Grecia y el euro: ¿Fin de partida?

Por: | 10 de julio de 2015

Doménec Ruiz Devesa

EuroblogelpaisEl 9 de julio de 2015 Grecia presentaba su penúltima propuesta de ajustes a los acreedores tras la resaca del referéndum, ganado con rotundidad por el gobierno de Tsipras. El plan del gobierno griego es en conjunto muy parecido al que presentara in extremis el presidente de la Comisión Europea el 28 de junio con la finalidad precisamente de llegar a un acuerdo que evitara la consulta, o por lo menos que se realizara sobre la base de un texto respaldado por Atenas. En algunos aspectos, la propuesta incluso va más allá, al incluir medidas en fiscalidad y pensiones con carácter inmediato. El Eurogrupo y el Consejo Europeo durante el fin de semana evaluarán la oferta, y si es aceptada se pondría fin, al menos de momento, a la fase agónica de la crisis de la deuda pública griega.

Entretanto, el sistema bancario del país se encuentra al borde del colapso, con la línea de liquidez de emergencia del Banco Central Europeo limitada a un máximo de 89.000 millones de euros, prácticamente agotada, mientras los controles de capitales se mantienen sine die.

En este sentido, Alexis Tsipras ha logrado reforzarse políticamente, sobre todo internamente, pero a costa de la estabilidad del sistema de crédito y pagos, y por tanto poniendo en riesgo evidente la pertenencia de Grecia a la Eurozona. 

Entonces ¿Ha merecido la pena el referéndum? A bote pronto habría que concluir que para este viaje no hacían falta tantas alforjas. Al final la espada de Damocles del colapso financiero y la consiguiente salida del euro ha obligado a Grecia a aceptar de todos modos un nuevo programa de asistencia financiera fundamentalmente basado en la filosofía de los ajustes, si bien atemperada con relación a los dos rescates previos. Tsipras y Varoufakis contaban con ganar el juego de la gallina: Alemania en última instancia no consentiría la quiebra de la unión monetaria, por lo que acabaría cediendo a las demandas helenas.

Sin embargo, el hastío por las tácticas negociadoras de Varoufakis, y el rebote que ha causado la convocatoria del referéndum por Tsipras en los germanos, no permitía suponer un comportamiento racional por su parte. Más al contrario, en un determinado momento era evidente que el sector más conservador de la derecha europea buscaba activamente expulsar por la vía de hecho a Grecia del euro.

En cambio, Tsipras organizó una campaña electoral dejando bien claro que estaba dispuesto a no pagar la deuda (verbigracia, el impago al FMI el 30 de junio) pero no a salir del euro. De esta manera reveló que en realidad la integridad de la moneda única era una línea roja para Atenas más que para Berlín.

Ahora bien, la oferta de Tsipras incluye un elemento central que le podría dar cobertura ante el ala izquierda de Syriza, de ser aceptado por los acreedores, cual es un compromiso de revisar la sostenibilidad de la deuda pública griega con vistas a aliviar su peso. No se tratará de una quita simple, prácticamente imposible de aceptar por el resto de la Eurozona, pues el titular de la deuda es ahora el contribuyente europeo, sino de una mejora de las condiciones financieras: rebaja en los tipos de interés, plazos de amortización más largos, etc.

Todo apunta por tanto a que el acuerdo el domingo es posible sobre la base de cesiones mutuas que permitan a ambas partes poder declararse ganadores antes sus opiniones públicas: por un lado Grecia acepta recortes y subidas de impuestos adicionales, y sobre todo más inmediatas a las ya conocidas, y por otro el Eurogrupo cede al incluirse el compromiso sobre la puesta en marcha de medidas de alivio de la carga de la deuda pública, apoyado además por el FMI y los Estados Unidos.

