ANTONIO QUERO (*)
Trabajador durante su jornada laboral.
A los lectores economistas no hace falta explicarles la importancia de la productividad, es decir, la relación entre la producción (output) y los bienes y servicios empleados para realizarla (inputs), que explica gran parte de las diferencias de renta per cápita entre países. Al resto le ruego comprensión valiéndome de una famosa cita de Paul Krugman: “La productividad no lo es todo, pero a largo plazo lo es casi todo”. Tiene por lo tanto sentido que las políticas económicas y sociales busquen la mejora de la productividad. Ahora bien, ¿cuáles son los principales factores que favorecen la productividad y cómo actuar sobre ellos?
Concentrémonos en los factores estructurales a largo plazo -la tecnología, el capital y el trabajo-, ya que los factores coyunturales pueden ser engañosos. Por ejemplo, si el PIB de un país cae un 5% y las empresas despiden al 10% de sus trabajadores, por efecto aritmético la productividad en dicho país crece momentáneamente. Toda coincidencia con España durante la Gran Recesión no es fortuita.
El factor trabajo es, de lejos, el que mayor atención reguladora recibe. La legislación laboral, con sus derechos de los trabajadores adquiridos y las normas de higiene y seguridad, es percibida cada vez más como un freno a la mejora de la productividad. La tendencia dominante es introducir una mayor flexibilidad que permita a las empresas ajustar sueldos, plantillas o el tiempo de trabajo según el entorno competitivo en el que se desenvuelvan.
Véanse, por ejemplo, las recientes reformas laborales en España (2012), Italia (2014) o Francia (2016), que “por fin” habrían seguido el camino tomado por Alemania (2004) o, desde hace décadas, por los países anglosajones. La tecnología, ya sea el cambio tecnológico (inversión en I+D+i, ecosistema de innovación, educación superior) o la difusión del mismo (formación continua), anda en la cola de las prioridades presupuestarias, tanto públicas como privadas.
El capital, por su parte, goza de amplia libertad, ajeno a toda regulación pública a pesar de que la evidencia muestra que los cambios en su configuración afectan a la productividad. Por ejemplo, los datos demuestran que en las empresas no cotizadas la inversión, condición fundamental de la productividad futura, es el doble que en las empresas cotizadas, donde predomina la satisfacción financiera a corto plazo del accionista. Otro ejemplo: según el departamento de estudios del BBVA, el tamaño de las empresas explica dos tercios de la diferencia de productividad entre las empresas españolas y las alemanas.
Cualidades estratégicas
Entre las numerosas razones que explican el tamaño de las empresas se encuentran la capitalización de las mismas, no es lo mismo que el ahorro y la inversión vayan a reforzar la base del tejido económico o al ladrillo. No es lo mismo una cultura empresarial encaminada a la extracción de rentas que una que premie y refuerce la visión a largo plazo, o las cualidades estratégicas y de gestión de empresarios y directivos.
Por otro lado, no hace falte insistir en el daño que la precarización inflige al capital humano y, consiguientemente, a la productividad. Sin embargo, aunque la precariedad ocupa un espacio significativo en el debate público, rara vez se pone sobre la mesa la responsabilidad de los "precarizadores".
No se pretende aquí levantar acta exhaustiva de los factores y políticas que favorecen la productividad y, por extensión, la prosperidad de un país, ni apuntar responsabilidades de unos u otros. Lo que saca a la luz esta breve exposición es que las reformas laborales, o las eufemísticas “reformas estructurales”, concentran la mayor parte de la agenda política, ya sea desde posiciones ofensivas liberales o desde reacciones defensivas de izquierda, mientras que el interés general bien entendido merecería que se prestara mayor atención al cambio tecnológico, incluida la sostenibilidad del modelo de crecimiento, así como a la financiarización de la economía y a los factores que promueven una clase empresarial cualificada y con visión de largo plazo.
(*) Antonio Quero es coordinador de Factoría Democrática
Hay 3 Comentarios
Totalmente de acuerdo, es necesario una reforma urgente
Publicado por: reforma de fachadas en alicante | 03/12/2020 11:08:08
Yo creo que tiene que haber una reforma de la patronal con urgencia.
Publicado por: rehabilitacion de fachadas en alicante | 09/11/2017 18:16:04
Desde mi punto de vista, una profana, necesitamos abandonar esa asociación de productividad y prosperidad de un país. Es una falacia. ¿No deberíamos pensar más en sostenibilidad?
Un saludo
Publicado por: Juliana Luisa | 11/02/2017 21:18:52