto –o bien directamente una manipulación interesada, con el fin de transmitir la impresión de un inminente colapso de Barajas y por tanto la necesidad urgente de un nuevo aeropuerto. Confundiendo a la opinión pública con un manejo tan inapropiado de datos estadísticos, solo se crean falsas expectativas y se desprestigia el proyecto, que debería de defenderse de forma transparente con argumentos sólidos.

Para evaluar realmente el riesgo de una saturación en Barajas, que podría ser uno de estos argumentos, haría falta un análisis mucho más profundo y específico, teniendo en cuenta también otras variables como el número de vuelos y cómo se reparte el tráfico a lo largo del año, con posibles concentraciones excesivas en determinadas fechas, etc, y además con un enfoque probabilístico, manejando diferentes escenarios, con diferentes tasas de crecimiento del tráfico aéreo. Hay que tener presente que una predicción, y más aun a largo plazo, solo puede ser una estimación, con su correspondiente incertidumbre, un aspecto que demasiadas veces cae en el olvido cuando puede ser de una importancia enorme.

El tráfico aéreo depende de numerosos factores cuya evolución no se conoce con certeza. La estimación de la IATA se basa en que se mantengan los actuales niveles de liberalización del comercio y de la facilitación de los visados, y se incluyen también dos proyecciones alternativas con un crecimiento sensiblemente mayor y menor, respectivamente, por un lado para un escenario de mayor liberalización del mercado y por otro lado para un escenario de medidas proteccionistas y limitaciones para viajar. Y precisamente la probabilidad de este último escenario está creciendo en el actual contexto geopolítico, hasta el punto de poder lastrar el crecimiento de la economía mundial, con lo cual incluso podría dar lugar a escenarios más pesimistas aun, no contemplados por la IATA. Y si nos tomamos en serio los avisos del Fondo Monetario Internacional sobre los riesgos de una nueva crisis financiera, ni siquiera deberían de descartarse caídas en el tráfico aéreo – como la de un 23% que Barajas sufrió de 2007 a 2013.

 

 (*) Ansgar Seyfferth es director para España y Portugal de la empresa STAT-UP Statistical Consulting & Data Science

MATEO PEYROUZET (*)

 

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Imagen de uno de los actos de las 'Consultas Ciudadanas' de la Fundación Alternativas. / FA

 

Últimamente no corren tiempos de gran optimismo respecto al presente y futuro del proyecto europeo, a pesar de las esperanzadoras estadísticas recogidas en el último Eurobarómetro y analizadas en la entrada anterior [1]. Los populismos ultranacionalistas avanzan, tanto entre los socios de Europa del Este tal que Hungría y Polonia, como en otros del peso político de Italia, Alemania o Suecia, mientras que el porcentaje de voto a partidos euroescépticos en las próximas elecciones europeas de mayo puede llegar a cotas muy elevadas. Esta es la situación a día de hoy, y bien que en España esta corriente aún no ha llegado a ser tan poderosa como en ciertos países vecinos, su retórica simplista, excluyente y embravecida tiene una capacidad indudable para avanzar como pólvora una vez la mecha se enciende.

Lo sumamente desagradable de esta realidad debe servir para catalizar un proceso de concienciación colectiva a través de los actores que marcan el rumbo electoral: partidos políticos, medios de comunicación, y, por encima de todo, el electorado.

'Consultas Ciudadanas': propuestas lúcidas y reflexiones críticas

Una de las quejas más recurrentes entre los ciudadanos es que hay una brecha demasiado marcada entre las instituciones europeas y la opinión de la población, que raramente cuenta en el diseño de leyes y políticas. Reconociendo este posible déficit participativo y en busca de la manera de compensarlo, durante los últimos meses se han producido decenas de ‘Consultas Ciudadanas’, en España y el resto de Europa, patrocinadas por las instituciones europeas y organizadas por diversas organizaciones, entre ellas la Fundación Alternativas. A lo largo de las últimas semanas he tenido el privilegio de poder asistir a varios de estos eventos deliberativos y tomar nota de la opinión de individuos de todas las edades: concienciados con el medio ambiente de la Fundación CONAMA, trabajadores afiliados a CCOO, y profesionales del Sindicato Unificado de Policía.

