¿Cómo y por qué acabó el bipartidismo en España?

Por: | 06 de julio de 2016

JOSÉ MARÍA PÉREZ MEDINA (*)

 

  Bipartidismo

José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy, en la investidura como presidente de este último en 2011

Las elecciones de diciembre de 2015 supusieron un cambio en el sistema de partidos políticos. La suma de los votos recibidos por los dos principales partidos, PP y PSOE, pasó de 17.870.000 a 12.780.000 votos. Esto supuso pasar del 72,45% al 50,25% de los votos válidos emitidos. El sistema, tradicionalmente bipartidista imperfecto pasó a ser pluripartidista, con cuatro fuerzas implantadas en todo el territorio.

En las elecciones de 2016 esta tendencia se mantiene, aunque con cierta recuperación del bipartidismo, que alcanza los 13.330.000 votos, y que ahora representa el 55,69% de los votos válidos emitidos.

Desde 1989 el sistema de partidos políticos españoles ha experimentado cambios mínimos, y los espacios en disputa sólo eran dos: el situado entre PP y PSOE, en el centro, y la distribución de votos en la izquierda entre PSOE e IU. La coyuntura concreta en cada momento inclinaba la balanza, lo que llevó a acuñar dos ideas: que las elecciones se ganan en el espacio de centro y que las elecciones no se ganan, sino que se pierden por el partido que ocupa el Gobierno.

La repetición electoral ha consolidado el escenario de diciembre y ha mantenido el nuevo sistema pluripartidista. Hay serios indicios de que la actual situación no es excepcional, sino que responde a un cambio social y de inquietudes, aspiraciones y temores que la crisis económica ha instalado en la sociedad española desde 2011. En retrospectiva, puede decirse que el verdadero cambio de tendencia se produjo en las elecciones europeas de mayo de 2014, cuando PP y PSOE sumaron sólo el 49,10% de los votos válidos. Los resultados de diciembre de 2015 y junio de 2016 no son más que una confirmación o un reajuste de un camino ya iniciado.

 

Características Demográficas.

La composición del cuerpo electoral es una realidad que cambia constantemente, aunque de manera casi imperceptible. Cada año unas 430.000 personas cumplen 18 años y acceden al derecho al voto, mientras que se producen unos 450.000 fallecimientos. Esto supone que al cabo de cada Legislatura el electorado se renueva en un 10% y que el objetivo de “recuperar votantes” puede resultar estéril a medio plazo.

Los sucesivos estudios han demostrado que las ofertas electorales de PP y PSOE resultan poco atractivas para los grupos de menos edad de la población, en especial entre 18 y 34 años, a tal punto que se puede hablar de una verdadera brecha generacional en el voto. El CIS concluye que tienen más de 65 años el 43% de los votantes del PP, el 42% de los votantes de CiU y el 31% de los que votan al PSOE, lo que pone de relieve un serio envejecimiento de los votantes de estos partidos. En el lado opuesto, el 38% de los votantes de Podemos, el 25% de los que votan a C´s y el 21% de los que optan por IU tienen menos de 34 años cumplidos.

 

Formación, Creencias, Ideología.

Paradójicamente, la mejora del nivel formativo se ha convertido en causa de insatisfacción social, ya que los nuevos titulados superiores no encuentran su lugar en el mercado de trabajo, y optan claramente por los dos nuevos partidos. En cuatro años, los titulados superiores han pasado del 12% al 21%, y esto supone 3.000.000 de electores. Y los estudios postelectorales ponen de relieve su alejamiento de los partidos tradicionales: el PP ha captado 300.000 votos y el PSOE sólo 80.000, pero C´s unos 700.000 y Podemos unos 900.000, mientras que 230.000 han ido a la abstención. Asimismo, los universitarios son el 54% de los votantes de C´s, el 40% de los de Podemos y el 39% del electorado de IU. Sin embargo, este colectivo tiene claramente menos presencia entre los votantes de PSOE (34%) y PP (31%).

