CARLES MANERA
Créanme: difícil saberlo. Las cifras disponibles indican, vistas en perspectiva, que fregamos el suelo en el verano de 2009, y que las medidas de expansión fiscal y de inversión pública contribuyeron a que se produjera un rebote del PIB, hasta el punto de obtener datos positivos en 2010. Ahora mismo, para España hay cifras que pueden ser invocadas por los optimistas: crecimiento de las exportaciones en un 10% y descenso de la prima de riesgo hasta 240 puntos en el segundo trimestre de 2013. Pero esos guarismos no eluden otros muy preocupantes: la deuda pública llega al 92% del PIB, el crédito ha caído un 13% y el paro se ha confirmado en el 26% y, previsiblemente, subirá este otoño. La población activa se ha desmoronado y la estacionalidad marca el espejismo de un aparente repunte económico. La macroeconomía, que se arguye para dar ánimos, no encaja con la realidad microeconómica de miles de personas y familias. Nos encaramos a un futuro con débiles crecimientos, que no van a absorber la enorme bolsa de parados. Al tiempo, se precariza el mercado laboral con el objetivo de aumentar una competitividad que sólo se recupera por una bajada de los salarios. Esto redundará en una contracción de la demanda. A su vez, los datos sociales disponibles aseveran que estamos instalados en la crudeza de la crisis.
Todo esto se debe a concepciones básicas del pensamiento conservador, que podemos dibujar en un triángulo ideológico-político:
1. La democracia según el mercado. El enunciado da para mucho; pero estoy con Amartya Sen, Premio Nobel de Economía, cuando relaciona más bien la justicia social, la democracia y el avance económico. O, dicho de otro modo: sólo el mercado no basta, toda vez que no asegura esos otros componentes básicos de la convivencia política.
2. La confirmación de la austeridad. Se considera ésta la única vía para salir de la crisis. El triunfo de Merkel en Alemania rubrica esa consolidación, aplaudida por los gobiernos conservadores del sur de Europa, principales afectados por las líneas presupuestarias de la canciller germánica y el Bundesbank. No esperemos ni mayores coordinaciones económicas ni instrumentos distintos para hacer frente a las crisis de deuda de la periferia de la Unión Europea: no habrá ni eurobonos, ni unión bancaria. Que cada palo aguante su vela, en el vendaval de la austeridad.
3. La ruptura con la gobernanza. La tesis de la democracia de mercado y de las políticas de austeridad como herramientas, conduce a un escenario de ruptura del consenso social: gobernar sin escuchar el disenso y criminalizar sus posibles respuestas. Así, se consideran obsoletos el sindicalismo, la reivindicación, la protesta, incluso la negociación. Sólo el mercado y la austeridad capacitan para salir de la crisis. La ideología acrítica y sorda se erige en el piloto automático que, se presume, conducirá, con gran fe, a la recuperación.
Así que: no creo que hayamos tocado fondo. Y si lo hemos hecho, seguimos arrastrándonos en él.
Hay 1 Comentarios
Yo creo que para los más pobres la crisis va a durar muchos años más y si sigue la derecha mandando todavía más http://xurl.es/9ik46
Publicado por: Ricardo | 04/12/2013 15:48:17