ERIKA RODRÍGUEZ Y KATTYA CASCANTE
La crisis económica y financiera que hemos vivido en los últimos años ha servido de justificación para implementar una serie de recortes en las políticas sociales que, más que aliviar las esquilmadas arcas públicas, tiene un trasfondo ideológico.
La política de desarrollo no ha sido una excepción, pero con un agravante, además de un recorte del más del 70% de los fondos destinados a la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD), se establece, por parte del Gobierno, un discurso que desvía la atención de los problemas esenciales del desarrollo y debilita uno de los canales básicos de la participación social.
La política de desarrollo, así como el trabajo de las organizaciones de tercer sector tiene importantes funciones en el marco de la construcción de una sociedad cohesionada. Se promueven los valores de la solidaridad y la justicia, en los cuales los españoles han demostrado creer, un 81% la apoya como un deber moral, tal como demuestra la encuesta de Planeta Futuro. Por otro lado, porque facilita los canales de la participación social y muy especialmente porque presiona y apoya la presencia internacional de España en los principales foros de toma de decisiones globales sobre el desarrollo, esto significa una política exterior más fuerte y coherente. Las organizaciones no gubernamentales son un actor indispensable en la construcción de vínculos entre la sociedad y los temas que esta valora y la administración pública.
En la actual situación, el discurso del Gobierno menosprecia a las organizaciones sociales y promueve la idea de que la Cooperación Internacional al Desarrollo compite con la atención de las crecientes necesidades de las personas que se encuentran en riesgo social en España. La política actual transmite la idea de que hay una competencia por los recursos. La pobreza y la desigualdad, sin importar la nacionalidad de las personas que las sufren en todo el mundo, son expresión de un problema global, que requiere acciones internacionales y el compromiso firme de los gobiernos, no un discurso basado en el egoísmo y la diferenciación. A su vez, intentan sostener que el escaso 0,5% del PIB que represento la AOD –en sus mejores días- es una cantidad de dinero insostenible, como si una cifran tan pequeña pudiera solucionar la crisis. Sobre todo, teniendo en cuenta la cantidad de dinero que se ha invertido en los rescates bancarios o que se ha perdido por la vía de la corrupción.
Frente a este panorama tan poco alentador las ONG han explorado nuevas vías de financiación y el aumento de los recursos privados, proveniente de sus socios y de donaciones, entre 2007 y 2014 respalda la utilidad de sus estrategias.
España, a pesar de contar con un tejido social solidario frágil, dispone de organizaciones ágiles y con una sociedad comprometida, que se moviliza y que construye redes. Este es un activo que se debe fortalecer y aprovechar porque es la auténtica base de las políticas públicas. Sin embargo, incluso las ONG tienen problemas asignándole la relevancia que necesita la educación para el desarrollo y la incidencia política como motor de la participación social.
El reciente informe publicado por Fundación Alternativas plantea estas cuestiones y profundiza en la forma en la que ha evolucionado la situación del sector social solidario en España en los tres últimos años. La evidencia de los recortes económicos es demoledora, pero también la resilencia del sector y la importante tarea que aún tiene por delante y que se muestra dispuesto a emprender a pesar de todas las dificultades.
* Erika Rodríguez y Kattya Cascante son coautoras de El impacto de la crisis sobre el tejido social solidario de España: efectos y reacción de las ONGD frente a la crisis (Fundación Alternativas y Fundipax, 2014) y coordinadoras, respectivamente, de los paneles Cooperación al Desarrollo y América Latina de la Fundación Alternativas.
Hay 1 Comentarios
Se trata de marear la perdiz, papel mojado.Como siempre
Publicado por: Antonio Larrosa | 12/11/2014 19:55:14