Aurora Nacarino Brabo
José Antonio Pérez Tapias publicaba recientemente un artículo con un título muy gráfico: La socialdemocracia rendida. En él, el profesor y político del PSOE se mostraba muy crítico con la actitud de los líderes europeos ante la crisis griega, y se lamentaba de que las voces socialdemócratas hubieran sido acalladas por la “ortodoxia neoliberal” imperante. Para Tapias, la socialdemocracia se encuentra secuestrada por el “sistema capitalista”, y defiende las tesis de Habermas que urgen a la “recomposición del socialismo”. El miembro del Comité Federal del PSOE es especialmente duro con la actuación de la Troika, a la que califica como “irresponsable”, “insensible” e “injusta” con los depauperados griegos, mientras defiende el talante democrático de un Tsipras que sí busca el respaldo de la ciudadanía.
Tiene toda la razón el profesor Tapias para estar insatisfecho, y hasta indignado, con la situación política que atraviesa la Unión Europea. El proyecto común se encuentra en un impás peligroso que nos aleja del sueño de un continente federal, y ha puesto de manifiesto que, por decirlo con Marx, hemos construido un demos europeo “en sí”, que aún dista mucho de cobrar conciencia “para sí”.
Y creo que aquí radica la clave del asunto, y no en la rendición socialdemócrata de la que escribe Tapias. El problema que plantea su texto es que parte de una premisa a mi juicio cuestionable: la que identifica a Syriza con la socialdemocracia, en oposición al conjunto de la Unión Europea, entregada al neoliberalismo.
A la hora de formar gobierno, Tsipras buscó como aliado a un partido con el que compartía el rechazo a los planes de la Troika, Anel, que es además (y esto no puede ser una anécdota), una formación de derecha nacionalista. La alianza no respondió, pues, a la persecución de los valores de la socialdemocracia, sino a la culminación de los intereses políticos de Syriza.
Por otro lado, la historia y las matemáticas, que son muy tozudas, nos obligan a poner en cuarentena la idea de una Unión Europea entregada al neoliberalismo. Desde que terminara la Segunda Guerra Mundial, el modelo nacional que ha imperado en nuestro continente es el estado del bienestar, que podemos considerar como la mayor aportación de la socialdemocracia a la política, con permiso de Bismarck. Este modelo no ha estado en cuestión en ningún momento, aun cuando la alternancia democrática lleva el mando a gobiernos conservadores con frecuencia.
Del mismo modo, la caída del Muro de Berlín no significó la claudicación del socialismo, sino, más bien, la constatación que ya avanzó Fukuyama: que el futuro lo escribirían la democracia y el libre mercado, tal como viene defendiendo la socialdemocracia desde Bernstein y la Sociedad Fabiana británica.
Y los datos económicos de 2014 nos obligan a un ejercicio de honestidad intelectual: en la Unión Europea, a la que Tapias acusa de venderse al neoliberalismo, el gasto público medio sobre el PIB es del 48,1%. Países como Finlandia, Dinamarca o Francia alcanzan cotas muy cercanas al 60%. Y España, a la cabeza de la UE-28 en déficit fiscal, tampoco parece que pueda ser considerada un buen ejemplo de austeridad. No encontramos, por tanto, argumentos que nos conduzcan a la conclusión de que el modelo socialdemócrata haya fenecido.
La crisis que atraviesa la Unión Europea en estos momentos no denota una derrota de la socialdemocracia. Lo que sí hace es poner de manifiesto que continuamos instalados en el intergubernamentalismo que aboga por la cooperación al mismo tiempo que reclama el mantenimiento de la soberanía y la defensa de lo nacional; frente a las tesis que abanderan la integración federal.
Lo que estamos viendo no es más que la persecución racional de los intereses de los distintos actores. Tsipras no podía plegarse sin más a las exigencias de la Troika porque los ciudadanos y sus socios de gobierno le habían dado el mandato de negociar mejores condiciones para Grecia. Someterse a las indicaciones europeas habría desatado una crisis doméstica que habría puesto en peligro su continuidad al frente del gobierno.
