DIEGO LÓPEZ GARRIDO (*)
Víctimas del atentado de Barcelona son socorridas por sanitarios y policías. / J. SÁNCHEZ
Desde el 11-M de 2004, fecha negra en Madrid -el atentado yihadista más sangriento ocurrido en Europa se llevó por delante a 191 personas-, se han sucedido ataques terroristas en toda Europa. Recordemos algunos de los más crueles: 7 de julio de 2005, Londres (52 personas muertas); 22 de julio de 2011, Oslo y una isla cercana, donde un extremista nazi antimusulmán asesinó a 77 personas, la mayoría adolescentes; 19 de marzo de 2012, Toulouse, atentado de Al Qaeda (7 muertos); 22 de marzo de 2013, Londres, un miembro de Al Qaeda decapita a un soldado británico; 24 de mayo de 2014, Bruselas, atentado del ISIS (4 víctimas en el Museo Judío); 7 de enero de 2015, París, un comando de Al Qaeda mata a 12 personas en las oficinas de Charlie Hebdo; 13 de noviembre 2015, el ISIS perpetra una matanza en París (130 personas muertas, la mayoría en la sala de conciertos Bataclan); 22 de marzo de 2016, dos explosiones en el aeropuerto de Bruselas y en el metro de Maalbeck matan a 32 personas; 14 de julio de 2016, un camión embiste a una multitud en el Paseo de los Ingleses de Niza con el resultado de 84 muertos; 19 de diciembre de 2016, Berlín, por el mismo procedimiento los terroristas provocan 12 muertes; 22 de marzo de 2017, Londres, un automóvil es usado para matar a 5 personas en el puente de Westminster ; 7 de abril de 2017, tres personas asesinadas en Estocolmo por medio de un camión... El último atentado con muertes en suelo europeo (en suelo árabe ha habido más víctimas) ha sido en Barcelona.¿El último? Nadie puede asegurarlo. Lo que es claro es que Europa -no únicamente un país determinado- sufre una amenaza crónica de naturaleza terrorista, es decir, un riesgo patente y grave para su seguridad como región y como proyecto democrático, de libertades y de Estado de Derecho. Y que esa amenaza no se puede superar desde un país en solitario.
Después de cada atentado se suceden las reacciones, las declaraciones, los comentarios y las apelaciones a la cooperación policial. Sin embargo, cada Estado actúa y gestiona la situación por su cuenta, y afronta en solitario los actos terroristas, casi todos con un origen ideológico común, el yihadismo. Quizá los gobiernos han considerado -erróneamente por supuesto- que la petición de auxilio podría transmitir una muestra de debilidad.
¿Hasta cuándo los Estados de la Unión van a mantener inaplicada o inutilizada la llamada 'Cláusula de Solidaridad Europea' frente al terrorismo? Porque nadie se acuerda de que la Unión Europea -cada vez más herida- es, según los Tratados, una alianza defensiva ante una "agresión armada" (art. 47 del Tratado de la UE) y, a la vez, una alianza contra el terrorismo.
Efectivamente, el artículo 222 del Tratado de Funcionamiento de la UE dice:
"La Unión y sus Estados miembros actuarán conjuntamente con espíritu de solidaridad si un Estado miembro es objeto de un ataque terrorista... La Unión movilizará todos los instrumentos de que disponga, incluidos los medios militares puestos a disposición por los Estados miembros, para:
a) - prevenir la amenaza terrorista en el territorio de los Estados miembros
- proteger a las instituciones democráticas y a la población civil de posibles ataques terroristas
- prestar asistencia a un Estado miembro en el territorio de este, a petición de sus
autoridades políticas, en caso de ataque terrorista..."
El apartado 2 del citado artículo añade que, si un Estado es objeto de un ataque terrorista, "los Estados miembros se coordinarán en el seno del Consejo".
Aunque parezca increíble, hasta ahora no ha habido ninguna acción estructurada, coordinada y organizada, en el nivel de la Unión, para responder a un desafío de la envergadura global que nos plantea el terrorismo yihadista de modo constante y reiterado. Y ello a pesar de lo que, con toda claridad, señala el artículo 222 TFUE. Sólo el gobierno francés apeló solemnemente a la solidaridad europea después del atentado de Bataclan, pero lo hizo de forma un tanto retórica y sin concreción u operatividad inmediata.
¿Podemos esperar por más tiempo? Evidentemente no. Este lunes se reúnen el Presidente de Francia y los jefes de Gobierno de Alemania, Italia y España. Es el momento para que se aborde y acuerde de una vez esta cuestión pendiente: la solidaridad europea, real y efectiva, frente al terrorismo yihadista, la mayor amenaza para la seguridad española, europea y mundial.
(*) Diego López Garrido es patrono de la Fundación Alternativas y director de su Consejo de Asuntos Europeos