(*) J. ARTURO RUBIO AROSTEGUI
La actividad escénica en su conjunto sigue mostrando una caída de la actividad en términos generales desde el comienzo de la crisis en 2008. El último anuario SGAE[1] constata que se ha producido un descenso del 33,4% en el número de funciones, del 30,6% en el número de espectadores y del 15,2% en la recaudación. Aunque el sector teatral es el que marca el comportamiento del conjunto del sector escénico, el anuario señala que en el caso de la danza se da una tendencia peor si cabe –unas caídas del 55,6% en el número de representaciones, un 47% en el número de espectadores y un 54,7% en la recaudación-.
La precariedad en el sector de la danza en España necesita un replanteamiento político sí o sí: no valen maquillajes del INAEM del tipo Plan Nacional de la Danza 2010-14[2] que no ha servido para nada, sino para empeorar todavía más las condiciones del sector tal como muestran los datos de consumo. En dicho plan se afirmaba, entre otras muchas medidas incumplidas, que había que aplicar una fiscalidad reducida al sector; al poco tiempo se subía el IVA en las entradas al 21%. Como muestra este botón.
En el próximo informe de la cultura de la Fundación Alternativas, que se publicará próximamente, tratamos el tema de la transición al digital en el sector de las artes escénicas en lo relativo a la modernización de los teatros públicos y sus audiencias. El ministro español firmó el acuerdo del 10 de febrero de 2016 del Consejo de Ministros del Consejo de Europa, que insta a los Estados a modernizar las instituciones culturales en el denominado ‘internet de las personas’. Este asunto compete a todos los stakeholders del sector, al INAEM (la Constitución Española insta a la Administración General del Estado a coordinar la acción cultural), a los ayuntamientos y a las comunidades autónomas. Hay que dejarse del palabrerío utilizado en éste plan último y en otros que hubo antes, para tomar decisiones con una memoria económico-financiera por detrás.
La muchas veces premiada coreógrafa Teresa Nieto echaba el cierre a su compañía este otoño pasado porque no hay contratación en España. Mientras tanto, hay una enorme cantidad de conservatorios y escuelas -sin una lógica ni una planificación coordinada- que forman profesionales de desigual calidad y con unos costes que podrían ir destinados a crear un mercado de la danza real, tal como hemos investigado en los casos de Francia e Inglaterra. De momento el INAEM no ha dicho nada sobre el fallido último plan y sólo conocemos sus conflictos con los bailarines mileuristas de las compañías nacionales que tienen un talento muy por encima del valor de los políticos que gestionan la cultura en España[3]. La danza necesita en España una política cultural a la altura de la competencia de sus maestros, bailarines y coreógrafos.
(*) J. Arturo Rubio Arostegui es adjunto al vicerrector de Investigación de la Universidad Antonio de Nebrija
[1] http://www.anuariossgae.com/anuario2016/RESUMEN_EJECUTIVO_2016.pdf
[2] http://www.lamoncloa.gob.es/espana/eh15/culturaydeporte/Documents/Plan%20Danza.pdf
[3] http://cultura.elpais.com/cultura/2016/06/15/actualidad/1465996028_398756.html
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