Se ha discutido largo y tendido de diversos temas, desde el papel de la Unión Europea (UE) en la preservación del medio ambiente, hasta la necesidad de dotar al proyecto europeo de un pilar social, pasando por la hipotética creación de un órgano de coordinación policial a nivel europeo. Estas opiniones (junto con otras tantas recogidas) llegarán a responsables políticos, sintetizadas y fusionadas en documentos diseñados para encajar en la ajetreada agenda de representantes y sus reuniones. Estos documentos recogen valiosas propuestas, tanto de especialistas profesionales como de ciudadanos implicados, y bien harían aquellos a quienes se dirigen estas proposiciones en leer atentamente y tomar buena nota.

Sin embargo, hay algo aún más relevante que las propuestas en sí. En todos los diálogos hubo participantes que enfatizaron la importancia de que se celebren eventos de este tipo, ya que enfrentan a la ciudadanía a temas normalmente omitidos en el debate político cotidiano, pero no por ello menos importantes. Varios asistentes hicieron autocrítica, señalando que, si ni tan siquiera en sectores de la sociedad tan politizados como los presentes se tenía un interés sostenido en el desarrollo del proyecto europeo, plantear reformas verdaderamente transformadoras en el seno de la UE es ‘como escribir una carta a los Reyes Magos’.

A medida que avanzaban los diálogos y la relevancia de la UE a nivel doméstico se hacía más evidente, crecía en la sala la sensación de que, al igual que la UE no ha estado a la altura de la ciudadanía con la gestión de la profunda crisis económica, posiblemente la ciudadanía no haya estado a la altura (en términos de concienciación e implicación) de lo que exige un proyecto tan complejo y ambicioso como es la unión de tantos países antaño enfrentados por las armas, y no precisamente hace siglos. En las últimas elecciones al Parlamento Europeo (PE) la participación en nuestro país no llegó al 44%, lo mismo que en el conjunto de la UE (43.1%).

¿Quién es culpable de este alarmante desinterés generalizado? ¿Es la escasez de proyectos políticos a nivel europeo que ilusionen y movilicen a los votantes, la ausencia de cobertura mediática acerca de la vida política europea por parte de las televisiones, o la falta de implicación democrática de más de la mitad de la población continental? A fin de cuentas, es una combinación de todos estos elementos, añadidos a otros que pueden ser de carácter más institucional como el menor poder legislativo del PE respecto a los parlamentos domésticos debido a la codecisión con el Consejo, por nombrar un ejemplo sin entrar a valorar sus beneficios y desventajas.

Exigencias democráticas para hacer frente al populismo nacionalista

En estos diálogos se escucharon voces que demandaban a los partidos mayor ambición y claridad al expresar sus propuestas europeas. También que no se dejen llevar por las tentaciones electorales ligadas al hecho de que se celebren el mismo día tanto las elecciones europeas como las municipales y autonómicas, lo cual puede tanto reducir la cuota de cobertura de la campaña europea a causa de los focos domésticos, como causar un efecto positivo en el pobre porcentaje de participación, a raíz del menor abstencionismo que se da en comicios locales. Igualmente, se pidió mayor difusión mediática, no solo en cuanto a la campaña electoral y las distintas propuestas de los partidos, sino también fuera de campaña cubriendo los debates europeos con mayor atención e informando de iniciativas y programas impulsados por la UE.

