CARMEN MÚGICA
El proyecto de reforma financiera emprendido por la Unión Europea tras el estallido de la crisis en 2008, ha venido experimentando diferentes avances. El más significativo hasta la fecha se produjo en 2012, cuando los gobiernos nacionales de los 28 estados miembros decidieron reunirse para formular un marco común de regulación y supervisión bancaria: la Unión Bancaria. Sin embargo, la comisión Juncker ha decidido ir más allá y embarcarse en un nuevo proyecto, que puede calificarse cuanto menos de ambicioso: formar una Unión de Mercados de Capitales en la Unión Europea. La intención de este proyecto es crear un mercado de capitales europeo fuerte y estable, que proporcione financiación al sistema complementariamente al sector bancario.
En Febrero de este año la Comisión decidió publicar un libro verde explicando la idea, con la intención de que los diferentes interesados pudieran transmitir sus objeciones y sugerencias. Hace poco más de un mes que expiró el plazo para expresar opiniones y actualmente dicho organismo está trabajando en la elaboración de un plan de acción que será presentado en septiembre. Jonathan Hill, el comisario europeo de Estabilidad Financiera, Servicios Financieros y Mercados de Capitales de la Unión, ha recalcado en numerosas ocasiones la importancia y los beneficios de este proyecto, que deberá estar completado para 2019.
Los beneficios de la creación de una unión de mercados de capitales para los 28 estados miembros están claros. Las empresas tendrán mayor acceso a numerosas vías de financiación y no serán tan dependientes del crédito bancario, que tanto se ha restringido tras la crisis, para financiarse. Además, el desarrollo de un mercado de capitales común y sólido aumentará la atracción de inversores extranjeros y promoverá una mayor estabilidad financiera. Por lo tanto, la puesta en práctica de este proyecto contribuirá al crecimiento de la Unión Europea y a su estabilidad.
En el caso de España, la creación de un mecanismo que permita un mayor acceso a la financiación empresarial, favorecería enormemente a la masa productiva de nuestro país. La dependencia de las empresas españolas y de las PYMES en general del crédito bancario es de las más altas de la Unión Europea. Casi el 90% de las empresas españolas dependen de la financiación bancaria para desempeñar su actividad. Además, según los datos de la UE, en España sólo el 40% de las PYMES que solicitan un préstamo bancario lo consiguen, mientras que en Alemania el porcentaje oscila alrededor del 80%. Según el informe semestral del Banco Central Europeo sobre el acceso de las PYMES a la financiación, las condiciones generales con que se encuentran las empresas para acceder al crédito bancario han mejorado notablemente en los dos últimos años. No obstante, la incapacidad del sistema bancario para abastecer a todo el sistema económico europeo resalta la necesidad de buscar nuevas alternativas de financiación.
Sin embargo, existen diversos elementos que, de no ser tenidos en consideración, podrían obstaculizar la creación de dicha unión de mercados de capitales europea. En primer lugar, el desarrollo de este proyecto se basa en el principio de la liberalización de las barreras presentes en los mercados de capitales nacionales europeos. Este principio parece contradecirse con la estrategia de aumento de la supervisión y control del sistema financiero europeo que se decidió adoptar tras la crisis. Además, este proyecto revivirá el tan problemático y temido sistema de derivados que ha facilitado el desarrollo de burbujas financieras. Por último, varias barreras estructurales como la heterogeneidad de los regímenes fiscales para los instrumentos financieros, las diferentes legislaciones en torno al derecho de posesión de títulos financieros y las divergencias entre los regímenes nacionales sobre insolvencia en la Unión Europea entre otras, hacen que el plan propuesto por la Comisión deba someterse a revisión.
En conclusión, la creación de una unión de mercados de capitales europea fomentará la estabilidad y la competitividad en la Unión Europea. Además, las empresas europeas necesitan nuevas formas de financiación alternativas al crédito bancario, como las que ya existen en Estados Unidos. Sin embargo, la implementación de este proyecto también conllevará un incremento de la desregularización y de la incertidumbre, que tanto se han tratado de minimizar tras la crisis económica. En el caso de que este proyecto llegue a desarrollarse, es responsabilidad de los gobiernos nacionales y de las instituciones europeas trabajar para la creación de un marco definido y seguro de actuación e implementación.
Carmen Múgica, Master en Relaciones Internacionales en el Instituto de Empresa y colaboradora de la Fundación Alternativas.
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