Nuestra cultura se encuentra en un momento decisivo para orientar el rumbo de la presencia exterior de España. Así se desprende del análisis del Informe sobre el estado de la cultura en España, publicado por la Fundación Alternativas, que ofrece un panorama actualizado sobre la posición que ocupa España en la cultura global y un cuadro sobre la estructura institucional de la que dispone para incentivar su proyección internacional.
De la presencia de la cultura española en las relaciones internacionales, se evidencia la persistencia de una arquitectura institucional insuficiente, que ha padecido también, de forma muy significativa, el rigor de la crisis.
Por historia, patrimonio y posición geográfica, así como por el excepcional activo que supone contar con un idioma tan extendido en el mundo, pero también desde una mirada simbólica, la visión de España como una encrucijada cultural, entre Europa y América Latina, podemos afirmar que todo apoyo a la estructura institucional de acción exterior cultural y científica tiene garantizado un retorno de la inversión en términos tangibles e intangibles.
Para ello es necesario reimpulsar la coordinación entre las instituciones de acción exterior española, no solo para ganar en eficacia e impacto, sino para contar con directrices de largo aliento que eleven por encima de coyunturas políticas y económicas la configuración de nuestro modelo de proyección cultural.
Pero la eficacia de una política cultural exterior no se puede valorar únicamente por la presencia de diferentes instituciones especializadas como los Institutos Cervantes o los Centros Culturales en el Exterior o las Embajadas, sino por el establecimiento de planes específicos para regiones geo-políticas y países que permitan establecer alianzas estratégicas para una colaboración recíproca, para EL intercambios de agentes, y para sistemas de coproducción y co-distribución.
Presencia blanda y Marca España
Con datos de 2014 del Índice Elcano de presencia global, que mide el posicionamiento efectivo de los países fuera de sus fronteras, España se sitúa entre los diez primeros países del mundo en presencia blanda (ni militar, ni económica) por debajo de Francia, Alemania o Reino Unido, pero por encima de países como Italia, Canadá o Países Bajos. El Índice mide esta presencia a partir del análisis de datos en ámbitos como el número de exportaciones de productos audiovisuales, el número de estudiantes universitarios extranjeros, la enseñanza del español, o las publicaciones científicas, entre otros factores como turismo, deportes, o cooperación y ayuda al desarrollo. Con respecto a datos de años anteriores, España ha sufrido una pérdida significativa de cuota de presencia global –principalmente por su retroceso económico- y de presencia blanda, en particular por su política de cooperación al desarrollo, por su descenso en las exportaciones de productos culturales y por su retroceso de inversión en ciencia, compensado en parte por el turismo y los éxitos deportivos.
Pensamos que la gran estrategia de acción exterior denominada Marca España se ha convertido en ocasiones, en un efecto negativo a su propia finalidad, bien por falta de recursos y por un cierto rechazo de los propios actores culturales, que no la han entendido o no ha sido suficientemente explicada. Al final la imagen de la marca España está más relacionada con el mundo de un modelo de empresa privada y menos con la industria cultural y sus agentes culturales que cada vez cooperan y coproducen más. Además casi no ha existido participación del conjunto de administraciones públicas con competencias en cultura en el diseño de esta estrategia.
La “acción cultural digital” y las industrias culturales
Internet ha supuesto una convulsión en los modelos de negocio e internacionalización, con la entrada en juego de nuevos agentes que asumen simultáneamente la producción de tecnología y de contenidos culturales, en el llamado proceso de convergencia tecnológica que simbolizan empresas como Apple o Google. Frente a esto, no existe un buscador europeo, ni un sistema operativo europeo, ni una red social europea, ni un distribuidor europeo de contenidos en las redes capaz de competir con tales compañías norteamericanas.
En relación a España, los datos recogidos en el Informe de la Fundación Alternativas evidencian la caída entre los años 2009 y 2013 de las exportaciones (de 851,4 a 703,4 millones de euros) en el comercio exterior de bienes culturales. En parte debido a una falta de apuesta clara por potenciar nuestra economía digital. El momento europeo de comercio internacional en este campo -en el que España se asienta, en virtud del notable porcentaje de capital italiano y alemán en nuestras empresas culturales- no mejora bajo la óptica del citado proceso de convergencia tecnológica, a falta de grupos globales de producción de hardware y software desde el que cada vez más se moldea y prescribe el consumo cultural.
El acompañamiento de un marco legislativo propicio a la internacionalización de las empresas culturales, al compás del establecimiento del mercado único digital europeo, constituye una exigencia de mínimos para defender la viabilidad futura de la industria.
El informe recomienda, más allá del mayor peso que sin duda podría cobrar en la cultura exterior europea, que España tiene la obligación de intensificar la agenda cultural con América Latina, en un contexto de transformación de las reglas de juego, donde la lógica de la cooperación está dando paso a la de una transferencia multi-direccional de tecnologías y conocimientos.
En definitiva, la gestión de la internacionalización de la cultura, se debe asumir desde un marco de actuación de múltiples actores donde las administraciones públicas se conviertan en un agente facilitador de procesos más que en un ente director de la acción exterior, apoyando entre otros los procesos de digitalización, y el impulso de procesos de cooperación y coproducción con nuestras regiones de referencia geocultural.
* Fernando Rueda es director del Observatorio de Cultura y Comunicación de la Fundación Alternativas y coordinador del II Informe sobre el estado de la cultura española: La salida digital.
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