Asimismo, varios sindicalistas coincidieron en que para empezar a cambiar las cosas desde abajo sería necesario dedicar mayores esfuerzos a entender Europa y hablar sobre el proyecto europeo en la organización misma, una conclusión que se puede aplicar a todo tipo de asociaciones de carácter político o social. Finalmente, se incidió en la necesidad de trasladar estos debates al ámbito personal, tratando de intercambiar ideas sobre política europea con amistades y familiares, de la misma forma que se discute en cuanto a esa política doméstica que genera claramente más atención de la población por su cercanía, pero que no es por ello más influyente que la europea.

La mecha del populismo xenófobo está encendida en numerosos países de Europa. La pólvora llegó hace meses al barril de madera de roble de la democracia italiana. Pero el shock de ver cómo un socio de su talla caía en manos de la ultraderecha puede quedarse pequeño en términos proporcionales en el próximo mes de mayo. El pirómano Steve Bannon ha aterrizado en Bruselas listo para volar por los aires el proyecto europeo con su propio proyecto, ‘The Movement [2], organización que pretende unir a los eurófobos (Le Pen, Salvini, Orbán y compañía) bajo una visión conjunta, construyendo en el continente una especie de ‘Internacional Nacionalista’ en la que Trump espera con los brazos abiertos a Bolsonaro.

Hay cada vez más barriles conectados entre sí en las tripas del navío del proyecto europeo, su mecha siendo avivada por los lenguaraces lanzallamas de cada estado miembro. Si los actores mencionados no asumen su papel de responsabilidad en el escenario político, las elecciones al Parlamento Europeo de mayo pueden empezar a delinear una hecatombe: la explosión a bordo del proyecto europeo y su consiguiente hundimiento. ¿Un relato demasiado pesimista, sensacionalista y tremendista quizá? El tiempo lo dirá, pero esperamos que sea el caso.  

Lo que parece evidente es que la UE no se va a salvar desde Bruselas, ni siquiera cuando lleguen las opiniones y propuestas ciudadanas recogidas en las consultas, sino desde la concienciación colectiva de ciudadanos, partidos y medios nacionales en la corresponsabilidad política que requiere que un proyecto de esta magnitud salga adelante en un contexto tan convulso como el actual. Es hora de volver a creer firmemente en los deberes que conlleva disfrutar de un sistema democrático saludable y de ser exigentes con su cumplimiento, pues la falta de exigencia contemporánea es uno de los factores que están llevando a la erosión de la fe en la democracia misma, y no queramos descubrir en qué se traduce que la población ponga su fe en otras formas de gobierno menos comprometidas con los principios que ésta enarbola.

[1]https://blogs.elpais.com/alternativas/2018/10/razones-objetivas-para-el-optimismo-europeo.html

[2]https://elpais.com/internacional/2018/08/05/actualidad/1533500025_422189.html

 

(*) Mateo Peyrouzet es investigador de la Fundación Alternativas

Razones objetivas para el optimismo europeo

Por: | 19 de octubre de 2018

CARLOS CARNERO (*)

 

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Sesión plenaria del Parlamento Europeo. / P. S. EFE

 

Hay razones objetivas para el optimismo europeo. Repito: objetivas.

A veces, las percepciones dominan excesivamente sobre la realidad. En el caso de la UE, el avance electoral de los partidos populistas de extrema derecha ha creado la percepción de que buena parte de la ciudadanía se había desenganchado del proyecto europeo o incluso se había situado en contra del mismo.

Sin embargo, el último Eurobarómetro, cuyo trabajo de campo se llevó a cabo entre el 8 y el 26 de septiembre pasado, con 24.474 personas encuestadas (de ellas 1009 españolas), arroja cifras que contradicen en gran medida esa percepción.

Por ejemplo, el 62 % de los europeos considera que pertenecer a la UE es algo positivo para su país y el 68 % que ha sido beneficioso. En ambos casos, se trata de mayorías muy amplias, a pesar de la que está cayendo.

Otros datos interesantes: el porcentaje de quienes sienten preocupación por la protección de los derechos humanos y la democracia aumenta del 42 al 35 % (desde abril), lo que conecta directamente con la reacción a la aparición de discursos excluyentes que cuestionan los valores fundamentales de la UE.

