ANA MARTÍNEZ GARCÍA-MORENO
“Hoy comienza la liberación de la élite europea, el monstruo de Bruselas”, anunció orgulloso Geert Wilders –líder del Partido por la Libertad (PVV) de los Países Bajos– tras sellar un acuerdo con el Frente Nacional (FN) francés de Marine Le Pen. El propósito, forjar un nuevo bloque euroescéptico que les permita concurrir a las elecciones del Parlamento Europeo y devolver así “la libertad a nuestra gente”, según proclamó Le Pen.
La creciente popularidad de los partidos políticos que pretenden aniquilar al “monstruo de Bruselas” ha sido noticia en muchos medios de comunicación tanto dentro como fuera de la Unión Europea. La opinión generalizada es que los grupos de extrema derecha han conseguido encabezar las listas electorales debido a la crisis económica. Sin embargo, abundan los estudios que desmienten el papel central de la crisis económica en el mayor respaldo a estos grupos políticos.
Matthew Goodwin, experto en la extrema derecha de la Universidad de Nottingham –Reino Unido–, sostiene que estos partidos pueden emerger en todo tipo de países, tengan una solvencia crediticia impecable o estén al borde de la banca rota. Pippa Norris, autora de La Derecha Radical, explica los cambios que ha sufrido la sociedad durante la última etapa del siglo XX: la globalización y la reducción de los obstáculos a la circulación de trabajadores, bienes y capitales. Debido a estos cambios, añade la autora, lo que moviliza a algunos ciudadanos es la amenaza que supone “el otro”. Según Goodwin, para que un grupo político de extrema derecha medre basta con que sea capaz de sacar provecho de la creciente preocupación de los ciudadanos por mantener su identidad y su cultura nacional intactas.
Más allá de las razones que puedan explicar el aumento de la popularidad de la derecha radical, también es importante saber quiénes votan a estos partidos. Kai Arzheimer, profesor de ciencias políticas en la Universidad de Maguncia –Alemania– destaca una de las variables más importantes a la hora de identificar el perfil de los votantes de la extrema derecha: el género. La mayor parte de los estudios demuestran que los hombres son más propensos que las mujeres a votar a dichos grupos políticos. La educación, según Arzheimer, es también un factor que debe tenerse en cuenta. Diversas investigaciones demuestran que aquellos que tienen educación universitaria tienen menos tendencia a dar su voto a partidos radicales. Sin embargo, el mismo Arzheimer advierte de que ésta no es una relación que se dé en todos los casos. Además, Matthew Goodwin explica que estos sujetos suelen tener una situación laboral y económica precarias. Se trata de un grupo social que se siente amenazado por la globalización y la inmigración. Entre los hombres, el experto subraya que los de raza blanca son más propensos a apoyar a estos grupos. A pesar de estos hallazgos, Pippa Norris advierte de que en este contexto es extremadamente difícil identificar un grupo social. No debemos dejarnos llevar por los estereotipos que consideran a la clase baja como la única culpable del incremento de la popularidad de la extrema derecha europea.
La alianza que Le Pen y Wilders anunciaron en la Haya el pasado 13 de noviembre ha puesto a muchos la carne de gallina. Sin embargo, no hay que olvidar que la extrema derecha carece de un plan económico concreto. Según Demos, un think tank del Reino Unido, ninguno de estos dos partidos ha conseguido transmitir un proyecto económico coherente. Alcanzar una cooperación internacional entre partidos políticos no es tarea fácil, menos aún si el único denominador común es la destrucción de la UE.
Hay 1 Comentarios
Yo apunto dos motivos más para votar a la ultraderecha: uno, el voto de castigo al bipartidismo; y otro, puesto que el bipartidismo ha desencantado, se vota a otros partidos que no gustan pero incluyen es su oferta algo que la gente desea, aunque tenga que aceptar algo que no desea, pero que es un mal menor. El error es preguntarse quién y por qué votan a estos partidos, en lugar de preguntarse en qué están fallando los partidos mayoritarios. Los partidos mayoritarios están atados al Sistema económico y financiero que les mantiene, y son incapaces de ofrecer a la ciudadanía lo que ésta necesita. Y de ahí no se puede salir ni con lavados de imagen. No tienen margen de maniobra. ¿Acaso de verdad alguien cree que se pueden solucionar los problemas actuales de los ciudadanos sin soluciones extremas? Me temo que este es el final de la Democracia, visto que ésta ya no puede a ser útil al Sistema.
Publicado por: Type | 29/11/2013 15:08:52