Kattya Cascante
El pasado jueves 23 de febrero, el Ministro de AAEE compareció en la Comisión de Asuntos Exteriors del Congreso para exponer las líneas generales de su política en materia de Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD). Geográfica y sectorialmente las prioridades quedaron tan indefinidas como ya lo estaban con sus antecesores, con criterios de desarrollo coincidentes (y no por casualidad) con el nuestro propio. Sin entrar a cuestionar qué debería pesar más, asumo el ejercicio que al fin y al cabo supone la AOD en la política exterior pero, y precisamente por ello, no entiendo los recortes.
¿Por qué renunciar al 0,7%? ¿Acaso a alguien se le escapa que la bajada a los infiernos de nuestro PIB ya no es suficiente rebaja? La Ayuda al Desarrollo sólo crece si nuestra economía prospera y mengua exactamente al mismo ritmo implacable de la crisis. El objetivo político se cuantificaba simbólicamente en ya un gesto francamente exiguo. Bajarlo, no sólo resulta mezquino, sino que cuestiona la calidad de nuestra democracia y la capacidad de aportar significado a la globalización en la que estamos inmersos. Si llenamos nuestro sistema político de mensajes que reclaman respecto por los derechos humanos y libertades civiles, igualdad entre hombres y mujeres, y acceso a sistemas básicos para todos los seres humanos del mundo, ¿cómo es posible hacerlo sin considerar coste alguno?
En el III Foro de la Eficacia de la Ayuda, celebrado en Busan (Corea del Sur) a finales de 2011, todos salimos con la extraña sensación de que incorporar a las economías emergentes (sobre todo China), abría demasiado la definición de la cooperación al desarrollo, y el recorrido sobre calidad de la ayuda podría verse desvirtuado. Parece confirmarse, dado el contagio de las reducciones europeas en esta materia (salvo honrosas excepciones como Reino Unido y, de momento, Francia), que era una buena excusa para escaparse de compromisos adquiridos pero incómodos.
Por eso, cuando leo que García-Margallo comunica al Parlamento que habrá que hacer más con menos, me pregunto si quiso decir "menos aunque mejor", ya que en esta frase hecha, salvo que albergue el milagro de los panes y los peces, más no se hará seguro.
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