Si esas cifras son buenas en el conjunto de la Unión, todavía son mejores en el caso de España.

En  nuestro país, el 72 % de los ciudadanos cree que es positivo que España pertenezca a la UE  y el 75 % piensa que España se ha beneficiado de ser miembro de la misma. Volvemos a los lugares de cabeza de los que nos sacaron la crisis y su gestión.

¿De donde procede esa valoración positiva de los españoles?: el 37 % porque la UE apoya el crecimiento económico del país, el 29 % porque aumenta las oportunidad de trabajo y el 16 % porque favorece la democracia, entre otras razones.

Sin embargo, hay un punto negativo que es preciso resaltar: el conocimiento de cuándo se celebrarán las elecciones europeas es insuficiente en el conjunto de la UE (41 %) y muy insuficiente en España (el 26%). Situación, en todo caso, que se revertirá fácilmente en cuanto se aproximen esos comicios y comiencen tanto la precampaña como la campaña correspondientes.

La opinión de la ciudadanía europea ofrece una excelente base de confianza para que los partidos políticos proeuropeos, las instituciones comunitarias y los gobierno europeístas no se arruguen, es decir, para que vean las elecciones del 26 del mayo a la Eurocámara como una oportunidad para iniciar un nuevo ciclo institucional y, sobre todo, un nuevo ciclo político que desemboque en más y mejor Europa, culminando la unión política.

Quienes están en minoría en la ciudadanía de la UE son los euroescépticos y los antieuropeos, por mucho que griten y gesticulen desde los gobiernos que controlan en estos momentos.

Por eso resulta tan imprescindible crear un espacio público europeo de debate de cara a los comicios del 26 de mayo, porque en ese marco ganan los europeístas y pierden los populistas, que buscan su oportunidad en el terreno nacional aislado del resto.

España, con un Gobierno decididamente europeísta, cuenta también con el respaldo de una ciudadanía aún más proeuropea que la del conjunto de la UE que, además, previsiblemente votará en un alto porcentaje en las europeas el 26 de mayo gracias a la coincidencia con las autonómicas y municipales, lo que dotará de una gran credibilidad a los resultados.

Ese será un instrumento muy útil para que nuestro país haga pesar sus propuestas en el debate sobre el presente y futuro de la Unión Europea.

CONSULTE EL EUROBARÓMETRO: http://www.europarl.europa.eu/spain/resource/static/files/PDF/eb901_parlemeter_fact_es-es-.pdf

 

(*) Carlos Carnero es director gerente de la Fundación Alternativas y ex eurodiputado

 

 

LUIS FERNANDO MEDINA SIERRA (*)

 

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Una mujer pide en las calles de Valencia. / MÒNICA TORRES

 

Lo primero que hay que anotar cuando se habla de la erradicación de la pobreza es que es posible. Esto es algo asombroso, sin precedentes. Vivimos en la primera época de la historia de toda la humanidad en la que es físicamente posible garantizarle a todos y cada uno de los seres humanos que habitan sobre la faz de la tierra la satisfacción de las necesidades fundamentales como alimentación, vestido, vivienda, atención sanitaria, e incluso es posible ir más allá de la pura supervivencia física para garantizar las bases de la dignidad humana mediante, por ejemplo, educación básica y acceso a la cultura y la comunicación con los demás. Y cabe recordar todo esto hoy, ya que se celebra el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza.

Para que pongamos en perspectiva la magnitud de este hecho, pensemos en Elisabeth de Proost. Es la ciudadana belga más vieja en este momento, con un poco más de 110 años de vida. Aunque a ella posiblemente no la haya afectado personalmente, su infancia coincide con la hambruna que sufrió ese país durante la Primera Guerra Mundial debido, hay que aclarar, al bloqueo militar fruto de las hostilidades. Ha sido tan vertiginoso el crecimiento económico del último siglo que aún viven personas en el mundo desarrollado que alcanzaron a presenciar tiempos de necesidad que hoy nos resultan impensables.

