NICOLÁS SARTORIUS
Hace días sostuve que la solución a los múltiples conflictos que asolan Oriente Medio pasaban, en principio, por un entendimiento de EE.UU con Rusia e Irán, con el acompañamiento de la UE y NN.UU. Pues bien, en el marco de la Asamblea General de NN.UU ambos procesos de negociación han comenzado con buen pie. Rusia y EE.UU han alcanzado un acuerdo sobre Siria con el fin de que Bachar el Asad entregue sus armas químicas, y éstas puedan ser eliminadas y evitar así una intervención militar que a ninguna de las partes, por razones diferentes, interesaba. Obama, presidente que cree más en la diplomacia que en las armas, no tenía ningún interés en meterse en un conflicto sin salida y Putin no deseaba ser humillado contemplando cómo se atacaba a un aliado sin poder hacer nada, cuando empieza a levantar cabeza como potencia a tener en cuenta. Este acuerdo, si efectivamente se cumple –la resolución de NN.UU debe ser estricta en este sentido- podría abrir la vía a una solución negociada de la guerra civil siria, encajonada entre la dictadura de El Asad y una oposición caótica trufada de fuerzas islamistas radicales. Incapaz cada una de las partes de imponerse a la otra en el terreno militar, lo más sensato sería que los valedores y/o padrinos de cada uno de los bandos forzaran una conferencia de paz de la que pudiera surgir, con ayuda económica, una nueva Siria más democrática capaz de aislar a los sectores más radicales.
El otro gran deshielo, que podría adquirir alcance histórico, es el que se ha iniciado entre EE.UU e Irán, con la presencia de China, Rusia, UK, Francia, Alemania y la UE, en torno a la cuestión nuclear iraní y otros asuntos colaterales de importancia.
Frente al escepticismo de muchos creo que el cambio producido en Irán, con la elección de Rohani, con el apoyo del ayatolá Alí Jamenei, es un giro sustancial y no una nueva maniobra. El régimen iraní ha comprendido que el radicalismo de Ahmadineyad les había conducido al aislamiento, a la crisis económica, sin beneficio alguno, cuando es un país que por población, riqueza, historia y cultura puede convertirse en uno de los grandes actores de la zona e incluso en potencia emergente. Por su parte, la Administración Obama ha llegado a la conclusión de que Irán es clave para resolver los problemas de Oriente Medio y que se trata de un error jugar solo la carta de Arabia Saudita. Deberá, eso sí, convencer a su gran aliado Israel de que no es lo más inteligente llamar cínico a Rohani cuando está reconociendo como hecho histórico el holocausto.
Sólo nos faltaría para completar los deshielos que se alcanzase un acuerdo entre palestinos e israelitas. Para ello, entre otras cosas, sería imprescindible que Netanyahu dejara de extender los asentamientos, pues en caso contrario hará inviable un Estado palestino y en vez de la paz perpetua de la que hablaba Kant tendremos la Guerra perpetua.