Si al final hay acuerdo el 12 de julio, como sería deseable por el bien de la integridad de la Eurozona y  el futuro del proyecto de construcción europea, es conveniente no caer en la celebración épica de una Europa capaz una vez más de lograr evitar el desastre desde el borde del precipicio. La gestión de la crisis de la deuda pública griega por el Eurogrupo, una no-institución europea que no representa el interés general europeo, ha sido un fracaso inapelable. La principal lección a extraer es que no se puede seguir fiando las soluciones a la Europa intergubernamental, operando al margen de las instituciones comunes y el Derecho comunitario, y marginando al Parlamento Europeo. Por tanto, lo verdaderamente urgente, además de solventar la cuestión griega, es completar la unión monetaria con la unión fiscal, financiera, y en última instancia política. La Europa federal es ya inaplazable.

Doménec Ruiz Devesa es consultor y colaborador del Observatorio de Política Exterior (OPEX) de la Fundación Alternativas

Hay 4 Comentarios

El problema de Grecia no es la deuda, que ya ha sido reestructurada anteriormente y cuya solvencia la gestión de Syriza ha empeorado, sino de competitividad. Un país que no puede generar ingresos suficientes no ya para pagar sus deudas sino para sostener sus gastos está abocado a una permanente dependencia de la generosidad europea. Las reformas en que tanto insiste la Troika tienen por objeto que Grecia modernice y haga más eficiente su economía porque si no se consigue esto volverá a ocurrir lo que ahora está sucediendo: nueva acumulación de deuda y nuevas tensiones con el mecanismo de cambio europeo.
Las deudas del Estado Heleno no han sido forzadas por nadie. El duradero desajuste de las cuentas públicas se ha superpuesto a una lluvia de fondos estructurales y de cohesión que han regado el Peloponeso y el Egeo desde que se implementaran tales mecanismos de solidaridad. Año a año, Grecia ha venido, sin embargo, incurriendo en déficits que no han ido mejorando sino empeorando desde el año 2000 y, consecuentemente, ha incrementado de forma constante su deuda per capita.
http://www.datosmacro.com/paises/comparar/grecia/espana?sector=Deuda+p%C3%BAblica+per+capita+en+EUR&sc=XE12#tbl
En 2012, se aprobó una quita de la deuda helena que afectó a más del 84% de los acreedores privados que habían comprado bonos del Tesoro griego. Aquella operación supuso el perdón de 100.000 millones de euros, con pérdidas finales que llegaron al 78,5%. El acuerdo entre Bruselas y Atenas ha ahorrado al Estado heleno el 49% del PIB. Grecia es ahora uno de los estados europeos que menos intereses paga y que tiene mayor plazo de vencimiento de sus títulos.
En definitiva, la cuestión no es que los podemistas de Syriza hayan desbaratado la incipiente recuperacion que recibieran de la derecha griega, como dicen los informes del FMI, y que ello ponga sobre la mesa la necesidad de nuevas reestructuraciones sino que la negativa –explícita o subrepticia- a realizar reformas de calado en la política de gasto ha acabado por colmar la paciencia de los contribuyentes netos de la Unión.



Los valores de la Unión Europea son suficientemente enunciados, pero a la vez, no lo bastante aplicados de manera seria y consecuente. El ejemplo que lo demuestra, de manera perfecta es el caso Griego, donde las circunstancias hacen que el argumento del pago de las deudas, apisone todo lo demás y convierte esos valores, casi, en letra muerta.
http://europa.eu/scadplus/european_convention/objectives_es.htm


Los valores que, supuestamente, nos hemos dado son el respeto a la dignidad humana, libertad, democracia, igualdad, Estado de Derecho y respeto a los derechos humanos.
Según el artículo I58, la violación de esos valores puede dar lugar a la suspensión de los derechos de pertenencia de un Estado miembro a la Unión.
Rigurosamente hablando, podrían quedar suspendidos ahora mismo como Estados miembro, Alemania y a Bélgica, además de otros, debido al estado de postración económica en que está quedando Grecia. Una postración, que a lo largo de los años, ha demostrado sobradamente, originarse por condiciones impuestas que no conducen a ninguna recuperación de la capacidad de crecimiento, de ese país. Y que a pesar de ello se insiste, increíblemente, en esas mismas recetas fallidas. El neoliberalismo, quiere vender cara su huida hacia ningún sitio. Ya sabemos que todo esto, no es una cuestión de dinero.