La era de las grandes hambrunas ha quedado atrás. Aun así, se estima que en lo que va corrido del siglo han muerto unas 600 mil personas por hambre. Comparadas con los millones de personas que podían morir en una sola hambruna en cuestión de uno o dos años en el siglo XX, se trata de una suma muy pequeña y una excelente noticia. Pero no hay que olvidar que todas y cada una de estas muertes era evitable. La producción total de comida en el mundo es más que suficiente para alimentar satisfactoriamente a toda la población.

Otro tanto ocurre con las personas sin hogar o las que mueren de enfermedades prevenibles. La abundancia de recursos de nuestro tiempo es tal que casos así no tendrían por qué existir.

Erradicar estos fenómenos a la mayor brevedad requeriría redistribuir recursos. Esperar a que el crecimiento económico se encargue por sí solo de esta labor sería prolongar de manera injustificada el sufrimiento. Pero hay algo más. Dicha redistribución es un imperativo moral por otra razón: el cambio climático.

Hace tan solo una semana el Panel Internacional para el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) lanzó un informe en el que advertía sobre los riesgos de permitir que la temperatura del planeta se eleve en más de 1,5 grados Celsius. Siguiendo la trayectoria actual, quedan aproximadamente 10 a 12 años para impedir ese escenario.

Ante todo, el cambio climático es en sí mismo un problema de justicia distributiva ya que afecta más duramente a los más pobres. Si se eleva el nivel de las aguas del mar, los países del Norte industrializado tienen los recursos necesarios para salvar sus ciudades costeras. No así Bangladesh donde viven más de 150 millones de personas muy cerca del nivel del mar.

Pero, por otra parte, la manera más eficaz de ralentizar el ritmo del cambio climático es redistribuyendo recursos hacia los más pobres. Las actividades que más contribuyen a emisiones de gases invernadero son actividades de ricos. Utilizar vehículos privados, comer carne, desperdiciar comida, vivir en casas cuyo tamaño exige altos requerimientos térmicos, volar a miles de kilómetros de distancia, acumular bienes intensivos en plástico, etc, son algunos ejemplos de las cosas que hacemos quienes pertenecemos al mundo rico e industrializado y que tienen el mayor impacto ambiental. Mientras más ricos somos, mayor es nuestra huella de carbono.

Si nosotros los ricos (desde un punto de vista global toda persona que lea estas líneas es, muy seguramente, parte del 10% más rico del planeta) redujéramos nuestro consumo, reduciríamos nuestra huella de carbono y simultáneamente liberaríamos recursos para ayudar a erradicar la pobreza. Un euro que transfiriéramos de una persona rica del Norte a una persona pobre del Sur, sería un euro que se dejaría de usar en actividades de alto impacto ambiental y pasaría a usarse en bienes de subsistencia con poco contenido de carbono.

Aquí reside la gran ironía de la erradicación de la pobreza. Aunque es físicamente posible, éticamente deseable y ambientalmente necesaria, carecemos de las instituciones políticas para llevarla a cabo. En un mundo de estados-nación no tenemos mecanismos de redistribución global que estén a la altura de semejante labor. Los presupuestos de ayuda internacional son irrisorios y, aun si se multiplicaran, no está para nada claro que sería la mejor manera de efectuar las transferencias necesarias. Por ejemplo, enviar dinero a gobiernos corruptos y violadores de los derechos humanos podría ser incluso contraproducente.

Algunos países han acumulado ya una larga experiencia de buenas prácticas para la redistribución entre sus ciudadanos. Los buenos estados del bienestar funcionan sobre esa base (a pesar de las dificultades, por supuesto). Pero todas esas buenas prácticas descansan sobre la premisa de que dicha redistribución está legitimada, tanto por el lado de los impuestos como de los gastos, por el hecho de ser parte del pacto social que aglutina a los ciudadanos que pagan y a los que reciben. No existe nada similar a escala global.

