CELSA PEITEADO (*)
Una agricultora ante una plantación de lechugas.
Quizás el término Política Agraria Común (PAC) te pille lejos o incluso nunca lo hayas escuchado. Quizás pienses que los temas de agricultura no van contigo o, más aún, que son aburridos o cosas del pasado. Quizás. Sin embargo, la PAC es cosa tuya, es cosa de todos, y los motivos son múltiples. Es la política de mayor presupuesto de la Unión Europea, se paga con tus impuestos. En concreto, serán más de 45.000 millones de euros los que recibirá España de la PAC para el período 2014 - 2020.
Establece la forma en que la se producen la mayor parte de los alimentos que encuentras en tu plato cada día, lo que comes. Condiciona la forma en que agricultores y ganaderos, incluso selvicultores, gestionan más de la mitad del territorio de la Unión Europea y, con ello, los paisajes que ves cuando sales de la ciudad. También la calidad del agua que bebes, el que existan o no especies únicas en el mundo, como el lince ibérico o el águila imperial, o nuestra capacidad de luchar contra el cambio climático.
Esta política determina, además, si seremos por fin capaces de mantener un empleo y renta dignos en las fincas de mayor valor social y natural y, con ello, asegurar al menos en parte el futuro de nuestros pueblos. Por eso, la PAC nos interesa. E importa especialmente porque su actual diseño no está funcionando. A pesar de las numerosas reformas sufridas, esta política continúa sin hacer frente a la mayor parte de los objetivos para los que se diseñó. Cuenta con casi un 40% del total del presupuesto europeo, pero éste se sigue distribuyendo de manera injusta.
De esta forma, un 20% de los beneficiarios siguen acaparando casi un 80% de las ayudas de la PAC, siendo las explotaciones de mayor tamaño o las que más recursos consumen (agua, agroquímicos, etc.) las más favorecidas en el reparto de estos fondos públicos. Mientras, los agricultores en Natura 2000 –la red europea para la protección de la biodiversidad-, los que gestionan sistemas agrarios de alto valor natural -como los pastores trashumantes- o los que apuestan por la producción ecológica, quedan prácticamente al margen de estas ayudas.
En muchos casos no alcanzan una renta suficiente para continuar con su actividad y se ven forzados a intensificar o abandonar, lo que en cualquiera de los casos tiene impactos sociales y ambientales notables, como la sobreexplotación y contaminación de acuíferos o el imparable declive de las especies vinculadas a zonas agrarias.
Con la actual PAC tampoco estamos logrando que los jóvenes, especialmente las mujeres, se animen con el oficio de la agricultura. Sólo un 5% de los agricultores españoles tiene menos de 35 años. Y en gran parte es debido a la forma en que se han diseñado, especialmente en nuestro país, las ayudas. El hecho de que se concedan por superficie, sin tan siquiera ser necesario producir, complica el acceso a la tierra, clave para que exista una nueva generación que siga produciendo alimentos.
En definitiva, el modelo actual no funciona, pero ahora tenemos, tienes, la oportunidad de cambiarlo. En este momento se vuelve a decidir el futuro de la PAC más allá del 2020. Para ello, la Comisión Europea ha lanzado una consulta pública a organizaciones y ciudadanos sobre el futuro de esta política, que termina el próximo 2 de mayo. Se pretende hacer una PAC más simple y moderna, que afronte definitivamente los retos para los que se ha rediseñado en múltiples ocasiones.
Recursos naturales
La organización WWF ha pedido reiteradamente una revisión en profundidad de la PAC. El dinero público debe servir para garantizar una producción de alimentos sanos, de calidad, respetuosos con la gente y el planeta; apoyar la gestión adecuada de los recursos naturales, la lucha contra el cambio climático y lograr un desarrollo territorial equilibrado. La política agraria debe incorporar de manera definitiva el principio de quien contamina, paga, y que quien conserve y proteja el medio ambiente, cobre.
Por otro lado, la propuesta a defender por el Estado español en las negociaciones que comienzan tiene que incluir la participación de todos los interesados. Organizaciones agrarias, de desarrollo rural, selvicultores, consumidores, ambientales, expertos en salud, nutrición, y también administraciones de medio ambiente, clima, salud… todos tienen el derecho, e incluso el deber, de intervenir en este debate.
Son ya décadas reivindicando esta nueva PAC, justa para los agricultores, los trabajadores del campo y el resto de ciudadanos. Para lograr la reforma definitiva, en alianza con diversas organizaciones, como SEO/BirdLife, WWF ha lanzado la campaña LivingLand. En www.living-land.org aparecen todos los motivos para cambiar la PAC y las propuestas para hacerlo. Desde un simple clic hasta enviar respuestas a la Comisión Europea, todo cuenta.
España tiene mucho que ganar si promueve este cambio de modelo, pues n puede competir en producir alimentos en cantidad –dado nuestro clima y suelo- pero sí en producciones de calidad y respetuosas con la naturaleza. Hay mucho que perder, en cambio, si se sigue defendiendo el statu quo. Esto sólo provocará la desaparición de gran parte de los agricultores y ganaderos y a la sobreexplotación de los recursos naturales sobre los que descansa el futuro de la agricultura, arriesgando la capacidad propia de producir alimentos a medio plazo.
Por eso importante la participación de todos. Por la alimentación, las dehesas, el destino de los pueblos o incluso por los impuestos, la Política Agraria Común es importante. Y ahora existe la oportunidad de cambiarla. Con la participación de todos es posible.
(*) Celsa Peiteado es coordinadora de Política Agraria y Desarrollo Rural en WWF España.
Hay 0 Comentarios