VÍCTOR ECHEVARRÍA. Universidad Complutense de Madrid
Las últimas semanas se han visto varias iniciativas de los gobiernos europeos para reducir el problema acuciante del desempleo juvenil. En marzo la Comisión Europea anunció la iniciativa para el empleo juvenil, posteriormente, Alemania alcanzó acuerdos con países del sur de Europa para dar oportunidades a jóvenes en paro y anteayer se conocieron algunos detalles del plan contra el desempleo juvenil que se discutirá en el Consejo de Ministros de Empleo del 3 de julio en Berlín. Este plan se centrará, según anunciado por los jefes de gobierno de Alemania, Francia e Italia, en acciones en aquellos países más afectados, tomando iniciativas para facilitar el acceso al crédito de las PYMES, desarrollar nuevos programas de prácticas para jóvenes y aumentar la movilidad geográfica de los jóvenes.
Estas medidas tratan de lidiar con un problema cuya magnitud está alcanzando niveles insoportables: 6 millones de europeos jóvenes están desempleados. La disparidad del problema entre los distintos países es notable: en países como España o Grecia, la tasa de paro juvenil se sitúa entorno al 50%, mientras en Portugal e Italia se sitúa en niveles cercanos al 40%. En Austria y en Alemania, sin embargo, se sitúa por debajo del 10%. De forma similar, aproximadamente un 20% de la población joven de España, Italia y Grecia ni trabajan ni estudian, ratio que en la práctica totalidad de los países del norte apenas supera el 5%. Por tanto, se trata de un reto fundamental y de una de las asimetrías más dolorosas de las existentes en la Unión Europea, por lo que el foco que se pone en este problema es bienvenido. Sin embargo, existen algunas dudas sobre cómo el plan va a gestionar algunos de los problemas que anuncia.
En primer lugar, respecto al acceso al crédito de las pymes, las dudas surgen sobre la eficacia de las medidas ante la fragmentación de los mercados financieros y la disparidad de las condiciones de financiación en el seno de la UE. El acceso a financiación en los países del sur no se normalizará sin acción decidida hacia la mutualización de riesgos entre los países y la creación de una auténtica unión bancaria y fiscal. Hasta hoy, los avances han sido escasos por la resistencia feroz de algunos países, lo que invita al pesimismo.
En segundo lugar, la movilidad laboral es fundamental para el funcionamiento correcto de la UE: más allá de suponer una verdadera integración entre países, para la zona euro es un mecanismo que puede facilitar el ajuste ante un shock asimétrico y suplir la imposibilidad de devaluar la moneda. Sin embargo, la experiencia muestra que son las grandes diferencias en condiciones laborales las que provocan la emigración. Hasta que éstas no converjan, las iniciativas tomadas tendrán un impacto marginal.
Respecto a la facilitación de la contratación en prácticas y el aprendizaje en el trabajo, las iniciativas son sin duda bienvenidas, si bien su alcance será limitado ya que los elementos que evitan un mejor acoplamiento de los estudiantes a la vida laboral se encuentran sobre todo en la legislación nacional de índole nacional. En este sentido, la Iniciativa podrá fomentar las prácticas adecuadas en casos concretos pero difícilmente tendrá un impacto general para facilitar la transición de los estudios al primer empleo.
Por tanto, no se debería esperar una varita mágica de Bruselas. Más allá de las dificultades prácticas sobre la capacidad del programa de tomar las acciones necesarias, existe también un desacuerdo de fondo sobre las medidas que se deben tomar: las distintas recomendaciones de las organizaciones internacionales así lo indican: mientras la OCDE aboga por un aumento de los periodos de prueba de los empleados, un sueldo mínimo más bajo para jóvenes y reducir la dualidad entre empleados temporales y permanentes, la OIT apuesta por programas de empleo público, subvenciones al empleo, y la realización por parte de los estados de programas de infraestructura intensivos en la utilización de mano de obra.
Es fundamental que la UE actúe ante el desempleo juvenil, pero debe acordar su posición en el debate de fondo, para encontrar el impulso que le permita tomar las medidas necesarias que no ha tomado hasta ahora.