No solamente el sistema de estados-nación carece de los instrumentos necesarios, sino que cada vez le surgen más grietas. La globalización ha permitido que buena parte de la riqueza mundial se genere en condiciones tributariamente ambiguas y que termine en paraísos fiscales a los que los gobiernos no tienen acceso.

Así las cosas, tal vez ha llegado el momento de romper con los moldes establecidos. Por ejemplo, puede parecer absurdo hablar de impuestos transnacionales para financiar transferencias individualizadas, gravar transacciones financieras entre países y utilizar el ingreso generado para dárselo directamente a ciudadanos de los países más pobres. Sí. Puede parecer absurdo. Pero, ¿no es ya bastante absurda la situación actual?

 

(*) Luis Fernando Medina Sierra es profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Carlos III de Madrid

Las mujeres en el cine

Por: | 15 de octubre de 2018

CRISTINA ANDREU CUEVAS (*)

 

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Integrantes de la Asociación de Mujeres Cineastas, en el Festival de San Sebastián.

 

El 26 de septiembre de 2018 se firmó en el Festival de Cine de San Sebastián la Carta por la paridad y la inclusión de las mujeres en el Cine[1]. Desde la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios de Audiovisuales (CIMA) estamos, como no podía ser menos, contentas con esta firma que se inició en el Festival de Cannes de este año[2].

La carta recoge la necesidad de compilar estadísticas desagregadas por género, tanto aquellas que se refieran al número de películas recibidas para su selección, como a las elegidas y programadas, para disponer de datos fiables y reales sobre la presencia de proyectos liderados por mujeres. Además, pide que se haga pública la lista de miembros de los comités de selección y programación. Pretende también establecer un calendario de cambios en los órganos ejecutivos del festival con el fin de alcanzar la paridad en el actual periodo de mandato de dichos órganos, así como realizar una comunicación anual sobre los progresos realizados.

Pero si reflexionamos un poco sobre lo firmado, en el año 2018 donde las mujeres deberían estar ya en un plano de igualdad, no es un poco, es demasiado poco.

Las mujeres estamos muy poco presentes en los festivales de cine, sobre todo en las categorías importantes. En Cannes solamente Jane Campion ha ganado una Palma de Oro; solo cuatro mujeres han ganado el Oso de Oro de Berlín; en San Sebastián han ganado la Concha de Oro dos mujeres, en 1983 y en 2013, y el León de Oro de Venecia únicamente cuatro mujeres. Estamos hablando de Festivales históricos, que empezaron su andadura entre los años 1932 y 1953, por lo que casi mejor no nos pongamos a hacer las cuentas. Y, por supuesto, ninguna española. Y, por supuesto, ningún festival importante del mundo lo dirige una mujer, y me parece que tampoco se la espera.

Y no es porque haya mujeres y no se lo merezcan. Las estadísticas son desoladoras como indica el último informe de CIMA del 2017 que acabamos de presentar[3].

Si se fijan bien en las peticiones, salta a la vista que  hasta ahora los comités de selección no eran paritarios, ni los de programación, y además desconocíamos su composición. Y en muchos festivales, tampoco la de los jurados.

 Y me quedo en este punto, ya que me parece muy significativo. Los festivales de cine dan mucha visibilidad, por lo que nos han invisibilizado durante décadas, nos han hecho desparecer.

Agradezco mucho al director del Festival de Cannes, y a José Luis Rebordinos, del Festival de San Sebastián, que hayan firmado este compromiso. No conozco otros festivales que lo hayan hecho. ¿Es que hasta este año nadie se había dado cuenta de que las mujeres no existíamos para los festivales?

