CARLOS CARNERO (*)
Imagen del Seminario sobre la relevancia de los Think Tanks celebrado en la Fundación Alternativas
Para salir de la crisis política, económica, social y cultural que vive el conjunto del Planeta (en cada continente y en cada país con características específicas, desde luego, pero con grandes tendencias de fondo compartidas por todos) es preciso gobernar la globalización.
Sin embargo, esa afirmación, casi un lugar común a principios de siglo, cuando la tormenta financiera de 2008 –con sus consecuencias posteriores de ausencia de crecimiento, desempleo y desigualdad- ni siquiera se imaginaba, se ha ido olvidando poco a poco, precisamente cuando los acontecimientos han hecho patente su acierto.
Puede que a ello haya contribuido la escasa voluntad política para crear instancias de gobierno mundial o fortalecer y mejorar las estructuras existentes para que actuaran como un remedo del mismo. O quizás la sensación de que es casi imposible conseguir el objetivo no ya de gobernar, sino al menos de orientar la globalización.
Pero la necesidad sigue existiendo y éxitos –aunque sean relativos, como la Cumbre de París sobre el Cambio Climático- ponen de manifiesto que, cuando hay ideas y determinación suficientes, pueden alcanzarse resultados positivos.
Las medidas para conseguirlo dependerán de los decisores públicos (gobiernos, parlamentos, incluyendo nuevos sujetos políticos como la Unión Europea, las organizaciones internacionales) y privados (multinacionales, agentes sociales). Pero no se adoptarán si no hay presión social y propuestas basadas en análisis rigurosos y formuladas en tiempo real que demuestren que es posible hacerlo.
Esa es una de las principales razones de ser del trabajo de los Think Tanks (TT) o centros de pensamiento, dicho en castellano.
De ahí la importancia de conseguir que las alternativas elaboradas por los TT estén conectadas con la realidad, enmarcadas en la vida colectiva de la ciudadanía y orientadas a facilitar e influir en la toma de decisiones de quienes están al frente de lo público y de lo privado.
Miles de TT pueblan hoy el Mundo entero y han comenzado a compartir experiencias y propuestas, gracias a las nuevas tecnologías de la información y la comunicación y al esfuerzo de la Universidad de Pensilvania a través de un programa tan ambicioso como visionario que dirige el Profesor James McGann.
Un año más, Pensilvania ha hecho público el Índice Global de Think Tanks en su edición de 2015, que analiza y mide el impacto de los TT en todo el Planeta a través de un proceso de nominación y selección complejo y representativo en el que participan activamente 4.750 expertos independientes (decisores, periodistas, profesores, analistas, donantes).
Lo menos importante del Índice es si se gana el oro, la plata o el bronce –aunque siempre sea ilusionante salir bien parado, como es el caso en España de la Fundación Alternativas (que solo en tres años ha pasado de figurar como el 74 mejor TT de Europa a situarse como el 40, avanzando 34 puestos entre los 1.800 centros de pensamiento analizados en el continente, figurando además entre los primeros del mundo, entre los casi 7.000 monitorizados en todos los continentes, en cuatro categorías: mejor idea o paradigma, mejor gestión, mejor uso de redes sociales y mejor relación con otros TT), CIDOB y el Real Instituto Elcano-.
Porque lo más relevante del Índice ha sido la capacidad de organizar en torno al mismo una red de TT que se reúne anualmente en los niveles mundiales y regionales, conformando una fuerza de empuje que multiplica la de cada centro por separado.
Es decir, los TT han entendido la necesidad de pensar en términos globales para demandar que se gobierne la globalización. Y eso, sin duda, es una buena noticia.
(*)Carlos Carnero es Director Gerente de la Fundación Alternativas.