Pero recordemos que Tsipras no es el único primer ministro que se debe a su constituency, a su electorado. También Merkel tiene que ganar elecciones. Todos los actores en esta crisis tienen intereses electorales y nacionales que conjugar con el proyecto comunitario, y de la resolución de este juego de equilibrios dependerá el futuro de Europa. No existe una socialdemocracia unívoca, del mismo modo que no existe un demos europeo unívoco. Lo que encontramos son distintos partidos y distintos electorados con intereses diferentes (y a menudo contrapuestos). Los intereses de los votantes alemanes son tan legítimos como los de los griegos, pero también son encontrados. Si los griegos están hartos de sus penurias económicas, los alemanes están cansados de financiar países insolventes. Y esta situación no tiene un encaje democrático fácil.
Dice Tapias que le habría gustado que Zapatero hubiera convocado un referéndum sobre la reforma del artículo 135 de la Constitución en 2011, en lugar de mostrarse tan crítico ahora con Tsipras por someter a votación el plan de la Troika para Grecia. Yo me pregunto a cuántos españoles les gustaría verse en la piel de los griegos, que tantas felicitaciones reciben estos días por su ejercicio de democracia directa. En el país heleno, sostienen, “ha ganado la democracia”. Suele coincidir, sin embargo, que quienes afirman esto lo hacen desde el sofá y la seguridad de sus casas. Muchos ven en Grecia un laboratorio para realizar pruebas controladas de las que ellos no querrían formar parte. Ya se sabe: los experimentos, mejor con gaseosa. O con yogur griego.
Aurora Nacarino Brabo. Doctoranda en CC Políticas en la Fundación Ortega y Gasset
Hay 4 Comentarios
No creo que la moneda única pueda mantener una unión entre pueblos. Los lazos se romperán cada vez que el sistema económico entre en crisis. Cual ha sido la tendencia a crisis de este tipo ha través de los siglos y en particular en últimos tres? Cual han sido sus consecuencias en la estabilidad política y social de los pueblos/naciones? Como ha cambiado el mapa geopolítico del mundo? Respetuosamente y con deseos de entender para vivir mejor.
Publicado por: Augusto | 08/07/2015 23:32:24
Al margen de lo que ciertas figuras que hemos conocido por su adhesión a la socialdemocracia se hayan "acomodado", lo cierto es que, quien está hundiendo la UE y toda Europa es el Neo-Liberalismo cuyas recetas fueron probadas en otras geografías. Lo ocurrido en 2008 en el mismo corazón de Wall Street no fue una pura coincidencia. Fue una rapiña a nivel internacional planificada por ese 1% que nos lleva de las narices al 99% restante. Tenemos muchos botones de muestra y de todos modos la suerte ya está echada.
Publicado por: bergante | 08/07/2015 22:50:32
Me parece que al autor del artículo se olvida de mencionar una parte importante del problema: Si la Troika como actualmente se dice, perdonara a Grecia sus deudas o una parte de millardos de euros , la lógica continuación sería, que otros paises exigieran tal comportamiento de la parte de Europa para ellos mismos. No solo la Merkel, también hay otros dignatarios europeos que exigen a los griegos seriedad y cumplir sus compromisos.
Publicado por: Pablo Antón | 08/07/2015 16:23:32
"La crisis que atraviesa la Unión Europea en estos momentos no denota una derrota de la socialdemocracia."
Es cierto. Sus lideres ya la vendieron antes por el calor de un sillon en el consejo de admnistracion. Pero sigamos dorando la pildora y disfrazando la realidad.
Solo por poner un ejemplo, mira para quien estan trabajando ahora los lideres mas destacados de la socialdemocracia europea en las ultimas decadas:
- Tony Blair - cobrando sin pudor de dictaduras
- Felipe Gonzalez - Gas Natural
- Gerrard Schroeder - Gazprom
- Bettino Craxi - corrupto demostrado que murio en el exilio
Seguimos?
Publicado por: Inigo | 08/07/2015 12:46:54