La rigidez de Europa y De Guindos

Por: | 04 de marzo de 2015

UnknownCARLES MANERA

La inflexibilidad se está asentando en el Eurogrupo frente a Grecia. Lamentable la dureza extrema del Ministro de Finanzas alemán y la del Ministro de Economía español. Apretar las tuercas tanto a Grecia no lleva a ningún sitio: lo que está aceptando Tsipras ahora, prácticamente todo lo que exige Alemania, rompe por completo sus promesas electorales, y lo único que solicitan desde Atenas es una mayor flexibilidad para cumplir los compromisos, flexibilidad que vaya pareja a la capacidad de recuperación económica: a la evolución del PIB, en definitiva. Algo de sentido común. La Historia económica tiene referencias no tan lejanas de posiciones estrictas hacia Alemania que no condujeron a nada más que a una mayor inestabilidad en el continente: recuérdense los acuerdos de los Tratados de Versalles en 1919, que fueron denunciados en su momento por John Maynard Keynes. Si Europa no aprende de su trayectoria, de su pasado, y no toma buena nota, puede incurrir en crispaciones innecesarias, en desuniones palmarias. Los griegos están pidiendo, prácticamente, poder vivir con un mínimo de dignidad; no renuncian a saldar sus cuentas ni a cumplir con los requerimientos que se les ha puesto; pero piden una cosa tan simple como sensata: tiempo. El mismo que, hace pocos meses, exigía España.

En paralelo, el ministro de Economía, Luis De Guindos, va a dejar el cargo: se prepara a presidir el Eurogrupo de economía, el sanedrín de los ministros económicos, en el que De Guindos actuará como sumo sacerdote. Es curioso el mecanismo de ascensión de determinados profesionales. El curriculum de Luis de Guindos es escaso, desde el punto de vista académico. No así en el ámbito profesional, si bien con avatares que no son, precisamente, una buena carta de presentación: su inactivo trabajo como representante en España de Lehman Brothers constituye una muestra elocuente que, sin embargo, no le ha producido consecuencia negativa alguna. La actividad de De Guindos se ha baqueteado, sobre todo, en la esfera público-privada: su adscripción política y la ocupación de cargos en el Ministerio de Economía y Hacienda en tiempos de Rodrigo Rato, le abrieron otras puertas con suculentos empleos. Ah, estos liberales que presumen del mercado pero que siempre miran la palanca de lo público para ascender... Es igual, ¿no era Maquiavelo algo liberal? Pues eso.

Este hombre, De Guindos, va a ser el que discuta a cara de perro con Yanis Varoufakis, el ministro griego, persona de fuerte fundamento académico y gran conocedor de la economía. De Guindos, sin embargo, lo tiene muy fácil: basta que actúe como están haciendo ahora los representantes españoles encabezados por Rajoy: como mastines de Merkel, para recibir las caricias correspondientes y algún huesecillo. Esta es la baza de De Guindos. Será aplaudido por sus colegas del Eurogrupo y recibirá el toquecito en el lomo de la canciller alemana. No hace falta saber mucha economía para esto; de ahí la elección de Luis De Guindos, siempre en el lugar apropiado.

Carles Manera es catedrático de Historia Económica de las Islas Baleares y exconsejero de Economía en el Gobierno Balear.

Hay 3 Comentarios

La causa fundamental de todas las crisis ha sido y es la avaricia económica de los que controlan la economía y el poder. Parecen olvidar la historia de las guerras y las revoluciones que ha padecido el mundo. La política de Merkel es una variante de la política de Hitler, A nadie engaña, salvo a los ignorantes. Está claro que por esa vía Europa se enfrenta a su auto-destrucción con efectos catastróficos para el orden político y social.

Yo de economías no entiendo casi ni de la mia, pero peliculas de mafias me he visto casi todas, y esto es una de esas. ¿Crisis? ¿de que? de valores.
De proteger aquello de "los mercados", los inversores y en definitiva los que tienen el dinero en contra de los otros.
Lo ha dicho hasta el Papa de Roma. Lo primero sería terminar con los paraísos fiscales y la banca como escondrijo que conocemos. Luego revisar los nuevos ricos y pedir justificantes de sus firtunas....
Pero para empezar dejar ya de hablar de crisis cuando esto es una estafa desde el principio.

Hasta el momento la UE ha desembolsado 255.000 millones de euros para rescatar a la economía griega sin que se haya producido la verdadera reforma socioeconómica que Grecia necesita. Han pasado ocho años desde el inicio de la gran recesión, cuatro desde el primer rescate, dos desde el segundo, y el presupuesto griego sigue en déficit, la deuda pública representa el 175% del PIB, los salarios son un 30% superiores a los polacos y la tasa de paro dobla la existente en 2010.

