No deja de ser curioso que casi siempre tratemos de responder a los retos globales del siglo XXI desde un marco propio no ya del XX, sino incluso del XIX: el nacional. Con ello, perdemos recursos y somos menos eficaces.
La crisis económica, la extensión de la pobreza y la desigualdad, el calentamiento del planeta o la persistencia de conflictos regionales y la amenaza de las armas nucleares siguen encarándose desde la cultura de cada país, sin apenas intercambio de propuestas y, menos aún, la formulación de las mismas en términos globales.
Si cabe, la contradicción se hace aún más evidente cuando vivimos una auténtica revolución en la comunicación gracias a las enormes posibilidades abiertas por la tecnología digital que pone a disposición de miles de millones de personas una ingente cantidad de información en tiempo real, independientemente del idioma en que se genere (cuando ya el inglés o el español, cada uno a su escala, son verdaderas lenguas francas). Ni siquiera la existencia de organismos internacionales con décadas de existencia (ONU, FMI, Banco Mundial, OMC, UE) ha forzado la globalización de las alternativas o, por lo menos, un intercambio de las mismas.
Quizás por ello la celebración en Ginebra, del 4 al 6 de diciembre, de la Cumbre Global de Think Tank (TT) ha constituido tanto una excepción como un primer paso realmente positivos. Organizada por el Think Tanks and Civil Societies Program de la Universidad de Pensilvania (que dirige el profesor James McGann) y The Graduate Institute Geneva, a la misma han asistido casi sesenta de los principales TT de todos los continentes, muchos de los cuales habían participado a lo largo de 2014 en encuentros regionales. Entre ellos, los españoles Elcano, CIDOB y Fundación Alternativas.
Tres días de debates en torno al tema Think Tanks, public policy, and Governance: National, Regional and Global Perspectives dieron para mucho, incluyendo la definición de un TT como un centro de pensamiento y acción capaz de generar propuestas con base científica orientadas a la práctica de la decisión pública y privada, lo que implica una labor específica que lo diferencia de una universidad o un lobby. Experiencias nacionales diversas, desde Estados Unidos y Latinoamérica a Japón y Australia, pasando por Europa y África, mostraron sin embargo puntos comunes que tienen que ver con el creciente papel de los TT (especialmente a partir de la crisis) y la necesidad de incrementar su actividad a pesar de la escasez de recursos. Y, sobre todo, con el imperativo de la producción de un TT esté basada en la calidad y la independencia.
La Cumbre de Ginebra, que tendrá continuidad en 2015 en la siguiente a celebrar en Milán, ha sido un positivo primer paso que permite certificar la necesidad de un pensamiento global (ni único ni uniforme, desde luego) y la posibilidad de conseguirlo gracias, entre otros factores, al papel de los TT.
* Carlos Carnero es director gerente de la Fundación Alternativas, ha sido Embajador de España en Misión Especial para Proyectos en el Marco de la Integración Europea y eurodiputado.
Hay 2 Comentarios
Díeu est unique, tous les hommes et toutes les femmes sont uniques.
Publicado por: sartre philippe | 13/12/2014 7:00:07
Permíteme que me carcajee: "con el imperativo de la producción de un TT esté basada en la calidad y la independencia" Caramba, me parece lo más hipócrita que he leído en mucho tiempo, pues un think tank es un banda de opinadores, trapaceros y financiados para dictaminar a favor del que les paga, sí o sí.
Publicado por: Wank buddy | 12/12/2014 12:56:13