VICENTE PALACIO
El presidente venezolano Nicolás Maduro no lo tiene fácil. Resulta que aquel presunto eje del mal - Miami-Madrid-Bogotá - que se cernía sobre la revolución bolivariana, no existe. Lo que se ha visto en Panamá en la Cumbre de las Américas es que para Obama, Raúl y Maduro, el verdadero eje que va a determinar el resultado de esta partida es el de Miami, La Habana y Caracas.
Y ahí nadie está del todo cómodo. La situación tiene mucho de alta política, pero también un punto de culebrón. Hay formalismo, histrionismo, contentos y descontentos a cada bandazo. De momento no ha aparecido ningún graffiti en el malecón de la Habana con un beso entre Obama y Raúl Castro (al estilo de aquél memorable entre los comunistas Breznev y Honecker). Pero seguro que la guasa cubana nos dará una sorpresa pronto. Es curioso que mientras Raúl se Obamiza, como en un tímido idilio primaveral, Maduro se Fideliza y endurece el discurso. ¿Y entre La Habana y Caracas? Continúa un importante trueque de médicos por petróleo, aunque a la baja. Y el suministro de discurso anti-imperialista de La Habana se agota por momentos. Caracas hace tiempo que se ha convertido en una patata caliente incluso para sus mentores caribeños.
Hay que mirar bien qué está pasando en Estados Unidos. De un lado, el aumento de los partidarios del fin del embargo parece imparable entre los cubano-americanos, especialmente Demócratas, independientes, y sobre todo los jóvenes. La mayoría de éstos van a aplaudir rabiosamente la decisión de Obama de sacar a Cuba de la lista de países terroristas del Departamento de Estado. Esos porcentajes favorables a todo el proceso de apertura muy seguramente van a aumentar rápido.
Pero al mismo tiempo, la emigración venezolana en Estados Unidos plantea incógnitas. Ésta creció exponencialmente hasta alcanzar 250.000 mil personas, de las cuales casi la mitad reside en La Florida. La mayoría de los que están llegando a La Florida y a Miami son antichavistas: grandes empresarios y muchos profesionales huyendo en busca del sueño americano. Se concentran en enclaves del sur de La Florida, y van ocupando alcaldías o medios de comunicación que mantienen una línea dura hacia el régimen. Incluso pueden verse chavistas no-maduristas haciendo business por Miami y alrededores. Pero pese a ello, hay que evitar la paranoia de una nueva diáspora “a la cubana”. Para Washington, la comunidad venezolana es poco relevante electoral y políticamente, si se compara con otras comunidades hispanas como la cubano-americana, y no digamos la mexicana.
De todos modos, si quiere obtener buenos resultados de todo esto, Obama se lo tendrá que poner más fácil a La Habana, cambiando su estrategia respecto a Caracas. Ya lo está haciendo, y también está rebajando el tono: como prueba, la providencial visita a Maduro del bueno de Tom Shannon, gran conocedor de todo lo venezolano, y que como Consejero en la Embajada norteamericana entre 1996 a 1999 fue testigo del ascenso de Chávez. La torpeza de señalar a Venezuela como “amenaza a la seguridad nacional” – que quizá pretendía desviar la atención de los Congresistas contrarios a la normalización con Cuba – fue rectificada a tiempo y se salvó la Cumbre.
Obama ha entendido que Venezuela no debe convertirse por años - o peor, décadas - en la nueva manzana de la discordia de las Américas, y que no conviene engordar artificialmente una diáspora venezolana en Florida que podría dar un pretexto a malas prácticas por parte de Caracas. Se está en la línea de llamar al diálogo, exigiendo garantías procesales y respeto a las libertades de los opositores, y fijando unas elecciones parlamentarias limpias. Una diplomacia paciente, y no una máquina propagandística para cambiar el régimen. Posiblemente en Washington queda bastante sentido común y, como en el caso cubano, se va a priorizar la estabilidad y los cambios graduales. También Madrid debería mantener la calma, apaciguar estos nervios típicos de cambio de época, y mostrarse constructiva.
Después de Panamá, las Américas tienen por delante reinventarse un nuevo discurso. Hay que evitar nuevos enfrentamientos estériles: UNASUR y CELAC frente la OEA, Amnistía Internacional o Human Rights Watch; o presidentes frente a expresidentes. Un continente no se puede bloquear en torno a un país como Venezuela, con una economía diez veces menor que la brasileña y una población siete veces menor. Hay que salir de ahí rápidamente. Como Obama hizo en un espectacular discurso en la Cumbre, todos tienen que reconocer sus errores. Existe la oportunidad de construir una América de los derechos civiles y políticos, del bienestar económico y la lucha contra la pobreza y la desigualdad. Los protagonistas aún están a tiempo de rectificar.
* Vicente Palacio es director adjunto del Observatorio de Política Exterior de la Fundación Alternativas.
Hay 1 Comentarios
Ayer este periódico recogía una declaración del gobierno de EEUU referente a que el gobierno de México era incapaz de controlar su propio país… en especial en toda una serie de estados… Es decir que México va camino de ser, si no lo es ya, un ESTADO FALLIDO que se une a otros en la región…
Tal vez sería el momento indicado de negociar un acuerdo mutuamente beneficioso con aquellos países que todavía tienen ESTADO… si es que, de verdad, se quieren arreglar las cosas….
Publicado por: casla | 19/04/2015 11:42:12