(*) SANTIAGO DÍAZ DE SARRALDE
Primera reunión de la Junta de Portavoces del Congreso de los Diputados
Dos meses después, el dinosaurio todavía estaba allí. Y lo peor es que ni siquiera parece que hayamos despertado. Los electores han expresado sus deseos con una riqueza de matices e información inédita en nuestra democracia. Sin embargo, el análisis de sus consecuencias parece empantanado en la dinámica preelectoral, confundiendo deseos con realidades y fiándolo casi todo a que los votantes cambiemos de opinión. Puede ser que ese sea el final, pero antes merece la pena detenerse en cual fue el principio.
¿Qué orientación ideológica han mostrado los votantes? ¿Cuántos apoyan o rechazan las líneas rojas? ¿Qué gobiernos son viables? ¿Qué partidos son los responsables de que haya o no gobierno? El recuento de votos y escaños, cruzado con el posicionamiento ideológico que nos ofrecen las encuestas del CIS (Estudio Preelectoral 2015) nos permite responder a estas preguntas.
En primer lugar, el posicionamiento ideológico medio de los votantes, calculado por los pesos de los diferentes partidos y la valoración que los ciudadanos les otorgan (en una escala de 1, extrema izquierda, a 10, extrema derecha; la media sería 5,5, teniendo en cuenta que no hay valoración 0) es de un 5,3, teniendo en cuenta los votos, y 5,6, si valoramos los escaños. Un votante claramente centrado (cerca del resultado que dan las encuestas del CIS, con una media de 4,7 y una moda, la opción más frecuente, de 5).
En segundo lugar, respecto a la línea roja más relevante en la actualidad, la posibilidad o no de que haya referéndums sobre la independencia que se celebren segmentando territorialmente al electorado, un 32,3% de los electores han apoyado a partidos que defienden esta opción, que se traducen en el 27,4% de los escaños. Obviamente, el 67,7% de los votantes y el 72,6% de los representantes en el Congreso están en contra.
En tercer lugar, las posibles coaliciones. Sólo hay una coalición viable de dos partidos (PP+PSOE), cuyo posicionamiento ideológico ponderado –por el peso de cada partido- sería del 6,6, bastante más a la derecha que la media de los votantes y muy alejado de la autovaloración ideológica de los ciudadanos en las encuestas, dónde sólo un 16% se sitúa más a la derecha del 6. Con tres partidos hay varias opciones. Nos centraremos en las que contarían con partidos adyacentes en el terreno ideológico (descartando opciones tipo PP + Podemos). La coalición PP, Ciudadanos y PSOE tendría una valoración ideológica del 6,5, con lo que los comentarios referidos a la “gran coalición” son igualmente aplicables.
En el otro extremo, la coalición PSOE y Podemos (más confluencias), con 161 escaños, no alcanza la mayoría, ni siquiera añadiendo a IU. La coalición de bloqueo de PP, Cs (y posiblemente CC) los supera. Necesitaría el voto a favor, al menos, del PNV y la abstención de ERC y Democracia y Libertad, asumiendo la línea roja del referéndum de independencia. El posicionamiento ideológico de esta macro-coalición (activa y pasiva) sería del 3,7, mucho más a la izquierda del votante medio. De nuevo, sólo el 28% de los ciudadanos se sitúan en la escala ideológica en posturas de izquierda menores al 4.
La opción PSOE, Cs, Podemos (y confluencias) tendría mayoría y su valoración ideológica ponderada sería del 4,1, a la izquierda de la media de los votantes pero más cercana a la autovaloración promedio de los ciudadanos en las encuestas (el 4,7, con un 55% de ellos entre el 4 y el 6).