Mientras tanto, las personas sin estudios o que únicamente han accedido a la enseñanza primaria son 8.500.000. De estos, 2.400.000 han votado al PP y 2.000.000 al PSOE, pero sólo 360.000 a Podemos y 340.000 a C´s.

La ideología conservadora y el elemento católico siguen su retroceso, minorando uno de los componentes más sólidos del voto que recibe el PP. Los electores que se reconocen como católicos han pasado de representar el 77% en 2005 al 69% en 2015, mientras que los no creyentes y ateos han pasado de ser el 18,5% al 29% en 2015. Además, los electores que se identifican como conservadores se pronuncian claramente por el PP, pero la opción liberal muestra síntomas de haber abandonado el PP trasladándose a C´s.

 

Condiciones Socioeconómicas.

El contexto económico imperante inevitablemente causa malestar y anima a un voto diferente: los ingresos medios por hogar pasaron de 28.206 euros anuales en 2011 a 26.154 en 2015, una caída del 7,3%. Además, los hogares en riesgo de pobreza han pasado del 26,70% al 29,20% y los hogares con todos sus miembros en paro son 1.572.000.

Los jubilados y pensionistas mantienen su lealtad a PP y PSOE, aún más reforzada ante el mantenimiento de sus ingresos en un escenario de caída de las rentas del trabajo. Son el primer grupo social del país: el 25%, con un total de unos 9.000.000 electores. Tienen un peso muy alto en el voto al PP, donde son el 40%, algo menos en el PSOE, donde son el 32% y elevadísimo en el caso de CDC, donde suponen el 53% de sus votantes. Son votantes especialmente fieles y con baja tasa de abstención y que no han visto deteriorada ni su situación económica ni sus expectativas de futuros ingresos, lo que explica su conformidad con el sistema y con los partidos tradicionales. En otras palabras: no sienten la necesidad del cambio.

La presencia de PP y PSOE entre las clases pasivas es aún mayor si se contabilizan los 2.400.000 electores del grupo de trabajadores domésticos no remunerados, pues 750.000 de ellos votan al PP, 525.000 al PSOE y 680.000 se abstienen, mientras que el eco de los nuevos partidos en este grupo es mínimo.

Cuantitativamente, los parados son el segundo grupo social, 4.800.000 personas. En 2011 confiaron en el PP y supusieron el 19% de sus votantes, pero desde entonces abandonaron esta opción y en 2015 fueron sólo el 11%. Optan sobre todo por la abstención (25%), Podemos (21%) y el PSOE (20%), y mucho menos por C´s (17%). En la práctica, las preocupaciones políticas de los parados están condicionadas por el descenso de los perceptores de desempleo, que ahora son 650.000 menos que en 2011, con una tasa de cobertura en mínimos históricos, apenas por encima del 50%.

Los obreros cualificados son cada vez menos. La EPA indica que la industria manufacturera ocupaba a 2.700.000 trabajadores en 2008, que en 2016 son sólo 2.000.000; y esto supone que los obreros cualificados ahora sean el 7% de los electores, unos 2.400.000. En este grupo, ha caído fuertemente el apoyo que dieron al PP en 2011, con 400.000 votos menos. A la vez, siguen alejándose del PSOE, con 144.000 votos menos, que ahora compite con Podemos por atraer el voto de este sector.

Sí mantiene el PSOE, sin embargo, una mayor presencia entre los obreros no cualificados, que son el 11%, 3.774.000 trabajadores, 300.000 más que en 2011. El PP nunca tuvo especial aceptación entre estos votantes y, además, ha perdido 240.000 votos desde entonces, mientras que las pérdidas del PSOE son simbólicas. Por todo ello, es el grupo social en el que el PSOE mantiene mejores opciones, posiblemente asociado a la promesa de revisión de la reforma laboral.

También los técnicos y cuadros medios han abandonado su preferencia por PP y PSOE. Suponen el 10% de los electores, con 3.567.000. En 2011 UPyD ya recibió unos 306.000 votos de este colectivo, pero en 2015 C´s recibió 588.000 votos del mismo grupo y Podemos 496.000. Fueron una parte importante del voto de UPyD en 2011 y ahora es el grupo socioeconómico más proclive a Ciudadanos.