Las mujeres sí nos dábamos cuenta, pero hasta que no hemos empezado a asociarnos, como por ejemplo en CIMA, no teníamos voz. Y me pregunto, ¿a vosotros hombres nunca se os pasó por la cabeza?  Y ahora que por fin hemos podido pedir medidas, ya que las voces de muchas mujeres unidas son difíciles de acallar, ¿no os da muchísima vergüenza? Menos mal que a nuestras voces también se han unido las voces de muchos compañeros que también quieren conocer las historias contadas por las mujeres, que se han dado cuenta de que el público se perdía al menos el 50% de las miradas, su voz, su vida.

Y lean lo que la Fundación Alternativas publicó en el Informe sobre el estado de la cultura en España 2017. Igualdad y diversidad en la Era Digital[4]. Y todavía hay quién se escandaliza cuando exigimos cuotas.

 

(*) Cristina Andreu Cuevas es presidenta de CIMA (Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales) https://cimamujerescineastas.es

 

[1]https://cimamujerescineastas.es/el-festival-de-san-sebastian-firmara-la-carta-por-la-parida-y-la-inclusion-en-el-cine/

[2]https://cimamujerescineastas.es/cima-firma-la-carta-por-la-paridad-y-la-diversidad-en-el-cine-en-cannes/

[3]https://1drv.ms/b/s!AlEA4TlxEINQnHYcXrulLtjwAZla

[4]http://www.fundacionalternativas.org/cultura-y-comunicacion/libros-e-informes/informes/informe-sobre-el-estado-de-la-cultura-en-espana-2017-igualdad-y-diversidad-en-la-era-digital

Alternativas

Sobre el blog

Crisis de la política, la economía, la sociedad y la cultura. Hacen falta alternativas de progreso para superarla. Desde el encuentro y la reflexión en España y en Europa. Para interpretar la realidad y transformarla. Ese es el objetivo de la Fundación Alternativas, desde su independencia, y de este blog que nace en su XV Aniversario.

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Carlos CarneroCarlos Carnero. Director Gerente de FA, ha sido Embajador de España en Misión Especial para Proyectos en el Marco de la Integración Europea y eurodiputado.

Vicente PalacioVicente Palacio. Director del Observatorio de Política Exterior de la Fundación Alternativas, Doctor en Filosofía, Visiting Fellow y Visiting Researcher en Harvard.

Sandra LeónSandra León. Profesora de Ciencias Políticas en la Universidad de York (Reino Unido) y responsable de la colección Zoom Político de la Fundación Alternativas.

Carlos MaravallCarlos Maravall. Doctor en Macroeconomía y Finanzas Internacionales por la Universidad de Nueva York. Ha trabajado como asesor en Presidencia del Gobierno en temas financieros.

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Jose Luis EscarioJose Luis Escario. Licenciado en Derecho por la Universidad Autónoma de Madrid y Master de Derecho Internacional y Comunitario por la Universidad de Lovaina. Coordinador del Área Unión Europea de FA.

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Carles ManeraCarles Manera. Catedrático de Historia e Instituciones Económicas en la Universitat de les Illes Balears. Es Premio Catalunya de Economía (Societat Catalana d’Economia, 2003).

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José María Pérez MedinaJosé María Pérez Medina. Licenciado en Ciencias Políticas y Sociología y en Geografía e Historia por la Universidad Complutense de Madrid. Funcionario del Estado. Ha sido Asesor en el Gabinete del Presidente del Gobierno entre 2008 y 2011.

José Antonio NogueraJosé Antonio Noguera. Profesor Titular de Sociología en la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) y director del grupo de investigación GSADI (Grupo de Sociología Analítica y Diseño Institucional).

Antonio QueroAntonio Quero. Experto en instrumentos financieros de la Comisión Europea y coordinador de Factoría Democrática. Es autor de "La reforma progresista del sistema financiero" (Ed. Catarata).

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Jesús Prieto de PedroJesús Prieto de Pedro. Doctor en Derecho, Catedrático de Derecho Administrativo en la UNED y titular de la Cátedra Andrés Bello de Derechos Culturales.

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