Esas son las opciones, pero ¿quién tiene la responsabilidad? El poder de voto es algo más complejo que el porcentaje de votos (o escaños) con que cuenta cada partido, depende de cómo se pueden formar coaliciones vencedoras y de si ese partido es decisivo para las mismas. Es fácil ver que en un ejemplo de tres partidos con 4, 3 y 2 votos, respectivamente, y dónde la mayoría requiere obtener 5 votos sobre los 9 totales, todos los partidos tienen igual poder (y, por tanto, responsabilidad) para alcanzar esa suma, pese a sus diferencias en votos absolutos. Sin entrar en tecnicismos (índices de Banzhaf, Shapley-Shubik, etc.) todos los indicadores dan como resultado que el PP es el que más poder de voto tiene, el que podría ser decisivo en más coaliciones de las aritméticamente posibles, y que si no puede ejercitarlo no es por su representación numérica, sino por su incapacidad de tender puentes. Después irían, totalmente empatados, PSOE y Podemos, seguidos –a bastante distancia- de Cs y el resto. Y si consideramos el último escenario conocido, tras el principio de acuerdo entre PSOE y Cs, la situación queda en un triple empate entre Podemos, PP y estos dos partidos conjuntamente.
Vamos a ver cómo va el dinosaurio: los votantes han mostrado un perfil ideológico muy centrista, las encuestas dan este mismo resultado, ligeramente sesgado a la izquierda, una amplia mayoría de los votantes no consideran –por decirlo suavemente- que los referéndums de independencia sean una prioridad, lo que cuestiona gravemente la coalición dependiente de aceptar esta medida y nos deja únicamente con dos opciones viables (la “gran coalición” y la triple colación entre Podemos, Cs y PSOE). Y todos son igualmente responsables del resultado, independientemente de a quien le haya encargado el Rey la formación de gobierno.
Por último, uno de los actores principales, Podemos y confluencias, defiende el referéndum mientras, al mismo tiempo, afirma que quiere que no se produzca la secesión. Si esto es así, ¿no deberían buscar las alternativas para que sea posible hacer reformas que solucionen el descontento antes de plantear la votación? ¿Sobre qué van a “decidir” si sólo cuentan con el statu quo o la independencia?
Ya hemos votado y España sigue teniendo la segunda mayor tasa de paro dentro la Unión Europea, la mayor tasa de desempleo juvenil, la segunda mayor tasa de empleos temporales, la quinta tasa de pobreza más elevada, la cuarta distribución de ingresos más desigual de la UE y más de setecientos mil hogares en los que ninguno de sus miembros percibe ingresos. Repito: y ya hemos votado.
(*) Santiago Díaz de Sarralde es profesor de la universidad Rey Juan Carlos y coordinador de economía en OPEX (Fundación Alternativas).
Hay 1 Comentarios
A mi, particularmente observando los resultados del 20 D, me da la impresión que los ciudadanos han votado más a un centro izquierda que a un centro derecha y eso sin tener muy presente a los partidos catalanes independentistas, aunque , como casi siempre pasa, la izquierda está más dividida; sin embargo se aprecia el carácter centrista y moderado de los ciudadanos, por eso pienso que si el PP se niega a hacer coalición, a pesar de ser el partido más votado, creo que sería beneficioso para aquellos votantes del PP que se han pasado a Ciudadanos, que este partido se encuentre en la coalición, lo que le dá un caliz de centro derecha; por otra parte, el Psoe aunque se puede considerar de centro izquierda, es una izquierda bastante moderada que puede dialogar bastante bien con ambos bandos y, por último, nos queda el partido mayoritario más a la izquierda que es Podemos, que aunque es un partido de esa índole , es más por la coyuntura social que estamos pasando en este momento , es decir, se puede acercar a la izquierda en sus planteamientos como también a la derecha según se presente la situación y se ajuste a sus propuestas, que desde luego no son las de IU u otro partido más izquierdoso; por lo tanto yo creo que la coalición de PSOE-PODEMOS-CIUDADANOS es la que más garantías de transparencia, cumplir con los objetivos que la gente quiere, luchar contra la corrupción, resolver los problemas sociales y buscar soluciones para la resolución de lo que los catalanes solicitan en Cataluña, es la más adecuada y podría acercarse, siendo que Podemos no es una izquierda demasiado fuerte, al percentil centrista que nos marca el CIS, aunque, quizás, un tanto de izquierdas.
Publicado por: Susi | 29/02/2016 15:32:06