El analista del Instituto Juan de Mariana Manuel Llamas ha publicado un artículo recientemente con los increíbles despilfarros y vicios de la economía griega. Les invito a leerlo pero he aquí un resumen:

Los políticos griegos ocultaron su déficit público real durante años. Cuando el nuevo gobierno de Atenas llegó al poder en 2009, se encontró un agujero fiscal equivalente al 14% del PIB, frente al dato oficial del 3,7% comunicado a Bruselas. El anterior Gobierno presidido por Yorgos Papandreu reconoció que Grecia mintió en las cifras de déficit y deuda para entrar en el euro y, por tanto, ofreció datos falsos hasta 2009.
Las entidades financieras se cargaron de deuda pública helena durante los años de la burbuja para financiar el enorme y suntuoso gasto de los distintos gobiernos. Por ello, la banca griega entró en quiebra cuando se aplicó una quita del 50% sobre los bonos helenos en manos de los acreedores privados en 2011, tras acordar el segundo plan de rescate con la troika.
Más de la mitad de la economía griega dependía, de una u otra forma, del maná esta-tal, creando así una gran estructura clientelar a base de enchufes, corrupción y sub-venciones. Por ejemplo, Grecia, el gran referente de la izquierda radical, era el país de la UE que más dinero destinaba a gasto militar antes de la crisis, con una media superior al 4% del PIB, y los funcionarios de Grecia llegaron a ganar de media más de 70.000 euros al año frente a los 55.000 euros de Alemania.

Los ingresos operativos de las empresas públicas apenas rondaban los 100 millones al año, mientras que sus gastos alcanzaban los 700 millones.

Hasta el estallido de la crisis, los griegos se podían jubilar con poco más de 61 años, cobrando casi el 96% de su sueldo, siendo uno de los sistemas de pensiones públicas más generosos (e insostenibles) de la UE.

Grecia también destaca por liderar todos los indicadores de evasión fiscal a nivel europeo. Antes de la crisis, uno de cada cuatro trabajadores no pagaba nada en im-puestos, de modo que las arcas públicas dejaban de ingresar entre 15.000 y 20.000 millones de euros al año.
Grecia fue el país que más recurrió a la deuda pública durante la época de burbuja y, por ello, su factura anual en el pago de intereses superó, hasta el segundo rescate a Grecia, el 12% de los ingresos públicos (en 2011, antes del rescate alcanzó, el 17%), mientras que en Alemania dicha factura se ha mantenido estable en el 6% de todos los ingresos públicos.

En fin, y aún se atreven los chicos de Syriza a reclamar una quita de la deuda adu-ciendo que la Alemania recién salida de la guerra fue favorecida por algo parecido. Lo cierto es que las ayudas percibidas por ese país, incluido el Plan Marshall supu-sieron el 20% de su PIB, mientras Grecia ha recibido hasta el momento el equivalente al 76% del suyo. Por añadidura, el Gobierno Adenauer-Erhard, antes de llegar a ese acuerdo con sus acreedores, estaba embarcado en una estrategia de disciplina presupuestaria, de liberalización de los mercados y de reforma institucional, es decir, en una política antitética a la preconizada por Syriza.

Las mínimas reformas efectuadas por Samaras han propiciado ya la vuelta de Grecia a la senda del crecimiento. Las deudas contraídas por los griegos están además, gracias al apoyo del resto de los socios europeos, entre las de más lejano plazo de vencimiento ( 16 años de media; 10 años más que Alemania y España) y entre las que menores intereses pagan ( menos incluso que Alemania): en 2011, Grecia estaba obligada a pagar unos intereses equivalentes al 7,3% de su PIB, con diferencia la carga más alta de Europa y difícilmente sostenible; con la reestructuración de su deuda pública, orquestada por la troika en 2012, ha conseguido rebajar su losa de intereses al 4% del PIB.
El problema de Grecia no es el simple crecimiento o el peso de la deuda sino la muy baja competitividad, que condena al país heleno a una permanente dependencia de la generosidad europea. Con un sector público ineficiente, cuyo tamaño quiere Syriza todavía engrosar sin elevar su productividad, con un gasto corriente descomunal que los chicos de Tsiripas quieren aumentar todavía más hasta acabar, como mínimo, con el superavit primario tan trabajosamente conseguido, las propuestas del patrioterismo de los extremistas de izquierda y derecha que hoy gobiernan menos del 2% del PIB europeo no sólo deben sonar irresponsables a los socios que han venido soportando hasta la fecha los dispendios y trapacerías griegas sino incluso una burla torpe a la solidaridad y la paciencia mostrada por el resto del continente.
Grecia sólo tiene dos opciones: o se aviene a respetar el memorandum de entendimiento que garantiza la entrega del último rescate europeo (y acaso los que estuvieran por venir) o escupe en la mano que le da el dinero de los europeos que no despilfarraron lo que no tenían y, con orgullo digno de mejor causa, se resiga a repartir la pobreza de los que queden para cantar loas al Chávez de El Pireo. Si es lo primero, los griegos habrán hecho “un pan con unas tortas” porque la “austeridad” seguirá vigente hasta que se realicen las reformas necesarias para dar a la economía griega una apariencia medianamente europea; si es lo segundo, conseguirán el alto honor de la escasez general, el empobrecimiento colectivo y la mendicidad extremo-oriental (rusa o china).


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