Una marca recorre el mundo de la cultura (y ha venido para quedarse). Las Industrias Culturales y Creativas, un elaborado concepto postfordista que fue desarrollado en el mundo anglosajón hace casi dos décadas, hizo después del Laborismo inglés de fines del pasado siglo su punta de lanza y ha logrado implantarse internacionalmente en las grandes instituciones políticas (la Unión Europea y su “Europa Creativa”), de negocios (Organización Mundial de Comercio) y de acuñación cultural global (UNESCO).
La consolidación de la etiqueta, en cuyo seno se mezclan las industrias culturales, el negocio del entretenimiento y las nuevas prácticas creativas, ha llevado a los países que lideran la economía europea a trabajar con intensidad en su desarrollo. Los gobiernos británicos encargaron hace más de una década su desarrollo a su Ministerio de Cultura, Medios y Deporte (DCMS) que primero (2001) definió el campo y más tarde, a través de organizaciones ad hoc como NESTA, ha puesto al sector en el mapa de las prioridades del país. El último informe presentado el mes pasado por las consultoras Enders/Bain, Creative UK 2014, abre un nuevo capítulo en la penetración del sector, ligando conceptual y numéricamente el desarrollo de la economía creativa a lo que denominan “la transformación digital del Reino Unido”. Un giro interesante para anunciar que más de 1,7 millones de empleos y una aportación al PIB nacional equivalente al 5,2% (unos 71.000 millones de libras en 2012) se vinculan a la economía on-line.
En el caso de Alemania, los asuntos de la cultura y de las industrias creativas están en manos del Ministerio de Economía y Tecnología, en cuyo seno se encuentra la Comisión Federal para la Cultura y los Medios. El Gobierno Federal ha puesto en marcha hace más de cuatro años la denominada Iniciativa por las Industrias Culturales y Creativas, definido su campo de desarrollo y viene elaborando periódicamente informes estatales en torno a su desarrollo y crecimiento, que complementan otros informes de los estados federales. De los mismos se deduce que, con datos conservadores, el sector ocupaba a más de un millón de personas en 2011, de los que 740.000 eran empleados y el resto autónomos y que el negocio generado de 143.000 millones de euros, de los cuales 62.700 eran Valor Añadido Bruto, suponía algo más de 2,4% del PIB (disminuyendo dos décimas respecto a los datos de 2009).
La forma de entender las políticas culturales y de ligarlas a la estrategia de país encuentra en el caso francés una singularidad interesante. Y para muestra este texto, firmado por 10 ex Ministros de Cultura y Comunicación, que se incluye como prólogo de la publicación Panorama de las Industrias Culturales y Creativas en Francia, recién publicado. “La cultura es un campo de naturaleza necesariamente dual. De una parte es la expresión de creaciones intelectuales y artísticas que no pueden ser reducidas a un único valor comercial. De la otra es un sector económico por si mismo que en nuestro país representa un vivero importante de valores y de empleos. Es a través de esa convicción y teniendo en cuenta ambos dos pilares que constituyen el campo cultural como siempre hemos encontrado en torno a la cultura en Francia una forma de unión que transciende a las familias políticas”. El informe, un encargo del Presidente de Gobierno, está articulado a través del Ministerio de Cultura y Comunicación y presenta un escenario de éxitos del sector, con 1,2 millones de empleos “no deslocalizables” y un peso del mismo en la economía equivalente al negocio de las telecomunicaciones.
Ministerios, Delegados Especiales, Presidentes, coalición de ex ministros…¿Podemos imaginar algo parecido para España en el próximo futuro? Porque por ahora, y además de los escalofriantes informes que la Fundación Alternativas viene presentando en los últimos meses sobre el estado clínico de los derechos culturales, lo que vamos viendo, (Subdirección General de Industrias Culturales aparte), son documentos como la reciente publicación del Anuario AC/E de Cultura Digital, que, por desgracia y más allá del esfuerzo loable de los compiladores del trabajo, nos sitúan en un escenario de absoluta ausencia de cualquier marco deseable de prioridades o de visión estratégica para el sector. Y ese vacío reclama soluciones urgentísimas y una cierta visión de estado, ausente demasiadas veces de la acción del Gobierno de España.
Jorge Fernández León es director de Programas de la Fundación Municipal de Cultura, Educación y Universidad Popular del Ayuntamiento de Gijoón
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