En su reunión del 18 de diciembre, los jefes de Estado y de Gobierno de la UE han tratado dos temas: el Plan Juncker y Ucrania.
Plan Juncker
El Consejo europeo ha respaldado las líneas generales de este plan, principalmente la creación, en 2015, de un nuevo fondo europeo que se llamará Fondo Europeo para Inversiones Estratégicas (FEIE). La inversión prevista es de 315.000 millones de euros en tres años (2015-2017) para proyectos de inversión nuevos.
El fin (el relanzamiento de la inversión y del crecimiento) es, en principio, loable, especialmente como señal de agotamiento del discurso de la reducción drástica del gasto público y del abuso en la imposición de la austeridad. Los medios para lograrlo son criticables.
El esquema conceptual del plan es el que Juncker llama “triángulo virtuoso”, cuyos tres vértices son: las reformas estructurales, la responsabilidad fiscal y la inversión[1]. Por ello, el primer párrafo de las Conclusiones del Consejo europeo[2] señala que dicha inversión es sólo un “complemento” de las reformas que se han comprometido a realizar los Estados. En todo caso, los Estados no están obligados a invertir; el Consejo europeo se ha limitado a invitarles a participar.
La mayor parte de la inversión se espera que sea en dinero privado. La Unión le pide pues a la sociedad civil que se haga cargo de casi toda la financiación del plan y no obliga a sus Estados miembros a contribuir ellos directamente. Hubiera sido más legítimo (y más eficaz) que la Unión, tras una consulta suficiente, hubiera planteado un presupuesto posiblemente distinto [3] y un mejor equilibrio entre la inversión pública y la privada. Según la experiencia, todo proyecto político que nace sin implicar suficientemente en su diseño a los afectados por él difícilmente da los resultados esperados.
La Comisión ya avanzó las grandes cifras a finales de noviembre [4]. Los 315.000 millones se reparten como sigue. En primer lugar se constituirá una dotación inicial del FEIE de 21.000 millones (16.000 en forma de garantía europea y 5.000 como aportación del Banco Europeo de Inversiones). Esos 21.000 millones, se espera que se transformen en tres años en 315.000.
¿Cómo? Según Juncker, mediante el “efecto multiplicador” del dinero público esquematizado como sigue[5] :
Ahora bien, el efecto multiplicador del dinero público en una economía de mercado, aunque definido por una respetable tradición keynesiana, no es una ley mecánica, como lo muestra frecuentemente la experiencia, y menos en una época de desconfianza de los inversores como la que aún padecemos. Por ello, el Plan ha sido considerado por muchos como extremadamente arriesgado. Además, sólo está garantizado desde el inicio el 6 % del coste total del plan. Si recordamos el clásico principio político según el cual la seguridad es lo que todo poder público democrático debe ofrecer básicamente a sus ciudadanos, las dudas sobre la eficacia de este plan son más que legítimas. Por otro lado, el impacto de una inversión de tres años por valor de 315.000 millones comparado por ejemplo con el PIB anual de la Unión será insignificante.
De manera que, con defectos de legitimidad (falta de consulta en la fase de elaboración) y con defectos de eficacia (excesivo riesgo por la confianza excesiva puesta en la iniciativa privada), este plan es un wishful thinking de limitada ambición.
No obstante, hay que darle un margen de confianza a la nueva Comisión hasta ver (en enero) cómo detalla el diseño del FEIE en la correspondiente propuesta de Reglamento y si puede subsanar la falta de realismo de las líneas generales del plan hasta ahora conocidas. Ello supondría concebir un buen sistema de implantación, de evaluación continua y de revisión del plan y la resolución correcta de cuestiones tales como los criterios de elegibilidad de los proyectos a financiar, el carácter (geográfico, sectorial o de ambos tipos) de los mismos, las relaciones de este plan con las reglas vigentes en materia de déficit y de deuda pública (la Comisión ha pedido que la inversión de los Estados en este Plan no cuente como déficit) o los resultados del reexamen, previsto para 2016, del Marco Financiero Plurianual 2014-2020.
Finalmente, en el contexto de este Consejo europeo, Alemania ha evocado una cuestión que, por su carácter estructural, es más importante que el plan Juncker (cuyo carácter es meramente funcional); a saber que “la actual orientación de la UEM no es suficiente para asegurar el crecimiento y la competitividad a largo plazo”. Sobre este tema, el Consejo europeo debatirá en su sesión extraordinaria de febrero. Este debate debería abrir las verdaderas cuestiones estructurales que tiene pendientes de resolver la Unión, más allá de planes de inversión de éxito incierto.
Ucrania
El Consejo europeo se ha limitado a confirmar el no reconocimiento de la anexión de Crimea, el apoyo financiero de la Unión a Ucrania y la posibilidad de nuevas sanciones a Rusia.
Los jefes de Estado y de Gobierno han adoptado así de cara al exterior una actitud esencialmente coherente en relación con sus anteriores tomas de posición desde el inicio de los conflictos de Ucrania pero en realidad están divididos en el seno del Consejo europeo respecto a la eficacia de las sanciones a Rusia y al volumen de la futura ayuda financiera europea a Ucrania.
En un próximo Consejo europeo debería tener lugar el hasta ahora inexistente debate “estratégico” sobre Ucrania y Rusia que permita unificar la posición de la Unión.
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* José Candela es funcionario de la Comisión europea y miembro del Consejo de Asuntos Europeos de la Fundación Alternativas.
[3] El Partido de los Socialistas Europeos acaba de cifrar en 800.000 millones el total de la inversión necesaria para relanzar la economía europea en los próximos seis años.
[4] Comunicación de la Comisión de 26 de noviembre de 2014, titulada: Un Plan de inversiones para Europa http://ec.europa.eu/priorities/jobs-growth-investment/plan/docs/an-investment-plan-for-europe_com_2014_903_es.pdf
[5] http://ec.europa.eu/priorities/jobs-growth-investment/plan/docs/invest_in_europe_es.pdf, pág. 4. Ver también la citada Comunicación de la Comisión de noviembre 2014, pág. 7.
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