PALOMA ROMÁN MARUGÁN (*)
El Congreso de los Diputados, durante una sesión plenaria.
La famosa ley del embudo es bien conocida por la ciudadanía. Se trata de aplicar la parte estrecha a los demás, y ser generoso con la parte ancha reservándola para los asuntos propios. Está pues claro, que es una ley (en toda la extensión de la palabra) contradictoria, ya que atenta contra la igualdad de las situaciones. Tan meridianamente clara es para todos, que multitud de ejemplos, sujetos a esta máxima pendular, son enunciados todos los días.
Si lo acercamos al terreno político, pienso que encontraremos terreno abonado para la desafección política de la que tanto se habla; a veces, la gente, cuando se para a pensar en estas cosas, piensa que se trata de una tomadura de pelo, y es que tiene toda la pinta. Cuando un determinado asunto beneficia a un partido, es aumentado aún a riesgo de severa exageración por sus partidarios; mientras que cuando cambian las tornas, se produce el fenómeno contrario. Epítome de lo antedicho, el famoso “y tu más”, que repele ya hasta la infancia más ingenua, experta, como es, en la materia por ser manifestación del más puro infantilismo.
Por tanto, si buscamos motivos, pues la verdad es que sobran. La política no es una actividad transparente ni en el desarrollo de sus procesos, ni en sus porqués, ni en sus resultados; está claro que se trata de un entorno difícil de aprehender. Tampoco existe una voluntad pedagógica sostenida para ayudar en su explicación, y como siempre suele ocurrir, a quien no se conoce tampoco se le aprecia; así que la política sigue sobrellevando la letra escarlata que la señala como una actividad turbia.
La desproporción, o incluso podemos decir que la extremosidad, de este campo de actuación es enorme; pongamos por ejemplo las comisiones de investigación parlamentarias. Estaríamos todos de acuerdo en que conocer la verdad de los hechos es un valor. Es, además, síntoma de ser una democracia de mayor calidad, tener acreditada la realidad con certezas, no sólo para depurar responsabilidades, sino también para evitar la repetición de hechos reprobables. Pues bien, aunque la mayoría de la ciudadanía firmase esta afirmación, cuando se concreta en la formación de una comisión de investigación parlamentaria se constata todo lo contrario.
Es decir, como cuando existe una mayoría partidaria de un partido, sea el que sea, bloquea sin piedad un instrumento de control por parte de la asamblea; si nos situamos, por el contrario, en un caso similar, pero que afecte al partido que en momento se negó, pero ahora la cuestión a investigar afecta a los demás, surgen rápidas las voces que piden que ahora sí se investiguen los hechos por los representantes de los ciudadanos; y se recibe la misma respuesta, si se cuenta con mayoría suficiente , es decir la obstrucción a su formación y desarrollo.
La gente se acaba preguntando ¿pero se quiere conocer la verdad política de los asuntos o no? El sentido común, obviamente se resiente ante estas actuaciones. Siguiendo con ejemplos parecidos, ahí están los juicios antagónicos de según y cómo por parte también de nuestros políticos, para hechos parecidos; unas veces son nimiedades, frente a otras que son atrocidades. Esta comparativa también salta a la vista y al oído del sufrido ciudadano; porque además en la mayoría de los casos, tanto cuando son bagatelas, como cuando sobre todo son ‘crímenes’, las declaraciones de nuestros políticos van acompañadas de epítetos épicos que no corresponden, casi se podía decir, con los de una persona sensata, del tenor “es el peor atentado contra nuestra democracia” o similar, un día sí y el otro también. Y la gente juzga esta representación, corriéndose el riesgo de reproducir el famoso cuento de Pedro y el lobo…
Amistades peligrosas
No hace falta utilizar más ejemplos para ilustrar el argumento en cuestión, pero lo mismo ocurre cuando reaparece el pasado de algunos, dependiendo de quiénes se trata, amigos o enemigos, el pasado nunca vuelve, o bien el pasado explica y condiciona el presente y el futuro. Ligado con ello, aunque no necesariamente, están también las amistades fuera del entorno político, que pueden pasar de ser peligrosas o un gran apoyo, dependiendo del cristal con que se mire.
En definitiva, ese doble rasero de medir es percibido por la ciudadanía como algo anómalo –descarto de este grupo a los forofos a muerte de cada uno de los partidos, que acaban justificando todo, como ocurre con los hinchas de los equipos de fútbol-; y acaba siendo un indicador de alejamiento entre representantes y representados.
Justo en el momento en que se conmemoran los cuarenta años transcurridos desde las elecciones de junio de 1977, uno de los comentarios que más llama la atención al ver repasados en perspectiva comparada el hoy con el aquel entonces, es como las personas que votaron con ilusión hace 40 años y que hoy muestran abiertamente el desencanto. Evidentemente no todo se debe al argumento que hoy aquí se desarrolla, pero es evidente que el vacío que se va expandiendo entre unos y otros, tiene que ver con un desajuste entre el sentido común que se espera de las conductas de los demás, y lo que obtiene en verdad.
Se ha hablado y escrito mucho acerca de la cultura política de los españoles, y de sus dimensiones: cognitiva, afectiva y evaluativa; hemos tenido que aprender sobre la marcha sobre los fenómenos políticos, y más rápido que nuestros vecinos europeos más adelantados, pero tampoco nos han ayudado mucho quienes más debían estar interesados en elevar el nivel: nuestros partidos y nuestros políticos. También hay que recordar que todos pertenecemos a la misma sociedad, es decir que todos formamos parte de un grupo que comparte tanto lo bueno como lo menos bueno, en el sentido de que toda la culpa es intrínsecamente suya. Creo que justo ahora que andamos de aniversario, podrían dedicar unos minutos, al menos, a pensar en estas cuestiones.
(*) Paloma Román Marugán es profesora de Ciencias Políticas en la Universidad Complutense de Madrid.
Hay 4 Comentarios
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Publicado por: tech updates | 22/02/2020 12:29:00
La famosa ley del embudo es bien conocida por la ciudadanía
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Publicado por: windows 10 computers | 30/01/2018 6:11:46
No creo que se pueda calificar de democracia el actual sistema político. No es solo cosa de España.
Un saludo
Publicado por: Juliana Luisa | 23/06/2017 20:55:44