Si atendemos el criterio de la renta, y teniendo en cuenta que 11,3% de los encuestados declara una renta total de su hogar superior a los 2.400 euros, se encuentran claramente por encima de esta media los votantes de C´s (el 19,1% de sus votantes, un total de 640.000), Podemos (el 17,7%, 562.000) e IU (el 13,9%, 128.000). Muy por debajo están los votantes del PP (el 9,1%, 656.000 votantes), PSOE (el 9,3%, 513.000) y la abstención (el 5,5%, 500.000 electores). Las personas que habitan hogares en los que la renta es inferior a los 900 euros son 6.020.000, el 17% de los encuestados. Son el segmento de renta que acude menos a las urnas, con casi 2.000.000 abstencionistas. Entre los partidos, el PSOE recibe los mayores apoyos de este grupo, 1.400.000 votos, llamativamente muchos más que los 510.000 de Podemos. El PP recibe 1.270.000 votos de este colectivo y C´s apenas 200.000.

 

La Cuestión Territorial.

Especial atención merece la percepción que los electores tienen de la cuestión territorial y del independentismo en Cataluña, así como del posicionamiento de los partidos. Esta cuestión no tiene tanto eco en la opinión pública y en las decisiones de los votantes como parece sugerirse y su consideración como un problema de España es muy residual. Simultáneamente, una parte no desdeñable de los electores asume la pluralidad territorial y cultural de España, sobre todo entre los de Podemos. Por este motivo, sus mejores resultados electorales, en diciembre de 2015 y junio de 2016, se corresponden con su capacidad para integrar o aliarse con opciones de carácter exclusivamente territorial en Cataluña, Galicia y la C. Valenciana.

El efecto de esta estrategia es que una parte significativa del electorado catalán ha sustituido al PSC-PSOE por la nueva opción En Comú Podem, mucho mejor situado en la aspiración soberanista de la sociedad. El PSC ha perdido 330.000 votos en estos cuatro años, mientras que En Comú Podem ha obtenido 650.000 votos más de los que obtuvo ICV en 2011. Un dato ilustra la pérdida de fuerza parlamentaria del PSOE: el PSC aportó 25 diputados al Grupo Socialista en 2008, en 2015 aportó 8 y en 2016 sólo 7.

 

Acceso a la Información Política.

Desde 2011 los electores han ido sustituyendo a RTVE como vía prioritaria de información, en aras de un panorama más plural, que encabeza la Sexta y otras cadenas privadas. Teniendo en cuenta que el 58% de los votantes se siguen informando sobre todo a través de la televisión, es significativo que sólo el 18,9% lo haga a través de TVE. Este porcentaje contrasta con el de 2011, cuando era del 39,4% y con el de 2014, cuando en las elecciones europeas ya cayó hasta el 25% de los encuestados. El efecto de este cambio para reforzar el pluralismo político y partidista y las posibilidades que ofrece a los nuevos partidos son evidentes, a la vez que ponen en tela de juicio la imagen de fiabilidad informativa de la televisión pública.

Por todo ello, y tras el cambio social provocado por la crisis económica, los partidos políticos han de adaptar sus agendas para moverse en un panorama social que ahora ya es diferente al de 2011. Es más, si en buena medida los dos nuevos partidos son la respuesta y el resultado de este cambio, los dos partidos tradicionalmente con mayor implantación tienen mayor urgencia en renovar el contenido de su oferta para no quedar excluidos de las nuevas exigencias de los grupos sociales excluidos: población joven, jóvenes que han realizado un esfuerzo de formación, ciudadanos escandalizados por la forma cómo se usa el poder político, trabajadores con ingresos muy bajos y de apenas subsistencia, población preocupada por un futuro incierto y posiblemente peor que el presente, parados que no reciben prestaciones por desempleo, en especial los de larga duración, trabajadores que sospechan de la viabilidad futura de sus pensiones, etc.

 

 

(*) José María Pérez Medina es politólogo e historiador

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