Además, como dice Torreblanca, la imposición de esos valores citados requiere la autoridad de un Estado, que en el caso de comunidad Europea, son los organismos supranacionales de la propia UE.
Es decir, los mismos que a la vez, son los violadores de esos valores.
La legitimidad democrática que las referidas autoridades podrían ejercer a través de los valores de la UE, tampoco está debidamente sustentada por una Constitución Europea, que haya sido aprobada por las poblaciones de todos los países de la UE.
De ahí que dichos valores sean “tan inestables y temporales como la correlación de fuerzas entre los que imponen los valores y los que se ven obligados a aceptarlos”.


En este caso, el ejercicio de una política democrática requiere que el peso de las posiciones de los países más inhibidos económicamente o de menor población sea paritaria a la de aquellos miembros más poderosos.
Alemania y otros, deberían aceptar un enfoque más sano, y que el sentido de la responsabilidad que ellos demandan a Grecia, sea practicada por ellos mismos de manera autenticamente democrática y con una mentalidad más abierta. De lo contrario, los valores que “emerjan de la pura coacción” harían inviable una verdadera comunidad. Países como Alemania, se alejan de la confianza de la ciudadanía comunitaria. Con los Ingleses, ya son dos.
De momento, la UE tiene un muy grave reto de sostenibilidad de principios y valores, debido a la distancia entre sus plausibles aspiraciones teóricas y su capacidad de hacerlas efectivas.
Es algo sabido que neoliberalismo y la democracia son antagónicos
Ese reto, tiene tan extensas y profundas connotaciones que puede determinar, en el largo plazo, la diferencia entre la realización del proyecto comunitario, o su disolución.

Tsipras convocó un referendum para que los ciudadanos griegos rechazaran la última propuesta europea y sus nuevos recortes de gasto. Después de que los ciudadanos helenos dijeran el “no” que el gobierno pedía, ahora el gobierno dice “sí” a lo que el pueblo denegó. Acaso el pueblo griego no sabía lo que votaba o puede que el gobierno podemista de Atenas supiera que importaba poco lo que saliera del referendum porque quien controla el medio controla el mensaje y quien controla el mensaje controla la contradicción y, así, un mandato para decir “no” puede ser transformada en un “sí” por la decisión del Ejecutivo de Syriza en tanto el “digo” que fuera “diego” suene de manera diferente a la hora del “prime time”, más rebelde y tal.
En el fondo, qué más les da a los pobres mindundis que hacen cola en los cajeros si se quedan contentos con el orgullo nacional bien maquillado y una sopa boba renovada por otros tres años. En fin, lo cierto es que a Pablo I. Tsiripas le “hizo la cobra” en el Parlamento Europeo porque el telepredicador comato se empieza a convertir en unos de esos personajes tóxicos que se creen sus propias mentiras, maquillajes y despropósitos con la misma ligereza con la que sobrevuelan contradicciones y banalidades populistas.
Grecia ha entrado de nuevo en recesión, la creación de empleo se ha revertido y la sostenibilidad de la deuda, que parecía consolidadada con el anterior gobierno, ha pasado a requerir de un tercer rescate así como la adopción inmediata de nuevas medidas de ajuste, todavía más duras. Syriza= Ineptitud=Podemos (empeorar), sin contradicción posible: pura aporía.
¡CUÁNTA RAZÓN TENÍA JUNCKER!

Tan preocupante como la crisis griega, es la caída de la cotización del euro. Ya estamos por debajo del dólar. Y aunque este hecho debiera impulsar nuestras economías, no estamos viendo un aumento de las exportaciones.

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